“Cuando vi el edificio de Mecatrónica me enamoré, ahí es donde quiero estar”. Con esta frase Ashley Torres Solano, estudiante de décimo año, describe sin titubear ni un segundo lo que quiere para su futuro. Esto lo narró al recordar el día que conoció el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) en Cartago.
Esta joven, alumna del colegio Elías Leiva Quirós de Cartago, explicó así cómo ha impactado su vida el ser parte de un programa dirigido a promover en las adolescentes el interés por la ciencia, uno de varios proyectos que existen en Costa Rica como una respuesta a la brecha de género a nivel laboral en las carreras llamadas STEM por sus siglas en inglés (Science, Technology, Engineering and Mathemathics).
Ashley, de 16 años, está en el último de tres años del programa Estrellaz, proyecto impulsado por la farmacéutica AstraZeneca que nació después de determinar que “Costa Rica tiene un enorme potencial en el desarrollo de personas en áreas STEM, pero aún existe una brecha muy importante de acceso para las mujeres”, explicó Mónica Solórzano, líder de Asuntos Externos y Comunicaciones de AstraZeneca para Centroamérica y el Caribe.
Estrellaz fue implementado en 2023 por AstraZeneca en colaboración con la Fundación Paniamor y el Ministerio de Educación Pública (MEP), y consiste en tres años de trabajo con alumnas de colegios de la Dirección Regional Educativa de Cartago, elegida por ser una de las más grandes del país y con experiencia implementando alianzas público-privadas.

Cada generación de Estrellaz se compone de 250 adolescentes de dos colegios y pasan por un proceso de selección para escoger 50 Supernovaz, que son quienes seguirán en el proceso los dos próximos años. Adicionalmente, cada año se inicia una nueva generación con dos nuevos colegios.
El programa consta de una fase inicial de sensibilización para que las participantes entiendan qué significan realmente ciencia y tecnología y, de esta manera, decidir si les gusta o no, unido al fortalecimiento de habilidades blandas y empoderamiento.
Otra de las iniciativas que ayudan a adolescentes a encontrar su vocación y desarrollar diferentes herramientas para la vida es Mente en Acción. Este proyecto se enfoca en jóvenes de 15 a 19 años “que están eligiendo carrera, eligiendo especialidad técnica o que ya están en la carrera y no la están pasando tan bien, porque no tienen una red de apoyo en la universidad”, explicó Noelia Murillo, directora ejecutiva de la asociación Ideas en Acción, promotora de la iniciativa.
Creada en el 2014, Mente en Acción inició este mes de mayo su edición 27 y consiste en ocho o nueve sábados durante los cuales las chicas desarrollan un prototipo de aplicación móvil alineado a un Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) y, en paralelo, aprenden habilidades técnicas, lógica de programación, design thinking, cómo presentar sus proyectos de forma efectiva, trabajo en equipo y resiliencia, entre otros.
“Muchas de estas chicas no tienen todavía un interés laboral, pero están cerca de ello, entonces la idea es ir desarrollando habilidades para la vida y la empleabilidad”, indicó Murillo. Esto lo hacen de la mano con las empresas que apoyan el proyecto, donde se realizan visitas y charlas tanto en materia curricular como de empoderamiento.

Paralelo al programa, se creó la Red Nacional de Mujeres en Tecnología, que busca dar seguimiento a todas estas chicas que participaron y participan en Mente en Acción, así como las beneficiadas por el proyecto Women in Action, dirigido a mujeres entre 18 y 30 años que no hayan podido acceder a educación universitaria.
Mente en Acción ha graduado a 1.368 jóvenes hasta la fecha. Además, “chicas que cuando entraron al programa tenían 16 o 17 años y que tal vez habían pasado por alguna situación muy complicada, ahora son managers en una empresa tecnológica o están liderando equipos”, resaltó Murillo.
Valeska Mora es una joven limonense graduada de Ingeniería Industrial y Estadística quien asegura que Mente en Acción fue vital en muchas etapas de su vida, ya que le abrió puertas para estudiar inglés y trabajar en Intel.
“Lo más valioso para mí fueron todas esas otras habilidades blandas que nunca me habían enseñado, todas esas sesiones de empoderamiento, de liderazgo, de emprendimiento y ese acercamiento a la programación”, agregó Mora.
En la Escuela de Ingeniería Industrial de la Universidad de Costa Rica (UCR) comenzó a gestarse, en el 2010, la iniciativa Mujeres en Ingeniería, inspirada en el programa Women in Engineering que dos profesoras de la escuela conocieron en la Universidad de Michigan, Estados Unidos, y que en Costa Rica está dirigida a jóvenes estudiantes de secundaria.

