La música de Guanacaste ha sido desde siempre un reflejo vivo de su gente “que sabe sentir y que quiere vivir”, como nos canta la artista Guadalupe Urbina. Tierras calientes, de espantos como la mica o la enfermera de las vueltas de Nambí, de migraciones, de virtudes y problemáticas, de paisajes, de danzas, humor e incontables relatos.
En cada acorde de marimba y cada verso acompañado por una guitarra, resuenan un sinfín de generaciones que han tejido una red sonora en la que tradición e innovación siempre se vuelven a entrelazar. Como compositor inmerso en la escena cultural de la provincia, he podido observar de cerca cómo las nuevas generaciones estamos reinventando poco a poco la música guanacasteca sin perder de vista las raíces y a la vez, enfrentándonos a nuevos y crecientes retos.

¿Cómo es la música en Guanacaste?
Desde hace años, en mis primeros acercamientos a la tradición musical de la región, me llamó la atención la gran riqueza rítmica que en ella se encuentra. Desde ritmos infaltables como la parrandera, el valse, la jota, el pasillo, la cumbia guanacasteca y la mazurca, por mencionar algunos, hasta el bajo del pato o lo que he comenzado a llamar suin quijonguero, que es esa forma de sonar tan particular que tiene la música de quijongo, ese “brincadito” como arrastrado.
Con el tiempo, descubrí que esta gran diversidad musical a la que algunas personas hemos decidido llamar sones guanacastecos, no viene sola, sino que está profundamente ligada a la naturaleza. Lo natural toma un papel esencial como temática cuando hablamos de música y poesía en Guanacaste. Los cuerpos de agua, la flora y la fauna han sido siempre parte fundamental de este imaginario, nutriendo las reflexiones, metáforas, protestas y relatos de quienes han habitado y habitan estos territorios.
En nuestras canciones se encuentran las mariolas, el coyol, la luna, los colibríes, el Tempisque y la montaña; de igual manera, las vivencias de la hacienda, del palenque y de las juventudes, todo enlazado por el realismo mágico latinoamericano.
Cada uno de estos elementos está cargado de gran significado, que forma parte de una receta musical rica en matices, capaz de ofrecer una gran variedad para quien abre sus oídos a la escucha. Es así: la música en Guanacaste desde hace mucho está nutrida de una amplia diversidad cultural. En palabras del escritor Quince Duncan, de una identidad “triétnica”.
Hablar de música en Guanacaste es sinónimo de memoria e identidad. En mi labor, ambos conceptos han sido esenciales como eje para las nuevas composiciones, pues, ¿cómo renovar lo que no se conoce?
Cabe resaltar que la memoria colectiva guanacasteca se manifiesta de muchas maneras: a veces, de forma evidente en músicas que evocan cuentos y leyendas, quizá incluso realidades que ya se quedan un tanto lejanas para las nuevas generaciones.

Uno no termina de comprender Pampa hasta que presencia un atardecer rojizo en la bajura, ni termina de entender Luna liberiana hasta que camina en una noche de luna por las calles de Liberia. En otros casos, la memoria se manifiesta de manera sutil o quizá más actualizada, con lenguaje más accesible para las juventudes, pero siempre presente e influyendo en la construcción de nuevas estéticas. Lo nuevo no está en conflicto con la tradición, sino que pueden dialogar y enriquecerse mutuamente.
Desde mi visión, podría afirmar que, en los últimos años, la escena musical guanacasteca ha experimentado un cambio significativo comparado a la época dorada del siglo pasado. El acceso a nuevas herramientas tecnológicas ha permitido la documentación y difusión de la música a través de grabaciones y redes sociales, sin embargo, no todo es color de rosa.
El “avance” también ha traído nuevos retos y desafíos, siendo uno de los más grandes la gentrificación, que obliga a muchos y muchas artistas a interpretar música complaciente, mayormente en inglés, para asegurar su supervivencia laboral, excluyendo a gran parte del público local, alejándose de las expresiones autóctonas y desplazando la creación de músicas originales, siendo este un ejemplo más de violencia económica. Ahora más que nunca resuenan en mí las palabras de Jaime Gamboa cuando dijo “no conozco Guanacaste con rótulos en inglés”.
Reinterpretar la tradición de Guanacaste
Hoy, en Guanacaste conviven nuevos sonidos con la música tradicional a través de fusiones contemporáneas que incluyen otros géneros y ritmos populares. Se han desarrollado nuevas formas de interpretar la marimba y el quijongo electroacústico, y el cajón peruano ya es infaltable, a la vez que surgen nuevas agrupaciones con formatos innovadores que vienen a refrescar nuestra estética.
Es para mí vital mencionar el álbum colaborativo Dínamo Guanacaste, el cual podría ser descrito como una fotografía musical de la escena actual guanacasteca. Reúne gran variedad de autores, autoras e intérpretes de gran calidad que sostienen un vínculo con esta provincia.
Este álbum pasa por muchos matices, poesías y géneros, desde las músicas regionales, cumbias y boleros (que para nadie es un secreto que desde hace mucho se interpretan en Guanacaste) hasta balada pop, comparsa y candombe. Tuve la oportunidad de aportar en esta obra como intérprete y compositor y diría que es una pieza indispensable para la comprensión de nuestra identidad multicultural actual.
Espacios e iniciativas para la música
En Guanacaste los espacios dedicados a la promoción y difusión de la cultura juegan un papel crucial en el fortalecimiento de la escena artística. La educación formal y no formal juegan un papel clave en la continuidad de nuestras músicas. Instituciones que merecen ser fortalecidas como los Centros Cívicos por la Paz, Sinem y universidades públicas han impulsado la divulgación cultural en Guanacaste.
Los saberes comunitarios también son esenciales en este ecosistema. Muchos se transmiten de forma oral e intergeneracional por maestras y maestros de gran trayectoria, así como jóvenes conocedores de nuestro arte. Esta relación permite que las nuevas generaciones no solo reciban conocimientos, sino que también los reinterpreten, los tomen en sus propias manos y los transformen según su contexto.

La cultura en Guanacaste no es algo que se limite a solo piezas de museo congeladas en una vitrina, sino que está en constante movimiento. En este aspecto, incluso algunos lugares dentro de la provincia tienen sus propios estilos específicos que son clave. Santa Cruz, Nicoya, Liberia y las costas, entre otras zonas, con sus diversas identidades son un claro reflejo de nuestra gran red musical viva. Quizá ya sería tiempo de comenzar a hablar de guanacastequidades.
¿Cómo será la música de Guanacaste en el futuro?
Guanacaste es epicentro de expresiones vibrantes, estridentes, románticas, fiesteras y rebeldes. Con el avance de nuevas tecnologías, el panorama promete una explosión de propuestas innovadoras. No solo veremos nuevos estilos, sino más mujeres cantautoras, marimberas y quijongueras y una mayor presencia de la música como medio de resistencia, reflexión y festejo.
Es momento de explorar formatos como la canción, la bomba y la retahíla desde visiones antipatriarcales y decoloniales. Si bien es cierto que nuestra identidad ha estado bien definida desde hace mucho, también es hora de dejar atrás narrativas machistas y violentas, las cuales con facilidad encontramos a menudo en nuestro cancionero.
También es tiempo de recordar que el arte sin conciencia corre el riesgo de convertirse en ornamentos vacíos y tiempo de permitirnos construir nuestras expresiones culturales desde nuevas perspectivas más inclusivas y conscientes.
