Desde 1970, las caricaturas e ilustraciones de Hugo Díaz Jiménez (1930-2001) poblaron las páginas de periódicos y libros impresos en Costa Rica. Díaz fue la hábil mano detrás de las caricaturas editoriales de La República y de Semanario Universidad; es reconocida su capacidad para plasmar con aguda precisión la fisonomía de las figuras públicas de la época.
También fue el artífice que dio forma a algunos de los personajes más entrañables de la literatura infantil costarricense, como Tío Conejo, Tío Coyote, la Cucarachita Mandinga, el Ratón Pérez o Cocorí.
Su vida se desenvolvió durante un periodo pleno de transformaciones políticas, sociales y económicas en Costa Rica. Nacido en 1930 en San José, murió en el 2001, en esta misma ciudad.
La suya fue una vida de 70 años (murió un mes antes de cumplir 71 años), durante los cuales registró las constancias y los cambios de su país. Su obra se inscribe dentro de la caricatura crítica latinoamericana que emerge en la década de 1960, la cual asume una postura antimperialista y denuncia las injusticias y desigualdades sociales.

El aspirante a caricaturista
La niñez de Hugo Díaz coincidió con los últimos años del llamado Periodo Reformista; tenía apenas 17 años cuando se registró la Guerra del 48. Creció en las inmediaciones de Plaza González Víquez, donde vivían sus padres, Carlos Díaz Muñoz (ebanista) y Delia Jiménez. Su tío político, Noé Solano Vargas (1899-1971) –destacado caricaturista de la década de 1930—, le enseñó los rudimentos de su oficio.
Cursó la primaria en la Escuela Juan Rudín y la secundaria en el Liceo de Costa Rica, donde tuvo como profesores de dibujo a Juan Manuel Sánchez Barrantes (1907-1990)y a Francisco Amighetti Ruiz (1907-1998). Desde temprana edad demostró gran capacidad para el dibujo. Sus primeros tanteos artísticos están influidos por el cine y las historietas. En su etapa colegial hizo caricaturas de sus profesores y compañeros para Vértice, revista editada por los alumnos del Liceo de Costa Rica. En 1944 publicó su primera caricatura editorial en La Hora.
Su juventud se enmarca en los primeros años del Estado Benefactor, durante la década de 1950. Inició estudios de Ingeniería en la Universidad de Costa Rica (UCR), pero no los concluyó. En esos años, se desempeñó como dibujante cartográfico (en la Dirección General de Estadística y Censos y en el Instituto Geográfico Nacional), como dibujante de ingeniería (Instituto Costarricense de Electricidad) y como publicista (Publicidad North y Publicidad Garnier). Durante las décadas de 1950 y 1960 enfrentó una gran dificultad para vender sus caricaturas a los medios de prensa.
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De acuerdo con Ana C. Sánchez Molina, especialista en la historia del humor gráfico costarricense, en los años treinta la caricatura experimentó una edad de oro, pero en los decenios de 1950 y 1960 atravesó un periodo de recesión. Esto se debió aque la prensa local prefería publicar tiras cómicas extranjeras (principalmente de Estados Unidos), pues la fabricación de los clichés para imprimir las imágenes tenía altos costos económicos.
El caricaturista profesional
Díaz se consolidó como caricaturista profesional en los setenta, cuando rondaba los cuarenta años. En 1970, varios eventos favorecieron su carrera: realizó su primera exposición individual en la Galería de la Dirección General de Artes y Letras (DGAL), obtuvo el galardón en caricatura humorística en el 1er Salón Anual de Caricatura Noé Solano y Manuel Formoso lo invitó a publicar sus caricaturas en el Semanario Universidad, nuevo medio de prensa de la UCR. A partir de 1972 se incorporóal periódico La República. La relación con estos dos periódicos se prolongó durante toda su vida.
Posteriormente, Díaz fue requerido por otros medios de prensa, como semanario Pueblo (1972-1979), Gentes ypaisajes (1976-1993), Contrapunto (1978-1990), La voz de ANDE (1981-1994) y semanario 8 días (1983-1986). La vinculación con la prensa fue esencial para el desarrollo de su actividad artística, dado que esta es la plataforma por excelencia de la caricatura editorial, además de que le garantizó cierta estabilidad laboral. Dada la diversidad de medios para los que laboró, Díaz adoptó identidades y seudónimos para cada uno, con el fin de respetar sus líneas editoriales. Así, era Díaz en Semanario Universidady en Gentes y Paisajes, Lalo en La República, Pancho en Pueblo y Tuto en semanario 8 días.
Durante la década de 1970, la caricatura experimentó un apogeo, debido al renovado interés de la prensa costarricense por publicar caricaturas de artistas locales, como respuesta a un contexto marcado por la turbulencia política y a la demanda de los públicos lectores. Además, la mejora en las técnicas de impresión abarató la reproducción de la imagen.
Asimismo, el campo cultural costarricense experimentó un crecimiento, como resultado del impacto de las políticas culturales del Estado Benefactor orientadas hacia el mecenazgo y la difusión. Este clima de florecimiento cultural favoreció la carrera de Díaz.
En este contexto, se organizaron espacios específicos para la caricatura, como el 1er Salón Anual de Caricatura Noé Solano (1970), el Festival del Humor como homenaje póstumo al maestro Noé Solano (1971) y el Salón de Caricatura convocado por la DGAL y Letras para rendir tributo al maestro Paco Hernández (1975).
Estos espacios operaron no solo como plataformas de difusión, sino también de legitimación y reconocimiento. Hugo Díaz, junto a los caricaturistas de su generación, participó en todos ellos. Aunado a esto, desde 1970, Díaz realizó con regularidad exhibiciones individuales de su obra.
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Díaz también participó en varias ediciones del Pabellón del Humor Gráfico de Montreal, Canadá (1968, 1971, 1972, 1973), un evento de carácter internacional en que caricaturistas de diversos países exponen sus trabajos.
En la edición de 1972, Díaz obtuvo el segundo premio en caricatura editorial por una obra dedicada a la reunión entre Mao Tse Tung y Richard Nixon, cuando este viajó a la República Popular de China. Ese galardón fue todo un suceso cultural en Costa Rica.
En 1977, Díaz recibió el Premio Nacional en Periodismo Joaquín García Monge correspondiente a 1976, por su labor en los medios de comunicación, lo cual significó la validación de una actividad creativa que se encuentra a medio camino entre las artes plásticas y el periodismo.
Poco más de veinte años después, en el 2000, Díaz recibiría el Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. De nuevo se reconocía la dimensión comunicacional de su obra. De hecho, para fundamentar sus caricaturas, Díaz mantuvo una rutina laboral que implicaba la lectura de diversos periódicos (nacionales y extranjeros), informes, así como el seguimiento de la actualidad.

