Una ruta que le hará vibrar de emoción. Un trayecto muy fácil de realizar y que comprende cuatro países, todos con fantásticos atractivos.
Historia, belleza escénica, ciudades de ensueño, comida fabulosa y una facilidad pasmosa para desplazarse entre naciones que ostentan el privilegio de ser capitales imperiales europeas.
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Si desea explorar nuevos rincones de Europa, con la garantía de que le gustará, puede atreverse a pasear por estas naciones.

Las capitales imperiales son Praga (República Checa), Viena (Austria) y Budapest (Hungría). Mi sugerencia es sumar también Bratislava (Eslovaquia).
Se les llama capitales imperiales porque fueron sede de imperios europeos a lo largo de la historia, como el Imperio Austrohúngaro.
Debido a la cercanía entre ellas, es una excelente opción darse un paseo por estos lugares.
Puede iniciar en Praga o Budapest. Si lo hace en la capital checa, el segundo sitio del periplo es Viena, al que llega en un viaje en autobús o tren de casi cuatro horas.
Luego de disfrutar de Viena, la siguiente parada es Bratislava, ya sea que vaya en autobús (1 hora), tren o en barco por el río Danubio.
De ahí, ya sea en bus o en tren se llega a Budapest en unas dos horas y media.
¿Qué ver en Praga?
Un verdadero museo al aire libre. No se puede perder el imponente Castillo de Praga, el Puente de Carlos con sus esculturas barrocas, el Reloj Astronómico en la Plaza de la Ciudad Vieja y el encantador barrio de Malá Strana.
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Además, el ambiente bohemio, la cerveza checa y la arquitectura gótica y barroca son inolvidables.
Con tres días de estancia podrá tener una buena experiencia en Praga.

¿Qué ver en Viena?
La elegancia imperial en su máxima expresión. Visite el Palacio de Schönbrunn, antigua residencia de verano de los Habsburgo, y el majestuoso Palacio de Hofburg.
No se pierda la Ópera de Viena, la Catedral de San Esteban y un paseo por la avenida Ringstrasse.
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Disfrute de un café vienés con una porción de Sachertorte.
Es una ciudad grande, así que le sugiero dedicarle cuatro días, aunque también es la más cara de todas.

¿Qué ver en Bratislava?
Aunque más pequeña, esta ciudad tiene un encanto auténtico.
Explore el Castillo de Bratislava con vistas al Danubio, pasee por el casco antiguo con sus calles adoquinadas y esculturas curiosas como la del “hombre saliendo de la alcantarilla”.
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También vale la pena probar la gastronomía local en alguna terraza del centro histórico.
Incluso un día es suficiente para descubrir esta encantadora ciudad.

¿Qué ver en Budapest?
Una ciudad dividida por el Danubio, con dos almas: Buda y Pest.
Del lado de Buda, el Castillo de Buda y el Bastión de los Pescadores ofrecen vistas espectaculares.
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En Pest, no se pierda el Parlamento húngaro, uno de los más bellos de Europa, y relájese en los baños termales Széchenyi.
Cruceros nocturnos por el río permiten ver los monumentos iluminados, una experiencia mágica.
A Budapest vale la pena dedicarle unos cuatro días.
