Conversaciones pendientes es un proceso artístico y relacional que crea espacios de encuentro y diálogo entre personas afrodescendientes, desde una perspectiva sensible, política y colectiva. En esta entrevista, las artistas costarricenses Aysha Morales y Lucía Levy nos cuentan cómo se originó el proyecto, cuál es su impacto y cuáles son sus perspectivas sobre la creación artística y sobre la afrodescendencia en Costa Rica.
Actualmente, una exposición sobre el tema, Conversaciones pendientes, está disponible en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC).
— ¿Cómo se ha desarrollado el proyecto? ¿Por qué este proyecto es importante?
— Aysha: Conversaciones pendientes nació de la relación de amistad entre Lucía y yo. Al inicio, compartimos nuestras vivencias sobre la experiencia de la negritud desde un lugar íntimo y personal, lo que nos permitió reflexionar sobre nuestra identidad como mujeres negras en este país. De esos intercambios surgió la intención de iniciar un proceso artístico que colocara al encuentro y al diálogo como ejes centrales de nuestra metodología de trabajo.
“Iniciamos con conversaciones en Puerto Viejo de Talamanca, luego realizamos una residencia en el MADC (Sala 4), posteriormente continuamos en el espacio artístico independiente Cero Uno y, finalmente, el MADC asumió la muestra del archivo en la Sala 1.1, consolidando el proceso.
“Este proyecto es importante porque busca darle un lugar a la sensibilidad de los cuerpos negros y afrodescendientes, algo que rara vez encuentra espacio dentro de las instituciones culturales de nuestro país. Al mismo tiempo, convoca al encuentro entre personas afrodescendientes, fortaleciendo comunidad y visibilizando la pluralidad de la negritud en Costa Rica.
“Para quienes vivimos la negritud, Conversaciones pendientes ofrece una representación distinta de nuestras identidades, abriendo la posibilidad de reconocernos en el espacio del museo desde nuestras vivencias y diversidades; y, para personas no racializadas, la muestra en Sala 1.1 ha significado una oportunidad de acercarse desde un lugar sensible y afectivo a una realidad que muchas veces resulta ajena o difícil de enfrentar, según nos han expresado".
—¿Por qué hablar de la afrodescendencia en plural? Y ¿De qué manera toca a un público nacional diverso?
—Lucía: Hablamos de la afrodescendencia en plural porque no existe una única forma de vivirla. Las experiencias afrodescendientes en Costa Rica son diversas: no todas las familias afrodescendientes provienen de Limón, también hay raíces en otras provincias, y cada historia genera realidades distintas. Esa pluralidad nos parece fundamental visibilizarla, porque enriquece la representación y rompe con la idea de una sola narrativa. Además, al reconocer la afrodescendencia como un espectro diverso, abrimos un espacio de diálogo con un público nacional más amplio.
“Aunque partimos de experiencias situadas en cuerpos racializados, las conversaciones que proponemos también tocan temas como el racismo, que no concierne solo a las personas negras, sino que es un asunto de país y nos involucra a todos”.
—¿Por qué se quería evitar que el proyecto sucediera para el día de la afrodescendencia?
—Aysha: Queríamos evitar que el proyecto se realizara únicamente en agosto, mes en el que las instituciones suelen concentrar sus actividades dirigidas a la población afro entorno al Mes Histórico de la Afrodescendencia y el Día de la Persona Negra y la Cultura Afrocostarricense (31 de agosto). El resto del año, esa visibilidad casi desaparece. Por eso decidimos llevarlo a cabo con la institución que estuviera dispuesta a acogerlo en otro momento, para abrir un espacio de reflexión que no dependiera de una fecha conmemorativa. Porque en este país, las personas afrodescendientes y negras existimos todo el año. Con el MADC logramos un punto medio: la exposición se inauguró en julio y, aunque incluye el mes de agosto, se extenderá hasta octubre.
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—El proyecto evita tomar un tono didáctico. ¿Por qué? ¿Qué es lo que propone en vez?
—Lucía: Cuando un proyecto que aborda la racialización no busca enseñar ni dar lecciones sobre lo que significa ser afro, abre la posibilidad de acercarnos desde otra postura: escuchar, admirar, sensibilizarnos y asumir una responsabilidad colectiva en la construcción de preguntas. Tomar un tono didáctico puede implicar una responsabilidad unilateral, cuando en realidad estamos buscando una conversación, y reflexión colectiva. Nuestro objetivo no es sostener una verdad absoluta ni un discurso cerrado sobre lo que significa ser una persona afro. En ese sentido, ponemos en el centro la escucha activa y las conversaciones circulares, donde todas las personas que se acercan puedan participar.
“De manera más personal, aprovecho la pregunta para abrir otra: ¿de quién es realmente la responsabilidad de educarnos sobre el racismo estructural en el que vivimos y sobre las experiencias de vida de las personas racializadas? Si todas las personas ocupamos una posición frente a estos temas, ¿no deberíamos también asumir de forma compartida la responsabilidad de transformarlos?“.
—¿De qué manera las prácticas artísticas contemporáneas aportan al abordaje de temas como las identidades afro?
—Aysha: Las prácticas artísticas contemporáneas aportan en el abordaje de las identidades afro al distanciarse de los discursos tradicionales y las representaciones estereotipadas. El arte contemporáneo no necesariamente busca definir o explicar estas identidades, sino abrir espacios para que se expresen desde sus complejidades, potencialidades y contradicciones. De esta manera, se convierte en una herramienta de resistencia y afirmación, pero también en una forma de reparación simbólica y de producción de nuevas narrativas.
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—¿Qué sienten que el proyecto ha generado en la gente? ¿Cuál ha sido su impacto?
—Lucía: El proyecto ha generado, ante todo, un espacio de resonancia y reconocimiento. Para muchas personas afro ha significado encontrarse con otras voces y experiencias en las que se ven reflejadas, fortaleciendo así un sentido de pertenencia y comunidad.
“Algo muy valioso ocurrió el día de la inauguración, que fue ver a un público diverso conversando abiertamente sobre el racismo en Costa Rica y sobre la experiencia sensible de la negritud. Ese día el impacto era evidente, se dio un primer paso hacia dejar de asumir una postura pasiva y comenzar a cuestionarnos colectivamente. Fue profundamente significativo ver a niñas, niños, personas adultas mayores y gente de diferentes regiones del país reunidos en una sala para sostener una conversación que, en lo cotidiano, muchas veces se evade. Ese encuentro nos mostró que abrir estos diálogos aporta a la construcción de identidad, de valores compartidos y de una sensibilidad colectiva que necesitamos seguir cultivando”.
—Las personas que visiten el MADC, ¿qué van a encontrar en la sala 1.1?
—Aysha: Al visitar la Sala 1.1, las personas se encontrarán con un espacio que fue pintado colectivamente por personas afro y que alberga la muestra de un archivo afrocentrado. Este archivo documenta el proceso de construcción de espacios de diálogo y encuentro en torno a la experiencia sensible de la negritud, que Conversaciones pendientes ha desarrollado durante año y medio, en complicidad con el MADC y Cero Uno.
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La muestra ‘Conversaciones pendientes’ está abierta al público en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo, de martes a sábados, 10 a. m. a 4:45 p. m., con entrada gratuita. Está abierta a todo público hasta el 11 de octubre.
Quienes deseen contactar con las artistas y saber más del proyecto pueden escribir al: conversacionespendientes.cr@gmail.com