
Allá por 1878, lo que fue Villa Vieja de la Concepción de Todos los Santos de Cubujuquí, era un pueblo, un pueblito con ínfulas de ciudad y en él había un templo al que llamaban La Inmaculada Concepción y una plaza frente a éste. Pero también en él vivían personajes importantes, entre ellos un hidalgo muy laborioso e imaginativo que entre otras cosas era militar, político, ingeniero y escultor. Fadrique Gutiérrez, que así se llamaba, decide realizar una fuente para el parque de la ciudad y toma a Neptuno como inspiración para su proyecto. Al dios greco-romano del mar lo esculpe montando sobre briosos corceles, mostrando su tridente como símbolo de su dominio para controlar el mar, causar terremotos y manipular las aguas a su antojo. Se dice que alrededor de la fuente esculpió algunas ninfas asociadas a la naturaleza. Estas bellas jóvenes fueron representadas como en la antigüedad greco-romana, semidesnudas. Pero eso era precisamente lo que la mentalidad provinciana y la intransigencia no podían soportar. Así que la leyenda urbana dice que, lideradas por el cura, las beatas de la ciudad destruyeron a golpes de picos y palos aquella bella fuente alegórica que atentaba contra su moral. Lastimosamente sólo queda una parte del dios sobre sus caballos y una porción de una de las ninfas, marcando así, un hito en el afán destructor de nuestro supuestamente pacífico pueblo.
La lista de los estragos es larga, pero de ella haré énfasis sólo en algunos hechos. No me voy a referir tampoco a la destrucción del patrimonio precolombino, porque eso no tiene nombre y se me revuelve el alma.

Los motivos de la ira no siempre son religiosos, la política interviene también en calentarle la cabeza a la gente. En 1917 el joven escultor Juan Ramón Bonilla, quien había estudiado en Italia, realiza un monumento a don Mauro Fernández que se coloca frente al Edificio Metálico. Sin embargo, en 1919, al caer la dictadura de los Tinoco, las turbas lo destruyen y como había poco que salvar, finalmente es demolido en 1920. Es lamentable que, aunque conocemos bastantes obras de él, hoy no contamos con ningún monumento de este insigne escultor cartaginés.
En 1930 le toca el turno a Francisco Zúñiga. Su tío Cayito Zúñiga, quien era párroco de la nueva iglesia de Santa Teresita, le encarga un mural para ésta. Entonces el joven escultor pinta el ábside de la iglesia. Muy pocos años después y al morir su tío, nadie sabe el por qué, deciden eliminar estas pinturas que había realizado este joven, que se convertiría luego en uno de nuestros más conocidos escultores allá en México. Para hacer más triste el asunto, de aquella gran pintura mural sólo queda una pequeñísima foto en blanco y negro de un periódico local.

También en los 30, el médico y empresario Luis Paulino Jiménez construye el Hotel Costa Rica y le encarga a uno de los más insignes arquitectos y pintores de Costa Rica que pinte un mural en el restaurant que iba a estar en el último piso de dicho edificio. José Francisco Salazar se da la tarea de pintar un gran mural alegórico a Baco, dios grecorromano de la vid y la fiesta. Cuando está realizándolo y está casi terminado, se entera de él quien que en ese momento era alcalde de la ciudad de San José, Ricardo Jiménez, e impide que esa pintura sea colocada en un lugar público ya que, al igual que sucedió en Heredia en el siglo XIX, aducía que iba contra la moral. Otra vez la mitología… Baco y las hermosas doncellas desnudas eran una afrenta. Así que este mural fue removido, aunque por dicha el pintor lo realizó en un panel movible y está preservado en una colección privada.
Manuel de la Cruz González pinta unos bellos murales alegóricos a la historia patria en instalaciones del Círculo de Amigos del Arte en 1937, sin embargo, al desalojar el local unos años después, éstos fueron demolidos. ¿No se le ocurriría al dueño del inmueble que eran además de estéticamente bellos, importantes? Imposible. Destruir y destruir es la consigna nacional.

Ahora le toca el turno al obelisco, monumento en honor a Cristóbal Colón que estaba en el paseo del mismo nombre. A los lados tenía relieves de cada una de las carabelas y en el frente la efigie del navegante. Estos relieves habían sido dibujados por Noé Solano y tallados originalmente por Rafael Sáenz. Fue en la fábrica de Adela, viuda de Jiménez, donde se hicieron los moldes para pasarlos al bronce y colocarlos en los costados del monumento. Este obelisco, que fue diseñado por Gonzalo Truque, fue demolido y nunca restituido, porque en nombre del progreso se hacen muchas locuras. Había que ampliar la calle y lógico, a nadie se le ocurrió que podían dejarlo en el centro. Lo único que nos queda de este monumento es una referencia oral: “del antiguo obelisco, cien varas al sur”. ¿Debemos conformarnos?
1953, Lucio Ranucci pinta un mural escenográfico de 13 metros para la toma de posesión de José Figueres. Destruido, sólo se conserva un pedazo de uno de los paneles.
1955, Flora Luján pinta un mural al fresco en la Escuela Normal, en Heredia. Cooperan con ella Margarita Bertheau y Floria Pinto. Desaparecido.

