Para visitar el taller de la artista costarricense Loida Pretiz Beaumont (1957), ubicado en las montañas de San Isidro de Heredia, hay que cruzar el umbral de su casa, traspasar la sala amueblada con estantes repletos de libros, un piano con historia y subir unos escalones.
Tales escalones sobresalen por su fuerte color rojo, pero sobre todo, por el texto pintado de blanco del poeta costarricense Carlos Bonilla: “Todo es símbolo, gesto, sacramento. La flor no es ella, sino que me las das, como me das el beso, el fuego, la mirada. Nuestro amor, un renovado rito”. Esta cita presagia el encuentro con el universo del taller.
Al mirar alrededor, se observa la mesa del comedor, centro de reunión de la familia que permite percibir la cocina que, junto con las plantas, jarrones y vasijas, agrega una gran calidez al ambiente. Las paredes rebosan trabajos de la artista y algunos otros cuadros, principalmente obsequios de las mujeres de la comunidad de Islita (Guanacaste), colegas y amigas de muchos años.
El taller se anuncia por la presencia de las maderas y las gubias que se mezclan con una variedad de recipientes de colores. La luz entra por los grandes ventanales y otra mesa de madera al centro, ubica al visitante en el corazón del taller. Y, por qué no, en el corazón de la casa.
Esta casa-taller o “espacio interior”, como lo llama el filósofo francés Gaston Bachelard (La poética del espacio), es tanto un sitio de refugio como un territorio vivo de habitación y trabajo, transfigurado en un área poblada de emociones y sentimientos, que terminan siendo el tema que la artista plasma en sus piezas de arte.
Las casas se construyen de muchas maneras y estilos; Loida Pretiz las reproduce no solo desde las emociones, sino que las dispone con maderas encontradas de otras casas, que lija, engoma y atornilla: las construye y reconstruye constantemente. Es tanto el gusto que la artista siente por estos nobles materiales, que en agosto del 2024 anotó: “Duele cuando botan casas de madera para construir, sin referencia alguna a la memoria de lo derribado; cuando se arrasan espacios con significado y se inundan de un comercio brutal sin controles o respeto por nuestra historia”.
A lo largo de su vida, Loida ha experimentado con diferentes técnicas y medios. Sentir el material y modelarlo es parte de su labor diaria; en particular trabaja la técnica del ensamblaje con extraordinaria maestría, que practica desde finales de la década de los ochenta del siglo pasado. Con seguridad la artista lo confirma: “Tengo más de treinta años de hacer arte con madera encontrada que rearmo para darle un nuevo sentido”.
Además, se ha nutrido del trabajo de varios artistas. Su afinidad con el pensamiento y la manera con que elaboran sus piezas le ha permitido crear no solo un fuerte vínculo artístico, sino también una gran afinidad emocional. Sobresalen entre otros, la escultora estadounidense Louise Nevelson (1899 – 1988), el uruguayo Joaquín Torres García (1874 – 1949) y los costarricenses Roberto Lizano (1951), Adolfo Siliézar (1952), Rolando Garita (1955), Marta Figueroa (1972) e Ivannia Lasso (1984).
El ensamblaje como lenguaje artístico
Pero, ¿qué es el ensamblaje? Es un lenguaje artístico que combina elementos bidimensionales y tridimensionales, con frecuencia objetos encontrados. Por medio de este, Pretiz transforma tablas, marcos de ventanas y puertas derribadas de otras casas, en los recuerdos que hoy conforman una única casa. También combina el ensamblaje de estas casas con proyectos más abstractos, donde la materia misma compone la pieza de arte.
