
“He vivido en una plenitud ardiente, aun en épocas sombrías: dramas hogareños, miseria, persecuciones... He saboreado regocijos compensadores al amar a Dios en el regalo de sus criaturas y en la bendición del trabajo. Así, he dispuesto siempre del amuleto para la conquista diaria de la felicidad“.
Recientemente, la Asamblea Legislativa honró a la gran humanista Lilia Ramos Valverde con la distinción de Benemérita de la Patria. Pocas veces en la historia de los benemeritazgos patrios se puede señalar a alguien con tantísimos méritos para merecer este importante reconocimiento. En efecto, Lilia Ramos es el claro ejemplo de toda una vida dedicada al servicio desinteresado y altruista en beneficio de los demás, a la formación integral del ser humano y al fortalecimiento y difusión de las más nobles expresiones de nuestra cultura.
Lilia es el resultado de la alta calidad de la educación costarricense de la primera mitad del siglo XX, que forjó toda una generación de ilustres pensadores, científicos, artistas y literatos de la talla de Vicente Sáenz, José Basileo Acuña, Roberto Brenes Mesén, Carlos Gagini, Eunice Odio, Clorito Picado, Mario Sancho, Yolanda Oreamuno, Daniel Gallegos, Abelardo Bonilla, Joaquín García Monge, Max Jiménez, etc., quienes contribuyeron a cimentar las bases de la Costa Rica moderna.

Primera psicóloga costarricense
Lilia estudió Psicología en Columbia University y en Harvard University; Psicoanálisis en el Institute for Living y en la New School for Social Research obtuvo el Diploma de Auxiliar de Psiquiatría y Educación Terapéutica. También estudió Psicología profunda en la Sorbona, con Jean Piaget (Escuelas Martenot y Asociación Montessori) y con eminentes psicólogos de Lausana, Ginebra y Barcelona. Trabajó en rehabilitación de menores con perturbaciones afectivas en el Hospital San Pablo de Barcelona. Estudió Tiflología en el New York Institute for the Education of the Blind y en el Jewish Braille Institute for America.
Aunque le ofrecieron magníficas oportunidades de trabajo en los Estados Unidos, prefirió regresar para ponerse al servicio de la patria. Se constituyó así en la primera mujer profesional en Psicología en el país.
La vocación docente ocupó un lugar muy importante en la vida de Lilia, por su amor a la niñez y a la humanidad en general. Desde 1924, cuando fue maestra de la Escuela Vitalia Madrigal, buscó el apoyo del Departamento de Salubridad (después Ministerio de Salud) y de varios médicos para que la auxiliaran, pues en sus visitas a los hogares pobres había comprobado las grandes carencias en el cuidado de la salud que tenían los niños y sus familias.
Consciente de la grave responsabilidad de educar a las criaturas y sus progenitores, en 1924 fundó la primera Escuela para Padres que hubo en el país, con sedes en San José y Nicoya, la cual estuvo activa por 40 años.
Fue pionera en proponer que se impartieran cursos de educación sexual a los jóvenes, iniciativa que fue rechazada en su momento, aunque años después esta disciplina se incorporó al sistema educativo.

Impartió numerosos cursos de actualización al personal docente en visitas a escuelas de todo el país y del extranjero, en las áreas de pedagogía, psicopedagogía y psicohigiene, ofreciéndoles, además, materiales útiles y ampliando los conocimientos de los maestros en esos campos de acción y en la cultura en general.
Participó con varios educadores que organizaron una asociación para impulsar mejoras dentro del magisterio. El 7 de agosto de 1936 se eligió la directiva, sin presidente, de Maestros Unidos, que fue la antecesora de la ANDE.
Respecto de las políticas educativas, abogó por el bienestar y el respeto a los niños, la calidad de la enseñanza, la igualdad de oportunidades y la influencia del magisterio en la formación de los ciudadanos. Destacó y estimuló la labor de maestros sobresalientes. En cuestiones políticas, defendió la democracia en contra de las ideologías extranjeras; condenó las tiranías; luchó por preservar los valores patrios y la libertad, con base en los grandes principios universales.
En 1954, denunció la terrible gravedad de los hechos en el Dormitorio Soldati, un centro correccional de menores que estaba manejado por sujetos funestos que sometían a los niños a castigos espantosos, mala alimentación y perversiones sexuales.
Varias personas conocían la situación, pero fueron acallados con amenazas de muerte. Lilia obtuvo los datos de historiales del Hospital San Juan de Dios, donde constaban las vejaciones sufridas por los niños y emprendió una batalla por la prensa y la radio para denunciar a la organización de delincuentes que estaba a cargo de ese centro. El procurador penal de la República los condenó y la Corte Suprema de Justicia tuvo que destituir al director, quien era juez de menores. Ya antes, en 1951, había promovido y logrado la expulsión del país de un conocido corruptor de menores venezolano.
Su labor humanitaria se extendió a ciegos y amblíopes, niños abandonados, delincuentes, poliomielíticos, hijos de leprosos, deficientes mentales, con trastornos del habla, etc.

