
Don Paco Amighetti, como cariñosamente se le conocía, fue un asiduo caminante: se desplazó incansablemente por nuestro país y por regiones del mundo. Su mas excelso trayecto fue por los caminos del arte donde dejó inmensa huella, lo cual ha motivado que sea reconocido como uno de los artistas mas destacados de nuestra plástica y de nuestra literatura.
Amighetti dejó testimonio de su caminar en el texto titulado Francisco y los caminos, en el que confiesa en su Autorretrato poético: Yo, que he andado a pie por los caminos / me siento a la sombra fatigado / a mirar los que pasan caminando…
En ese trotar descubrió las ventanas: esas aberturas que nacieron con la arquitectura, que propician la entrada de la luz y que fracturan los límites que imponen las paredes, los muros y las murallas. Al mirarlas con profundidad, comprendió la inmensidad de su potencial simbólico en la relación interioridad/exterioridad, en tanto resquicio por donde se cuela desde un rayo de sol hasta un grito desgarrador.
Las ventanas -en su sentido ontológico- acompañaron el viaje del artista en su paso por la vida y participaron, desde los tempranos momentos de su existencia, como testigos de sus experiencias y de su comprensión de la realidad circundante. No en vano dijo el poeta: Mi universo es una ventana/el poema es también / la noche de la ventana.
En el volumen que aglutina su Obra Literaria, aparecen cuarenta y ocho versos alusivos al tema de las ventanas, lo cual funciona como leitmotiv, tanto en la poesía como en el grabado, disciplina que trabajó con pasión convirtiéndolo en el gran Maestro de esa especialidad.
Vida, luz y ventanas
Es posible reconstruir, verso a verso, la impronta que desde sus más tempranas vivencias dejaron en él las ventanas, tanto en su aprehensión del mundo como en la construcción de su identidad. Dice el poeta: Hay en mi casa unas ventanas (…) es la infancia / que se repite en cualquier momento. El poeta celebra ese despertar con estos versos: las manos que abren las ventanas / y me arreglan el lecho / el alba es una gran ventana. Y el paisaje entra en su aposento: la montaña de Escazú se asoma a mi ventana.

En estrecho enlace con lo anterior, la simbología de las ventanas está vigente en su proceso de maduración existencial. Muy significativa es la importancia de la luz que entra por las ventanas, como testigo de su despertar al quehacer plástico: fue la docencia de la luz / la que abrió mi alma a las ventanas. Es entonces cuando afirma la importancia de las ventanas en la arquitectura, pues con la ventana los arquitectos se volvieron pintores.
Hay emotivos versos que aluden a la relación de la ventana con aspectos de la condición humana. En ellos se percibe la ventana no sólo a partir de su importancia en la arquitectura como necesaria entrada de luz, sino que hacen un guiño a la conciencia del lector: hay casas en que la ventana /es el único cuadro colgado en la pared. En seguida, como necesidad antropológica, exclama: nos ahogaríamos, no seríamos hombres / sin la ventana del color del viento. Y desgarrador el siguiente verso: hasta a los seres recluidos en las cárceles / se les concede un pedazo de cielo y una ración de luz.
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Es tal la fuerza de las ventanas, que las concibe como lo que el corazón es al cuerpo en tanto motor de vitalidad, pues: si se arrancara la ventana / se quedaría el cuarto sin latidos; pues cuando no hay ventanas palpitando en las claridades, la fuerza vital no fluye.
La ventana es también recurso de salvación: con la ventana no estaríamos del todo presos. Y, finalmente, como opción de espiritualidad: con la ventana tendremos la fisonomía de Dios / y al asomarnos a ella rezaremos / aunque tengamos amargos los labios y endurecido el corazón.
Sabemos que no hay viaje sin dificultades que vencer. Así, en momentos importantes de su vida, como es la nostalgia de anhelos no cumplidos, su mención a las ventanas es significativo: nos ahogaríamos, no seríamos hombres / sin la ventana del color del viento / con las ventanas no estaríamos del todo presos.