En este sentido, es importante resaltar que el caricaturista editorial que se dio a conocer a partir de 1970 no surgió de la noche a la mañana, se habría formado como tal a lo largo de toda su vida, desde la niñez. Asimismo, los diversos trabajos que desempeñó antes de establecerse como caricaturista, le brindaron importantes perspectivas sobre la realidad de Costa Rica. Su primera profesión fue como dibujante cartográficoy sus caricaturas revelan que nunca dejó de serlo. Su gigantesca obra es una cartografía de Costa Rica; sus caricaturas diseccionan la realidad social y demográfica del país.
No es casual que el mapa sea un motivo recurrente en su obra y que nunca optó por crear un personaje (como Mafalda de Quino), sino que se decantó por la representación de tipologías sociales, es decir, personajes que aluden a comunidades o sectores sociales y mediante los cuales traza diversos aspectos de la idiosincrasia nacional. Así, eligió darle voz a la variedad de estratos sociales que conforman la totalidad de la ciudadanía.
En su conjunto, su obra es una crónica de las transformaciones que Costa Rica atravesó durante la segunda mitad del siglo XX; revelan los anhelos de modernización económica y los cambios ante la penetración de la cultura de masas estadounidense.
Gran parte de su obra aborda la fuerte polarización ideológica a raíz de la Guerra Fría, más adelante, sus caricaturas documentan la crisis del Estado Benefactor y las tentativas por desmantelarlo. Mediante sus caricaturas, Díaz siempre expresó su compromiso con los sectores sociales más vulnerables. Por eso, aunque asociamos su trabajo con lo humorístico, en su obra subyace un fuerte sentido trágico.

La exposición en el MAC
La exposición “Hugo Díaz: crónicas en tinta (1930-2001)” es organizada por el Museo de Arte Costarricense (MAC) y el Museo de la Universidad de Costa Rica (Museo UCR); se encuentra abierta al público en la Sala Herradura del MAC. Las obras expuestas pertenecen a la Colección de caricaturas Hugo Díaz Jiménez, la cual se encuentra integrado por casi 6000 ítems y es custodiada por el Museo UCR. La muestra recorre la vida de este artista, desde su niñez hasta su madurez como caricaturista profesional.
Laura M. Raabe Cercone es historiadora del arte, curadora de la exposición ‘Hugo Díaz: crónicas en tinta (1930-2001)’ y curadora del Museo de la Universidad de Costa Rica (Museo UCR)