“Las carreras de Ingeniería continúan siendo mayormente matriculadas por hombres, a diferencia de otras carreras, por ejemplo, las de Ciencias Sociales… la meta es llegar a una matrícula que sea de 50-50, como ya pasó en la carrera de Ingeniería Química y está pronto a suceder en Ingeniería en Biosistemas”, explicó Melissa Pizarro, coordinadora del proyecto.
El programa, dirigido principalmente a las poblaciones de noveno y décimo, ha visitado desde sus inicios colegios públicos, colegios públicos técnicos, algunos colegios privados, también ha colaborado con entidades como el Parque La Libertad o el Ministerio de Ciencia, Innovación, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt).
Con dinámicas que permiten conocer principios de ingeniería, las colegialas aprenden de la mano de estudiantes de la carrera. Con ello, esta iniciativa se une a otra que también impulsa Mujeres en la Ingeniería a nivel interno, con el fin de empoderar y promover que las jóvenes permanezcan en la universidad.
Aún “somos víctimas de cierto machismo, de estereotipos”, señaló Pizarro al mencionar estudios que revelaron que 47% de las estudiantes de Ingeniería decían que habían sido afectadas por machismo y sexismo.
Por esta razón, se incentiva una mayor integración de las muchachas al llevarlas a los colegios, organizar charlas para ellas con ingenieras profesionales de trayectoria que sirvan de inspiración, giras a empresas transnacionales sensibilizadas en el tema de género, redes internas y convivios una vez por semestre.

Para la estudiante de Ingeniería Industrial, Valeria Alvarado, estos convivios son completamente necesarios.
“A mí me costó mucho el primer año, porque era primer año de la universidad y primer año viviendo en un lugar que no era mi casa… es muy importante no sólo saber la parte académica, sino las habilidades blandas que uno tiene para la carrera profesional, su vida personal”, dice esta joven oriunda de Guanacaste.
La encargada de Mujeres en Ingeniería concluyó que un aspecto importante es trabajar más a nivel escolar. En sus estudios para el doctorado en Educación en la UCR “aprendí que estos roles de género los niños y las niñas los aprenden desde los 2-3 años, debido al sistema y por el tipo de juguetes que utilizan”.
Existen estudios, agrega Pizarro, que demuestran que las niñas cuando están entre los 10 y 11 años empiezan a perder confianza en el manejo de las matemáticas. “Si ellas antes decían que querían ser presidentas, a partir de los 10 años pierden esa confianza de que pueden hacerlo”.
Por ello, crearon una serie de cuentos sobre cada una de las ingenierías que van a relatar a escuelas. “Estamos viendo si los podemos divulgar de forma más masiva. Sin embargo, en este campo vamos con prudencia porque trabajar con niñas es diferente”.

Fomentando la ciencia desde la niñez
Existen iniciativas que, desde su creación, decidieron enfocarse en la niñez. Tal es el caso de Niñas Supercientíficas, que nació en 2022 por iniciativa de la profesora de Matemática del TEC, Geisel Alpízar, quien siempre notó una brecha de género en la Escuela de Matemática y, cuando estudió un doctorado en Brasil, conoció una iniciativa similar con adolescentes.
“Desde que entré a trabajar a la Escuela de Matemática vi diferencia, actualmente somos como 65 profesores y 15 mujeres apenas… y ya uno en matemática aplicada va notando más la brecha de género… Uno lo nota mucho también como profesora en el TEC, hay carreras donde las mujeres no llegan al 20%”, explica.
“Decidimos trabajar con niñas desde edades tempranas porque hay estudios que demuestran que desde edades preescolares ya las niñas empiezan a creerse menos capaces en Ciencias, y cuando están por ahí de los 12 años, en sexto o setimo grado, tanto hombres como mujeres empiezan a clasificar las carreras por género”, señaló.
El programa se enfoca en niñas de edades entre 7 y 12 años con “el objetivo muy general de fomentar la participación en actividades STEM a través de diversas herramientas... después del primer año aprendimos que no hay que atraerlas, ya que a ellas les encanta, lo que hay que hacer es empoderarlas para que continúen con esa motivación”, manifestó.