Hacia el final del viaje
En el poema titulado Cerca de la ventana, y en una alusión a la cercanía de la muerte, dice el poeta: Me he quedado cerca de la ventana / porque ahí llega la noche.
En este su enfrentamiento con el destino inexorable del viaje final de la vida, expresa: Cuando todo se haya perdido, conservaré, sin embargo, mi ventana.
Consciente de que su vida languidece y en un acto de esperanza, concibe a a las ventanas como camino hacia la espiritualidad: Cuando todo se haya perdido / conservaré, sin embargo, mi ventana / con la ventana tendremos la fisonomía de Dios.
Letra, gubia y ventana
En Amighetti, la literatura y la plástica van de la mano y hacen eco. Tanto es así, que la angustia que presagia el dolor de la vejez, su obsesión por la muerte y la toma de conciencia del fin de su viaje por la vida, temas que cruzan su poemario, se van recreando, en forma paralela, en un tríptico titulado, no gratuitamente, Viaje hacia la noche (1988). En él, los tres grabados muestran -in crescendo- una secuencia que tiene como constante una efigie solitaria colocada en el centro de cada uno de los cuadros, como solitario es el encuentro con la muerte.
Vistos en detalle, en el primer grabado la figura sale de una puerta caminando hacia un espacio negro en formato de ventana. En el segundo, la figura ahora en medio de una calle oscura; a su lado tres insignificantes ventanas que se van desvaneciendo y se acentúa el color negro como presagio de la noche/muerte.
En el tercer cuadro predomina el color negro y destaca una figura, ahora espectro, que camina sobre una calavera, y que se dirige hacia un negro vacío quedando atrás dos figuras cabizbajas, unos perros ladrando y una ventana ahora oscura. En síntesis, mientras desaparecen las ventanas y decrece la luz, se acrecienta el color negro y la figura se aleja paulatinamente hacia un algo oscuro y profundo. Dice el poeta: Hay un camino, y lo andaré yo solo / el último trayecto / sin lazarillo, ciego hacia la nada.

Otro ejemplo por excelencia es el poema Las dos adolescentes, donde el texto poético describe, paso a paso, los contenidos, el espacio y la atmósfera de ese grabado: Hay una ventana horizontal y ancha. En la penumbra dos adolescentes leen poemas (…) En la ventana los adolescentes languidecen en el calor tropical. Estar frente a esta imagen y leer el poema es constatar como, en eco, se contempla la fuerza de la relación letra/gubia.
Palabras finales
Es imperativo recordar que su último grabado lleva como título La gran ventana. En un primer plano aparecen personajes -hombres y mujeres- que gozan en una cantina tomando licor. Desde esa ventana, en segundo plano y a la distancia, se observa una procesión religiosa, compuesta por figuras campesinas y por imágenes religiosas alusivas al momento. Es el enfrentamiento, de dos contextos culturales opuestos: la cantina/festejo y la religiosidad.
“En su trotar, descubrió las ventanas (...). Al mirarlas con profundidad, comprendió la inmensidad de su potencial simbólico en la relación interioridad/exterioridad, en tanto resquicio por donde se cuela desde un rayo de sol hasta un grito desgarrador”.
Francisco Amighetti recibió el Premio Magón por su obra literaria cuando, en ese entonces, esta distinción se concedía únicamente a los creadores literarios. En la actualidad, si bien Amighetti es más conocido por la plástica que por las letras, fue un Maestro en ambas disciplinas, las cuales cultivó hasta poco antes de su muerte.
Este recorrido por el extraordinario mundo de las ventanas de don Paco Amighetti tiene como propósito recordar y mantener vivas estas aristas de su legado al mundo de las artes plásticas y literarias. También, como un recordatorio para quienes opten por deleitarse con su legado poético y con su quehacer como grabador. Es un campo fecundo donde se muestra el entrelace de las dos actividades que este magno artista mas amó: el grabado y las letras.