Margarita Bertheau realiza un mural en la Maternidad Carit en 1956, La Madre Soltera. Otra vez se impone la mojicatería y el falso recato. Otra vez, un aprendiz de brocha gorda borra nuestro patrimonio. Ese año de 1965 un grupo de artistas protestan en carta abierta dirigida a Maternidad Carit por destrucción del mural pintado por Margarita Bertheau y Frank Yglesias. Del mismo nos queda una mala foto en blanco y negro en un periódico que se dignó tomarla.
Pareciera que las entidades médicas no apreciaran el arte ya que la Clínica Francisco Bolaños en Heredia demuele en 1993 el gran mural pintado por Jorge Gallardo en 1956. Lo peor del asunto es que ni siquiera se inmutan ante la destrucción.
A principios de los años de 1960, el gobierno de Mario Echandi le encarga al escultor Néstor Zeledón Guzmán una escultura para colocar en el puesto fronterizo de Peñas Blancas. El artista concibe una obra abstracta en gran formato que llama El Abrazo, porque acoge al turista o al hermano que entra a nuestro territorio. Como el puesto fronterizo, años después, lo mueven unos metros, alguien toma la decisión de volarse la escultura. Bueno, primero hay que decir que antes de que un tractor del gobierno la destruyera completamente en el 2011, ya ésta había pasado por un proceso de pintorreajeado espantoso con esmalte azul y rojo brillantes.

¿Quién es responsable? Nadie es responsable, estamos ante un Fuenteovejuna a la tica.
¿Quién destruyó las obras? Fuenteovejuna, señor. ¿Quién es Fuenteovejuna? -Todo el pueblo a una.
1963, Felo García realiza un mural cerámico en el Edificio El Crisol, Calle 9. Los nuevos dueños, aparentemente unos orientales, remodelan y lo destruyen en el 2018.
1969, Teodorico Quirós pinta el mural Xibalbá para ser colocado en el Salón Diplomático en El Coco, pero al remodelarse el aeropuerto lo remueven y desde entonces ese mural ha estado deambulando por varias entidades gubernamentales. Hoy en día está en el ICT pero sus 5 paneles desmembrados, o sea, de nada sirvió restaurarlo y exponerlo en una retrospectiva realizada en 1995 en el Museo de Arte Costarricense y los Museos del Banco Central. Lo peor de todo es que el tema de este mural no ha sido comprendido.
Anteriormente decíamos que los motivos de la ira no siempre son religiosos, la política interviene también en calentarle la cabeza a la gente. Ese es el caso del Monumento al Sufragio que realizó Luis Umaña en Llano Grande de Cartago, ya que en 1974, recién inaugurado, fue incendiado y destruido. En 1998, 24 años después de destruido, el artista decide realizar de nuevo el Monumento al Sufragio. Pero, colmo de los colmos, en el año 2021 éste también fue destruido como el primero. Igual que la mentalidad provinciana y la intransigencia en el siglo XIX cuando no podían soportar unos desnudos, los fanáticos políticos que quieren borrar la historia siguen su camino con el afán destructor.

1975, José Sancho realiza una obra monumental ensamblada en La Chacarita, Puntarenas. Se destruyó por desidia Municipal.
El caso de los murales de Francisco Munguía es particular, ya que al estar realizados en paredes y muros que no siempre están bien preparados y pintadas con materiales industriales, éstos sufren de un deterioro prematuro. Ese es el caso del Carnaval de las artes, las letras y los números, mural pintado en el 2004 en el Cementerio Calvo. Sin embargo, en el caso de estas obras en espacios exteriores también hay una cuota de responsabilidad de las instituciones públicas.
En el 2018 un fatal accidente automovilístico destruye parcialmente Monumento a Garantías Sociales, sin embargo el Ministerio de Obras Públicas le encarga a la empresa Renoir la restauración. El artista Olger Villegas, lo interviene, modifica y -aunque diferente- éste se salva de la destrucción.
También en 2018, hallan bajo capas de pintura unos murales en el cielo de la Inmaculada Concepción de Heredia, del pintor español Monfort de quien fue ayudante el artista Manuel Argüello. Otra vez, algún aprendiz de brocha gorda borra nuestro patrimonio.
Después de 150 años, a Fadrique Gutiérrez no lo dejan en paz con ese afán destructor, ya que en el año 2023, la Municipalidad de Heredia destruye, esta vez, el nicho de calicanto de la antigua Fuente de Neptuno construida por él en siglo XIX. Esta demolición fue una orden del Instituto Nacional de Aprendizaje, sin embargo, el asunto pasó sin pena y sin gloria.
Así como en 1878 en lo que fue Villa Vieja de la Concepción de Todos los Santos de Cubujuquí se destruían esculturas por fanatismo, hoy, en el año de 2024, aquí en lo que fue Villa Nueva de la Boca del Monte, se siguen destruyendo por ignorancia. La leyenda urbana dice que, liderados por el contratista, sus ayudantes destruyeron a golpes de picos y palos y una poderosa sierra eléctrica, aquella mágica y bella Vaca alada, obra de Ángel Lara Vargas, situada frente al Hospital de Niños. Dejamos a miles de chiquillos sin un bello sueño.
¿Quién destruyó la obra? Fuenteovejuna, señor. ¿Quién es Fuenteovejuna? Todo el pueblo a una.