El proyecto busca este objetivo en tres vías: la primera son los retos científicos que cada mes publican en redes sociales y en los cuales puede participar cualquier niña desde su casa. Todas estas niñas forman la comunidad de Niñas Supercientíficas, para las cuales se efectúan actividades especiales y dos veces al año participan en el Día de las Niñas Supercientíficas, en el cual reciben a 120 pequeñas.
La otra vía es la visita a escuelas, en su mayoría públicas (80%), para “buscar la equidad al brindar a las niñas que más lo necesitan este tipo de oportunidades”, afirmó Alpízar.
La tercera vía son conversatorios virtuales o el uso de las redes sociales para visibilizar el aporte de mujeres en las áreas STEM.
Asimismo, se ha hecho un trabajo importante con docentes, padres y madres de familia o personas encargadas legales de las niñas, a quienes se les ofrecen charlas el Día de las Niñas Supercientíficas mientras sus hijas participan de las actividades.
Impulsado en Costa Rica en el 2020 en alianza con la NASA, She Is es un programa que busca ofrecer a niñas de escasos recursos formación académica en ciencias y herramientas de empoderamiento que transformen sus vidas y hasta sus comunidades.
Inspirado en el programa del mismo nombre que nació en Colombia, She Is consiste en una formación virtual de cuatro meses y una semana intensiva en el Johnson Space Center de la NASA para 10 niñas y jóvenes.

Las niñas de entre 11 y 16 años aprenden sobre temas que van desde astronomía y liderazgo hasta salud mental y menstrual, emprendimiento, o habilidades blandas como pensamiento crítico y resolución de conflictos.
Las pequeñas y jóvenes, además, deben identificar un problema en sus comunidades y diseñar una solución viable. Las tres mejores propuestas son presentadas en una dinámica tipo Shark Tank ante patrocinadores en Houston, explicó la coordinadora de She Is Costa Rica, Priscilla Solano.
Entre los logros de She Is en Costa Rica, su coordinadora destaca que todas las chicas han seguido interesadas en la ciencia, ninguna de las participantes ha abandonado sus estudios, todas han ingresado a la universidad a cursar hasta dos carreras y no se han reportado embarazos adolescentes ni en ellas ni en su núcleo familiar directo.
“Aplican entre 900 y 1000 chicas por misión y solo escogemos a 10. De esas elegimos una por provincia” y entre los otros tres cupos se trata de elegir a una chica con discapacidad, una afrodescendiente y una de un orfanato“, explicó Solano al destacar que “Costa Rica es el único país que toma en cuenta orfanatos y eso nos enorgullece muchísimo”, destacó.

Este año, She Is inició con una nueva modalidad virtual de cinco meses para 100 niñas, con el fin de que más niñas sean beneficiadas por el programa. Aunque al final solo una de ellas va a la NASA, buscan tener más cobertura.
She Is Costa Rica ya ha llevado más de 40 chicas a la NASA, señaló Solano al agregar que otro aspecto importante es el acompañamiento que se les brinda posterior a la experiencia, gracias a una red llamada Alumni.
“Buscamos que ellas sigan estudiando, que no salgan de la escuela o el colegio, que entren a las universidades, tenemos convenios con algunas universidades para conseguirles beca, las acompañamos durante toda la carrera y luego salen y les ayudamos a encontrar trabajo”, detalló.
La asociación Ideas en Acción también cuenta con un programa dirigido a niñas. El objetivo de Niñas hacia el Espacio es desarrollar habilidades técnicas en niñas entre 7 y 9 años pero, al mismo tiempo, darles herramientas de empoderamiento para romper con estereotipos que se desarrollan a esas edades.

El programa, que inició en el 2023, consta de bootcamps de uno o dos días, según las posibilidades y requerimientos de las escuelas, en los cuales preparan varios módulos: biología, química, electrónica y espacial, uno de los preferidos de las niñas. Y, junto a estos, el tema del empoderamiento.
Durante el proceso, “hemos aprendido que tenemos que hacer que ellas reconozcan su potencial y vean que ellas lo pueden hacer, realmente lo que queremos es que ellas lo interioricen, que se demuestren que sí pueden”, ya que alrededor de los 7 años las niñas comienzan a pensar que no son aptas para puestos de liderazgo, recalcó Noelia Murillo, de Ideas en Acción.
Niñas en el Espacio ha realizado desde su creación 10 ediciones en todas las provincias, incluyendo Puntarenas, Limón y Guanacaste y “el impacto más rápido que hemos notado es que en los mismos talleres las niñas llegan a reconocerse como posibles mujeres creadoras de ciencia, tecnología, ingenieras”.
Muchas llegan con la idea de que algunas disciplinas son solo para sus hermanos, “mucho depende de su familia, pero muchas ya llegan con esa idea, entonces nos ha tocado reforzar el trabajo en torno a ese pensamiento”, destaca la especialista.

