En uno de los “rituales”, nos dejamos seducir por un vendedor de felicidad, frenético proveedor de calma interior. En otro, contemplamos un cuerpo transformándose ante la luz, contorsionándose, estirándose, cambiando. Así son y así varían con el tiempo, nutriéndose entre sí, creciendo con la conversación de la audiencia. El espacio se expande, se transforma. Algo especial ha ocurrido aquí.
Todo esto ocurrió a lo largo del 2021 en Satisfactory, un espacio independiente de arte y diseño ubicado en barrio Escalante, en San José. Los rituales surgen de una iniciativa que, en medio de la pandemia, le pareció a la curadora y gestora cultural Erika Martín una manera de salir de la quietud artística que imponían las circunstancias: creando de nuevo, reencontrándose con el público.
En una serie de residencias artísticas, Ritual es un proyecto que convocó a cinco artistas escénicos en el 2021 y que reunirá a siete artistas escénicas y visuales más este año. En su primera ronda, el proyecto se enfocó en lo escénico y el performance; esta vez, abrirá espacio a otras expresiones artísticas, pero con el mismo formato. Lo que Ritual propone es abrir el espacio para que la artista desarrolle su proceso con tiempo, explorando, tanteando a lo largo de una residencia de varias semanas. En diferentes momentos de su estadía, el público tiene oportunidad de participar en un intercambio multidireccional que nutre la obra inacabada.
Transformación
¿En qué consiste el proyecto Ritual, esta idea de reunir estas performances en la forma de una temporada de acciones?
“Es distinto ahora de como empezó”, explica la gestora cultural y curadora de Satisfactory, Erika Martin.
“Surgió después de la convocatoria ¿Quién nos abraza? (2020), con la que abrimos el espacio a artistas escénicos y de otras categorías. Fue muy interesante lo que sucedía, a nivel del uso del espacio, las personas que lo ocupaban, las que lo que venían a ver, porque era en media pandemia, no había mucho que ver y se permitía muy poca asistencia por temas de restricción. Me di cuenta del valor de ver a artistas en un espacio más íntimo, más reducido, informal porque no es un teatro, sino una sala”.
La galería de Satisfactory es pequeña, pero flexible. De este modo, se presentan propuestas que involucran instalaciones, medios audiovisuales, pequeñas escenografías e interacción con el público (reducido, por fuerza). “Vi una dinámica que me pareció interesante y también necesaria; no había espacios para este tipo de encuentros, donde el público también tenía la posibilidad de preguntar, hablar, dialogar con el artista y entre el público. Era una experiencia que me parecía que enriquece tanto al público como a la persona que presentaba”, dice Martin.
En la primera temporada, a lo largo del 2021, participaron artistas que provienen más bien de la danza y de las artes escénicas, consolidados en sus campos: Adrián Arriaga, Susana Vargas, Ana María Moreno, Laura Murillo y Estefanía Dondi. En conjunto con el apoyo técnico y audiovisual que proveía Satisfactory, desarrollaron piezas para presentarse allí y en el espacio Temporal, en Los Yoses.
En las sesiones, cada artista contaba con retroalimentación del público (que era convocado directamente por su afinidad con las artes o que podía asistir libremente, según la ocasión). Cada performance desembocaba en una conversación sobre sus métodos, sus investigaciones y sus impresiones del trabajo de los otros. De esta manera, se creaba un momento especial de encuentro en torno a obras que continuarán su camino en otros espacios, incluso en escenarios convencionales, ahora que se han reducido las restricciones sanitarias.
A la vez, los artistas participaban de constantes diálogos entre ellos mismos; al trabajar juntos, de alguna manera, se sensibilizan uno frente al otro, abrían su práctica artística a otras visiones que podían nutrirlos o desafiarlos. Esa dimensión afectiva del proceso, que emerge de su trabajo en paralelo, alimenta de otro modo el espacio: abre en él un territorio de vulnerabilidad y cercanía.
¿De dónde surge el concepto clave de ritual? “Surge de Susana Vargas, quien mientras estaba en pandemia quería trabajar en un solo alrededor de los rituales urbanos. Le dije que lo hiciéramos, entraron los demás y empecé a investigar más sobre el ritual, sobre cómo el ritual puede traer a la luz nuevas formas de estar juntos”, explica la curadora. El arte del performance ha sido analizado desde el concepto de ritual anteriormente: se explica por la cualidad de este arte de crear relaciones efímeras en torno a experiencias corporales o simbólicas muy específicas que adquieren nuevos significados en el contexto de ser compartidas, o incluso de manera individual: cada quien tiene su ritual cotidiano.
