Artflow Galería es un espacio artístico independiente, fundado y dirigido por Karen Clachardesde 2009. En esta ocasión presenta la exposición Proximidades, curada por Esteban Hidalgo.
Texto de la exposiciónEsta muestra reúne diversas manifestaciones artísticas de once creadores que comparten sensibilidades afines. Más allá de las técnicas o disciplinas, la exposición se articula en torno a un eje conceptual que invita a reflexionar sobre los mundos cercanos que habitamos—muchas veces invisibilizados o pasados por alto.
La proximidad es un concepto político, ético y sensible. En un presente marcado por la coexistencia de múltiples vecindades, hablar de lo próximo es hablar de los límites, del territorio, y del otro. La vecindad implica convivencia, y en ese espacio compartido se cruzan tensiones, afectos y memorias.

El arte tiene la capacidad de atravesar esas fronteras con una sensibilidad particular. El artista se acerca primero desde lo sensorial y lo emocional, y solo después vuelve con su técnica a representar aquello que ha percibido. Su mirada no es forzada: observa con empatía y nos ofrece una nueva forma de estar con el otro.
Proximidadesdevela justamente esas miradas hacia lo cercano—el asombro ante la cotidianidad, la maravilla redescubierta, lo que parecía familiar y se revela como extraordinario.
A veces creemos, con algo de ingenuidad, que habitamos “un solo mundo”, interconectado por la globalización y las nuevas tecnologías. Pero más allá de esa ilusión de homogeneidad, coexisten múltiples realidades—diversas, alternas, vivas o inertes.
Luis Diego Ramosaborda la idea de lo próximo a través de la fotografía de cajas de registro, estructuras urbanas que protegen líneas de alta tensión y que a menudo son intervenidas con anuncios y grafitis. Su obra no solo documenta los cambios físicos del entorno urbano, sino que celebra la vitalidad de la ciudad y su constante transformación.

José Pablo Ureña, en una línea similar, convierte al hidrante callejero en un personaje errante de la ciudad: “Caminar revela un deseo, una pulsión, una energía, la necesidad de un movimiento.” (Ureña, 2025)
Otras obras manifiestan de manera más explícita una postura política. Manuel Zumbadoy Jorge Crespo, desde la pintura, nos confrontan con las fronteras físicas y simbólicas que marcan vecindades donde también se asoma la vulnerabilidad, la violencia y la agresión del vecino más poderoso.
Karen Clachar, en su obra fotográfica del rótulo Not for Sale, aporta un registro performático sobre la gentrificación en Guanacaste, donde la llegada de nuevos vecinos tiende a desplazar o invisibilizar a las comunidades locales y sus culturas.Su obra es hoy más vigente y necesaria, no se trata de negar la nueva vecindad, trata de hacer notar la obligación de reconocer que el nuevo vecino llega a un espacio ya habitado de memorias y cultura viva; de proximidades autóctonas.
Walter Rojas y Andrea Siliézar adoptan una mirada más íntima y nostálgica, dirigiendo su atención hacia los vecinos no humanos. Rojas, a través de fotografías intervenidas, retrata las fachadas de casas tradicionales pobladas de objetos: figurillas de porcelana, calendarios regalados por el pulpero, juguetes que decoran repisas, imágenes religiosas junto a escudos de fútbol. Al fin y al cabo, nuestras proximidades también están habitadas por objetos.
Siliézar enfoca su obra Secretos Familiares en los vecinos naturales —en este caso, el comején—. Con minuciosidad, ensambla piezas a partir de sus alas, reconociendo la existencia casi invisible de estas pequeñas vidas que solemos olvidar.

Por su parte, Priscilla Monge y Walterio Iraheta dirigen su mirada a las proximidades más personales: la amistad, la confidencia, el “otro” significativo. El bordado de Monge, Este es el corazón de algo, resume el espíritu de la muestra: una reflexión sobre lo próximo, ese espacio abstracto pero profundamente humano —íntimo, cultural, social— que define nuestros vínculos cuando reconocemos, o negamos, la existencia del otro.