Antes de que las artes llegaran a su vida, María Enriqueta Guardia era una niña curiosa que, impulsada por sus papás, no le perdía detalles a las cosas: los colores, las formas, las tonalidades, las texturas…; siempre con un especial interés por la naturaleza, con la que estaba en contacto a menudo. Cuando le correspondió, se decantó por estudiar pintura y, desde entonces, le ha dedicado su vida a observar, enseñar y preservar la memoria de la plástica costarricense.
Su vida se extiende por 79 años, pero su memoria recorre varios siglos de pintura, escultura, grabado y otras artes, así como historias de artistas olvidados, balazos en cuadros, pintores inexistentes y un sinfín de temas que hacen que cualquier conversación con ella se extienda por horas.
Investigadora, curadora, escritora, docente y gestora, su legado no solo está en libros, catálogos y exposiciones, sino también en un proyecto singular que mantiene viva la historia artística del país en la era digital: el sitio web Pincel.cr, pinacoteca o museo virtual de arte costarricense.

Un archivo, una misión
Ya como profesora de apreciación de las artes en la Universidad de Costa Rica, comprendió que la enseñanza del arte nacional tenía un vacío fundamental: una enorme falta de imágenes para estudiar a los artistas del país. Muchas obras estaban en colecciones privadas, dispersas o mal documentadas. Una buena parte de ellas no aparecían en los libros, y otras eran simplemente desconocidas.

Así nació la primera investigación que, muchos años después, daría cabida a Pincel.cr; fue la construcción de un banco de imágenes que le serviría al alumnado para adentrarse en qué pasaba en nuestras artes visuales. Junto a su compañera de mil búsquedas, la también profesora Floria Barrionuevo, fotografiaron obras en toda lugar que había, podían y las dejaban; además de recopilar información básica para la tarea como fechas, medidas, técnicas, procedencias, firmas, estilos.
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De allí nacieron libros de diapositivas para los cursos universitarios y también publicaciones especializadas en arte precolombino, acuarela, paisaje y escultura, por ejemplo, así como obras sobre artistas puntuales como Teodorico Quirós, Tomás Povedano de Arcos y Alexander Bierig, entre otros.
Como dos hormigas que no cesan en su objetivo, durante años persistieron en su esfuerzo: se ganaban la confianza de personas que las dejaban ir a sus casas a fotografiar las obras bajo su resguardo, luego buscaban dónde revelar las diapositivas.
A veces les prestaban máquinas y en otras ocasiones debían mandar a revelar los rollos a Estados Unidos por medio de la Kodak. Asimismo, registraban exposiciones y hablaban con artista, no solo los consumados, sino nuevas figuras que se iban incorporando a su acervo visual, que era el de los estudiantes de la UCR también.

A partir del segundo lustro de los años 90, con la llegada del Internet y los cambios en las tecnologías, se impuso el cambio a lo digital. La investigación no se detuvo, por supuesto, ya que la nueva era les dio otras posibilidades y desafíos. Con la guía de especialistas en Internet, digitalización y otros procesos, comenzaron esos proyectos para los años siguientes.
Fueron años de mucho trabajo para Guardia porque, aparte de las clases a tiempo completo en la UCR, trabajaba en estos proyectos de investigación e investigaba, organizaba y montaba exposiciones de artes visuales.
Pincel, puerta de entrada al arte de Costa Rica
Ya pensionada y siempre inquieta, siguió trabajando en la idea de divulgar el arte costarricense en la red de redes. Desde los años 2000 estaba convencida de que debía ser una plataforma virtual, una página a la que tuviera acceso toda aquella persona que quisiese hacer. En el 2018 nació la Pinacoteca Costarricense Electrónica a la que se ingresa con la dirección pincel.cr o artecostarica.cr, con base en el banco de imágenes e información que había ido recopilando y otras más recientes que reunió.

“La idea es que fuera un museo virtual, no solamente una base de datos con las imágenes, los datos y la información que teníamos del artista”, detalló su gestora, quien financia con sus recursos la existencia de este espacio.
El acrónimo, Pincel, fue idea del folclorista Dionisio Cabal. La investigadora quería que la gente no lo olvidara y que cuando la gente ponga en buscadores arte costarricense el sitio saliera entre los primeros resultados, como pasa en la actualidad.
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Por supuesto, sabe que la iniciativa necesita un refrescamiento. Guardia trabaja en una nueva versión del sitio: no solo más fresco, sino con más información y más fácil de gestionar para ella misma. Se viene un Pincel renovado.

Sus ambiciones no acaban allí, trabaja en una línea de tiempo del arte de Costa Rica que le añadirá al proyecto. “Eso también es un homenaje al arte nacional”, afirma. Además, escribe un libro biográfico de un persona fascinante y tiene en fila innumerable cantidad de temas para artículos, que va publicando en Áncora de La Nación o la Revista Nacional de Cultura.
Su legado es claro: aprender del arte nacional y mirar con atención, así como aprendió de niña. Toda una guardiana de la memoria de las artes visuales.