En su más reciente exposición Casa (agosto de 2024, Museo Rafael Ángel Calderón Guardia) mostró sesenta piezas inéditas, elaboradas a partir de esta técnica. La curaduría estuvo a cargo del director del Museo, Luis Núñez Bohórquez, y de la historiadora del arte costarricense Ileana Alvarado Venegas, quien anota en el prólogo de la exposición: “La obra de Loida Pretiz es una muestra conmovedora, que nos transporta a ese trozo de madera como un material básico, que cobra vida bajo ese cariño en el que es trabajado por la artista, para darle un ‘significado’, significado de nostalgia, de pasado, de la búsqueda de sus orígenes. Nos permite reconstruir bajo el objeto encontrado una forma de contar sus vivencias y relatos. Pretiz es esa artista visual que desde hace varias décadas representa en su obra la temáticaintimista, reflejando los espacios en los que ha habitado, para lo cual sensibiliza en su obra con la madera como elemento principal”.
Hoy, en la feria de arte y diseño Viva el Arte (en Plaza del Sol), en su edición número XIX, Loida Pretiz es la artista invitada y en un espacio preferencial muestra sus trabajos elaborados a partir del ensamblaje. Con un nombre consolidado en la práctica artística Loida Pretiz o simplemente Loida, se ha vinculado a lo largo de su vida, a la docencia, la investigación, la capacitación y la promoción cultural.
Como artista visual, se formó en la Universidad de Costa Rica y se ha desempeñado en múltiples áreas, todas ellas afines con el arte en espacios que trascienden su taller. Desde esta otra faceta, se la ha visto involucrada con organizaciones y empresas donde ha asesorado y dirigido grupos en áreas rurales de Centro América y de Costa Rica, en particular.

Museo Islita: un proyecto comunitario
Sobresale un proyecto especial: la dirección del Museo Islita - Bejuco, Nandayure, cargo que desempeñó entre el 2003 y el 2014. Este es un museo de arte contemporáneo al aire libre en Guanacaste, Costa Rica. Su colección posee más de veinte piezas públicas y varias privadas, de artistas tanto de Islita y sus alrededores, como del resto del país, Centroamérica y Estados Unidos.
A lo largo de los años de trabajo en Islita, Loida Pretiz capacitó y coordinó la formación de un grupo cercano a las cuarenta personas, para que aprendieran y desarrollaran varios lenguajes artísticos. Algunos de los cuadros que cuelgan de las paredes de la casa de Loida Pretiz fueron ejecutados por estas mujeres, que encontraron en el arte, no solo una forma de comunicar sus vivencias, sino de apoyar económicamente a sus familias.
Siempre activa y, por supuesto, con el arte como hilo conductor, Loida Pretiz ha trabajado los últimos dos años como curadora de arte en una empresa de diseño que busca ser una vitrina de arte, artesanía y diseño nacional con identidad,articulando tradición con innovación.
Como elemento particular, acompaña la muestra de Loida Pretiz, algunas piezas elaboradas por mujeres que han sido parte del proceso de formación del Museo Islita, desde que inició el proyecto en el 2003. Estos colectivos con nombres tan sugerentes como melódicos se conocen como Las Papaturras, Bosquemar, Pintarte, Matrices y Cantarrias. Todas ellas fueron capacitadas, mediante encuentros y talleres, tanto por Pretiz, como por otros artistas, entre los que se destaca la participación de Sila Chanto, Paulina Ortiz, Rodolfo Morales, Mauricio Rodríguez y Rafael Ottón Solís.
Hoy, veintidós años después, continúan creando piezas para el turismo local y el diseño interno de casas y hoteles en Guanacaste. Sus trabajos son elaborados con diversas técnicas en la que sobresalen los temas de la historia local, su naturaleza y los objetos encontrados en la zona, en particular material orgánico de deshecho, como madera de la playa.
Loida: es un nombre corto y firme que se ha convertido en uno fácil de asociar, no solo con la artista, sino también con la persona que ha dedicado gran parte de su vida profesional a la formación y al desarrollo cultural en Costa Rica.
Flor de María Gallardo es historiadora de arte.
La Feria Viva el Arte se celebrará en Plaza del Sol del 16 al 18 de mayo, de 10 a. m. a 7 p. m. Se muestran obras de 30 artistas en distintas disciplinas.