Durante noviembre, el Teatro de La Aduana presentó Revolucionarias. El espectáculo musical recorre la vida de Sandra Cauffman, una costarricense que superó prejuicios hasta convertirse en una destacada científica de la NASA. La directora Liubov R. Otto cumplió el reto de articular el trabajo de artistas y colaboradores para consolidar uno de los montajes más relevantes de la temporada 2021.
-¿Cómo fue el reto de materializar Revolucionarias?
-Revolucionarias fue un proyecto solicitado por la Compañía Nacional de Teatro (CNT). Los criterios que la Compañía aportó perfilaban un espectáculo que debía ser protagonizado por mujeres costarricenses que impactaron nuestra historia.
A partir de lo anterior, propuse motores de búsqueda tales como la cultura urbana y la vestimenta de mujeres transgresoras. También, la música nacional, la disrupción de lo establecido en el teatro musical de Broadway y el trabajo de diseñadores en la línea de Ella Boucht, Arturo Obegero, Raf Simons y Moses Gauntlett Cheng.
El resto fue conciliar estos insumos con el apoyo de mi equipo y, principalmente, de Mileney Ching, mi asistente de dirección. Durante esta etapa solía dibujar esquemas y cosas que solo yo entendía. En ocasiones, permanecía de pie frente al escenario, por horas, y no era hasta que me reunía con las intérpretes que todo adquiría su verdadera forma.

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-La intensidad de tus actrices fue fundamental para atrapar la mirada del público. ¿Cómo lograste mantener al tope ese compromiso energético?
-Observar la personalidad interpretativa de las artistas fue clave para lograr ese compromiso. Desde la dirección, monté el esqueleto del movimiento de las escenas. Esta base se fue rellenando con el baile, las interacciones y el canto. De ese modo, el crecimiento energético se ganó paulatinamente.
Le pedí a las actrices porcentajes de energía para cada circunstancia. En función debían de dar su cien por ciento; no más, ya que se podrían lesionar y no menos, ya que no llegarían al tope requerido. También fueron determinantes las relaciones interpersonales sanas y un espacio de confianza. Esto permitió que el resultado final llegara a ser el deseado.
-En la música de Revolucionarias se deposita buena parte de la carga ideológica que atraviesa el espectáculo. ¿Se puso la acción dramática al servicio de la música o sucedió lo contrario?
-La gran ventaja de realizar un proyecto original es la de establecer metodologías a la medida. En este caso, creamos en conjunto con la mayor simultaneidad posible. En primera instancia, realicé un diseño para cada escena en el que vinculaba el género musical con los contenidos discursivos y narrativos.
Luego, las letristas trabajaron conmigo, a fin de que el contenido discursivo se expresara de la forma que requerían los distintos momentos dramáticos. A partir de allí, las letristas trabajaron con la compositora, quien adecuó las letras a la propuesta musical. Yo acompañé este proceso para facilitar los acuerdos finales en cuanto a necesidades escénicas como pausas, dilaciones o prolongaciones.

-En el discurso de la obra hay un énfasis del “sí se puede”, que se vincula con las aspiraciones de las mujeres. Sin embargo, el espectáculo también denuncia el “no se puede” tan frecuente en las sociedades patriarcales. ¿Cuáles son las acciones posibles del arte escénico frente a este doble reto?
-Hacer teatro es un acto político per se. No importa tu discurso o necesidad estética. Solo importa tu honestidad con respecto a tu creación y qué tan dispuesta estés a no quebrantar tu espíritu durante el proceso. Un asunto muy concreto para mí es accionar frente al acoso sexual, la discriminación o la falta de presupuesto en el marco de los proyectos escénicos.
Además, debemos proponer algo para que no tengamos que escuchar a nuestros políticos repitiendo la irresponsable pregunta: ¿Acaso el arte es necesario? Yo no podría definir una acción concreta en este apartado. Solo puedo invitar a las personas artistas a no tener miedo de mostrar la cara, denunciar y ser consecuentes.
-“Mujer” y “revolución” son dos términos indisolubles en el contexto de las luchas feministas. ¿Son las revoluciones de las mujeres las más urgentes hoy?
-Es urgente erradicar muchos de los comportamientos que nuestras sociedades abrazan. Si esto es una revolución de las mujeres, no lo sé. Preferiría decir que es una revolución por los sectores históricamente minimizados y agredidos. Pensarnos seccionados por conceptos relacionados con el género binario está fuera de lugar.
Es verdad que en Revolucionarias estamos contando los conflictos y logros de algunas mujeres transgresoras de la historia costarricense, pero eso no debería hacernos perder de vista que sus luchas fueron dadas en su tiempo y su contexto. En este momento, me resulta vital difuminar el género para disolver los estereotipos heteronormativos que limitan el cambio. La revolución debe de llegar a ser un discurso común, no solo de las mujeres.
Acotación al margen
Marysela Zamora, Directora de la CNT
“Revolucionarias se basa en la idea de que las mujeres necesitamos contar nuestras propias historias. Dacia Maraini señalaba que “las mujeres, cuando mueren, lo hacen para siempre; sometidas al doble fin de la carne y del olvido”. Esta doble mortalidad la enfrenta no sólo nuestra memoria, sino nuestros problemas que siguen vigentes. Tenemos un mandato de escribir nuevas historias, por nuevas voces, las historias que se leerán en el futuro, las de las mujeres valientes, anónimas y conocidas”.