Crecimiento
En Costa Rica no es tan común para artistas de media trayectoria contar con espacios expresamente dirigidos al juego, a la investigación sin requerimiento de un resultado final. Residencias como las que propone Ritual permiten exploraciones no atadas a una temporada escénica (limitadas en nuestro contexto) y con espacio para encontrar perspectivas que de otro modo quizá no emergerían.
“Algo que me pareció necesario es que aquí no hay crítica y esto genera un espacio de crítica, no desde una posición nociva. Este año quiero trabajar sobre la metodología, que es cómo generamos dinámicas que nos reúnan, donde haya reflexión conjunta, que colectivice”, explica Martin. Ese proceso conjunto crea una comunidad efímera donde el intercambio nutre las propuestas de cada uno, mientras convoca a participantes externos a sumarse a una reflexión colectiva sobre su quehacer.
Esta experiencia ahora se expandirá a otras manifestaciones artísticas. En su segundo año, la curadora ha convocado a distintas artistas mujeres cuyas prácticas se conjuntan con el activismo, la educación artística o la gestión cultural. Se trata de Marylin Boror, de Guatemala (abril), Las Hartas (Grettel Méndez, Andrea Gómez, Micaela Piedra y Mariela Richmond), de Costa Rica (abril-mayo), Natalia Dominguez, de El Salvador (setiembre - octubre) y Katie Numi Usher, de Belice (octubre).
“Estas mujeres, en paralelo a su práctica artística, se desenvuelven como trabajadoras del arte; esta es una oportunidad para que se conozcan y lleven un proceso juntas que va a generar otros vínculos y colaboraciones más allá de la residencia, desde lo afectivo, desde el canje, desde lo que les beneficie y no todo desde el tema económico”, explica Martin.
En la más reciente residencia, Boror ha explorado materiales como el textil tradicional en Guatemala y el cemento, símbolo de prácticas extractivistas que amenazan su comunidad. Nuevamente, se han abierto espacios para el diálogo y la retroalimentación, de manera que la estancia de la artista se expanda más allá de lo que puede exhibirse en la galería de Escalante —este año, por supuesto, con más apertura al público en diferentes momentos—.
Parte clave de Ritual es el registro de la actividad que se realiza en las residencias, un esfuerzo por preservar lo que de otro modo se desvanecería en ausencia de las artistas. “El proyecto va generando una memoria de prácticas que aunque no estén vinculadas necesariamente al performance sí son prácticas efímeras que no siempre se toman en cuenta cuando se discuten las obras, como la parte de la retroalimentación. Se está creando un espacio público donde la gente puede opinar desde lugares muy honestos”, considera la gestora del espacio.
Cada quien tiene su ritual; cada quien decide cómo compartirlo. En ese territorio común que se consolida entre las expresiones de cada artista, emerge la posibilidad de pensar de otras maneras, de acercarse unos a otros desde otros lugares. Lo que sucederá con el tiempo sigue indeterminado: estas son relaciones, diálogos y obras en proceso.
Agenda
La primera etapa de Ritual se celebró en dos partes: en Los Yoses y Satisfactory, sede del proyecto, en barrio Escalante. Ritual 01 recibió un fondo de ProArtes que permitió hacer exposiciones instalativas en Satisfactory, el Museo Municipal de Cartago y el Centro Cultural e Histórico de José Figueres Ferrer de San Ramón. Ritual 02 se celebrará a lo largo del 2022 principalmente en Satisfactory. A continuación las artistas participantes:
Ritual 01
Adrián Arriaga: Buy It
Susana Vargas: Monplot
Ana María Moreno: Quimera
Laura Murillo Soto: La a_temporalidad del tiempo
Estefanía Dondi: Ritual de una (anti)catarsis
Ritual 02
Marylin Boror, de Guatemala (abril)
Las Hartas (Grettel Méndez, Andrea Gómez, Micaela Piedra y Mariela Richmond), de Costa Rica (abril-mayo)
Natalia Dominguez, de El Salvador (setiembre - octubre)
Katie Numi Usher, de Belice (octubre)