
A la presentación del libro Que todo arda, escrito por el nicaragüense Israel Lewites Cornejo, no llegaron muchos de sus compatriotas. A unas horas del evento, varios amigos– exiliados– de Lewites se disculparon por no asistir, debido a motivos de seguridad.
Luego del asesinato de Roberto Samcam, en junio de este año, el terror se apoderó de la diáspora nicaragüense, lo que ha provocado que no se concentre en lugares públicos en Costa Rica, donde se critique el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
El libro Que todo arda, publicado por Encino Ediciones en una reedición en Costa Rica, es precisamente eso: “Una denuncia entretenida sobre la cruel y surrealista dictadura que nos desgobierna”, en palabras del autor.
El libro es una novela satírica que mezcla con mucho humor la política y la superstición. Mediante el escrito se revelan mecanismos de poder que, aunque parecieran ficción, resuenan dolorosamente con dinámicas actuales del autoritarismo nicaragüense.

El apellido Lewites no es desconocido en la política contemporánea de Nicaragua. Dos de los tíos de Israel fallecieron mientras se oponían a los regímenes de turno en Nicaragua.
El primero, Israel Lewites Rodríguez, durante la insurrección (1977) contra la dinastía somocista; el segundo, Herty Lewites, a unos meses de participar como candidato presidencial en las elecciones de 2006, cuando regresó al poder Daniel Ortega.
“Sería una afrenta que ni siquiera tengamos el valor de hablar”, responde Israel Lewites cuando se le pregunta si no teme por su seguridad. “Hemos decidido asumir los riesgos… Toca dar la cara y dar la lucha en el área de las ideas y de la comunicación”, agrega.
En esta entrevista, conversamos con Israel Lewites –ingeniero, empresario, activista político y videasta– sobre cómo llega el libro a Costa Rica (se puede encontrar en Librería Internacional), el estilo que presenta y los peligros que enfrenta de parte de la dictadura Ortega-Murillo.

– ¿Cómo llega este libro a Costa Rica?
― El libro se lanza en Nicaragua 2020, en un PDF gratuito. Tuvo más de 10 mil descargas. Luego, para recuperar un poco de inversión, se hizo un tiraje de 400 ejemplares. Pero era súper raro, porque casi era como traficar con los libros. La gente tenía miedo que tomaran represalias contra ellos, porque es un libro altamente subversivo. Era como que estaban comprando droga.
“El libro se movía discretamente, y en una ocasión Carla Pravisani (a quien Israel conoció como equipo de campaña presidencial de Herty Lewites en 2006), en un taller que impartía, uno de los alumnos le sugirió que estudiaran el libro. Carla le dijo que me conocía y luego se dieron cuenta de que no era fácil de conseguir. Entonces, de ahí sentimos que era necesario una reedición en Costa Rica.
–¿Qué se puede encontrar en el libro?
― Es un libro entretenido. Tiene misterio, acción, aventura, pero algo entretenido no necesariamente tiene que ser superficial. En el trasfondo de estas páginas hay una denuncia a los mecanismos del poder y particularmente a la estrambótica dictadura nicaragüense. Es un libro que se lee fácil. Mucha gente me ha hablado que en una sola sentada lo leen. Parece un libro de cuentos, porque cada capítulo parece independiente del otro y tienen, digamos, un arco conclusivo. Pero ya luego se conectan y te das cuenta que forma parte de una misma historia.
– ¿Qué le motivó a escribirlo?
– Este nace al inicio como una idea mía loca de actualizar el concepto de radiocuento. Los cuentos que escuchaba en mi infancia. Yo quería hacer algo similar, pero con un formato más contemporáneo y con tramas un poco más sofisticadas. Empecé a escribir el primer capítulo y lo iba compartiendo con mi familia por WhatsApp, porque yo no miro a mi papá desde 2018 porque me fui a vivir a Panamá.
“Entonces, enviaba capsulitas en audios para comunicarme con ellos, que me escucharan la voz y entretenerlos. Por eso es que en el libro hay capítulos que se pueden leer como en 5 minutos. Y ellos ellos me decían, ‘¿Ey, ¿y qué viene después?’, y yo notaba que si los dejaba picados e iba por el camino correcto. Entonces empieza como un juego familiar para sobrevivir al exilio.
“Para mí era una manera de caminar por las calles de mi país al que tanto extraño. Ya que yo no podía ir ahí físicamente, en esas horas que escribía me transportaba a Diriomo, al volcán Masaya, a Granada, a Managua. Era verdaderamente una herramienta para mediar con la soledad y la tristeza del exilio. Y cuando me di cuenta, de broma en broma, ya tenía un manuscrito completo.”.
―¿Por qué narrar desde la ficción una realidad tan cruel?
― Siento que tiene la posibilidad de llevarnos a través de una diversidad de emociones, a través de una representación de la realidad. Creo que el periodismo o la crónica tienen una función valiosísima. Pero siento que la literatura puede complementarlo y aparte volcar una serie de aspectos de la cultura nica que son relevantes para conservar. Por ejemplo, el humor, del que hemos hecho una herramienta fundamental para sobrellevar el trauma, las vicisitudes y la vida complicada que nos ha tocado enfrentar como país.
“Entonces, es esa realidad exagerada que uno describe, con los estímulos hiperamplificados, la que eventualmente te permite tener una experiencia emocionalmente similar a la que vive un nica”.