Lilia Ramos como escritora y editora
Lilia Ramos fue una escritora prolífica. Su vasta y erudita producción literaria comprende obras de psicología y psicopedagogía, literatura infantil, ensayos, antologías, numerosos artículos en revistas y periódicos, memorias, epistolarios, etc., que han sido recogidas en sus Obras completas (V tomos), las cuales están en proceso de publicación en la Editorial de la Universidad de Costa Rica (EUCR).
Cuando los licenciados Fernando Volio Jiménez y Alberto Cañas redactaron una ley tendiente a fundar una editorial, la convocaron para analizar el proyecto de fundación de la Editorial Costa Rica, de la cual fue cofundadora y directora ad honorempor siete años. En 1962 participó activamente en el otorgamiento de galardones destinados a creadores nacionales, y desde esa fecha se vienen adjudicando anualmente los Premios Nacionales.
Participó en numerosas sociedades culturales, tanto en Costa Rica como en el extranjero. Entre otras, fue cofundadora de la Sociedad Latinoamericana de Escritores, con sede en México, y del Instituto de Literatura Infantil y Juvenil; primera presidenta de FADECA (Federación de Asociaciones de Escritores de Centroamérica); Presidenta Honoraria Vitalicia de la Asociación Nacional de Autores, ANDA; representante en Costa Rica del Centro Internacional de Estudios Pedagógicos de la Universidad de París; representante de Letras Femeninas, de la Asociación de Literatura Femenina Hispánica, delegada del Internacional Board of Books for Young People de Viena. También fue miembro de muchas otras organizaciones científicas, filantrópicas, sociales, culturales y literarias.
Lilia Ramos sigue siendo la única mujer a quien se le han conferido todos los máximos galardones de la patria, y la primera mujer a la que se le otorgó el Premio Magón de Cultura. Obtuvo el Premio Nacional Aquileo Echeverría, el Premio Carlos Gagini; el Premio Fernández Ferraz. Fue declarada Ciudadana de Honor por la Municipalidad de San José. También fue honrada con la condecoración Andrés Bello, otorgada por el Gobierno de Venezuela y en 1991 se bautizó el Jardín de Niños Lilia Ramos, entre otras preseas.

Difusora de la cultura costarricense
La respetada intelectual se empeñó en dar a conocer la producción literaria, artística y científica costarricense en diversos países americanos y europeos. Aprovechaba sus viajes y asistencia a congresos y foros para repartir libros y folletos a universidades y personas interesadasen el acervo cultural de la nación. Entre las instituciones beneficiadas están: el Instituto de Estudios Hispánicos, Portugueses e Hispanoamericanos de Utrecht, Holanda; el Salón de la Reina del Museo Británico; el Departamento de Cultura del Distrito Federal de México; la Sociedad Puertorriqueña de Periodistas y Escritores; la Biblioteca del Congreso, Washington D.C.; la Biblioteca Pública de Nueva York, etc. También estableció vínculos entre autores nacionales y extranjeros.
Lilia Ramos fue una persona auténtica, franca y valiente. Vivió en la consecución de los más altos ideales humanistas e intelectuales, teniendo en cuenta que las ideas no proceden exclusivamente de la inteligencia, sino que también son producto de las facultades espirituales del ser humano. Dotada de muchos talentos, supo hacer buen uso de ellos, pues pensaba que «la vida no le llega a uno con un sentido, sino que en su transcurrir le otorga a la persona una serie de potencias, de recursos, para que uno sea quien le dé un sentido». Está claro que logró con creces darle sentido a su vida, la cual se centró en el servicio a los demás.
La designación de Benemérita de la Patria a esta mujer excepcional le hace justicia, pues Lilia Ramos reúne los valores intelectuales y morales y el espíritu de servicio a la patria que debe tener quien sea objeto de tan importante presea.
Indudablemente, una trayectoria vital tan plena y meritoria como la de Lilia Ramos ha de servir de faro para las nuevas generaciones, que tanto necesitan del ejemplo de figuras señeras que los inspiren y fortalezcan y que los guíen en la consecución de sus más altos ideales.