Lecciones y desafíos
Todas las representantes aseguran que cada programa está en constante revisión con el fin de mejorar y aplicar los aprendizajes que tienen en el camino.
Quienes lideran las iniciativas coinciden en el entusiasmo tanto de las personas que participan en ellas, la mayoría de forma voluntaria, como de las niñas y adolescentes que tienen contacto con las áreas STEM.
Aunque existen chicas que cuentan con un apoyo incondicional de sus padres y madres, las entrevistadas coinciden en que hay trabajo por hacer aún en cuanto a la participación de los padres de familia.
Priscilla Solano, de She is, relata que al principio el apoyo de la familia es mucho pero luego notan que con el tiempo disminuye. Incluso, saben de casos en que, dentro de las mismas familias, las chicas pierden apoyo cuando regresan del campamento, ya que sus familias consideran que no son capaces o que no es posible que sigan sus sueños.

Algo similar sucede con Mente en Acción, donde se sustituyó una sesión presencial con papás y mamás para lograr una mayor participación, pero aún falta más presencia de los encargados de las jóvenes.
El tema de alcance es otro punto que muchas expresan que desearían mejorar, ya que quisieran aumentarlo pero depende del financiamiento o, inclusive, de las horas que las encargadas de los programas que visitan instituciones públicas tengan disponibles, ya que ninguna puede dedicarse tiempo completo a esta misión pues los programas son una de otras funciones a su cargo.
La virtualidad permite a algunas iniciativas llegar a niñas y jóvenes de cualquier parte del país, mientras que aquellas que visitan escuelas y colegios hacen su mejor esfuerzo para salir de la Gran Area Metropolitana cuando los recursos lo permiten. Niñas Supercientíficas, por ejemplo, ha visitado zonas como Turrialba, San Vito de Coto Brus y Upala, Niñas en el Espacio ha logrado visitar todas las provincias, mientras que Mujeres en Ingeniería ha visitado Guanacaste , pero tiene una presencia mayoritaria en Alajuela.
No obstante, algunos programas han perdido financiamiento. Por ejemplo, los proyectos de Ideas en Acción no están exentos de la situación mundial y han perdido financiamiento de Estados Unidos, por lo cual han optado por seguir con todos los programas pero con menor cantidad de ediciones.

El gran reto es “cómo seguimos creando oportunidades para las chicas mientras algunas empresas van a quitar eso como prioridad”, señaló Noelia Murillo.
Desde luego, trabajan en la búsqueda de otras alternativas de financiamiento como grants, premios o cooperación internacional, como una forma de no depender 100% de las empresas.
De la misma forma, por ejemplo, trabajan encargados y padres de familia involucrados con She is, cuyo financiamiento depende en su mayoría de donaciones privadas y, en muchas ocasiones, las empresas prefieren patrocinar eventos masivos de un día antes que invertir en un acompañamiento intensivo y duradero para pocas niñas.
“Tocamos la puerta de 500 empresas y nos responden cinco”, cuenta su encargada Priscilla Solano.
También enfrentan la necesidad de contar con un instrumento para medir de forma cuantitativa el impacto de las iniciativas. Las responsables de Niñas hacia el Espacio y Mujeres en Ingeniería expresaron su deseo de poder medir en números el impacto en la vida de las niñas y adolescentes, mientras que Niñas Supercientíficas trabaja en la creación y validación de un instrumento para evaluar la actividad que realizan en las escuelas.
No obstante, con desafíos y retos, todas las iniciativas y las personas detrás de ellas continúan trabajando con un entusiasmo que inyecta esperanza para sembrar una semilla en las niñas y adolescentes y, así, lograr una participación más equitativa de las mujeres en la ciencia y la tecnología.
El cambio está en lograr acercar las áreas STEM a las chicas, pero también en recordarles que ellas son capaces de todo y recuerden frases como la que en su mente lleva siempre Ashley: “el límite es el cielo y como el cielo no tiene fin, entonces podemos soñar en grande y que vamos a lograr las cosas”.
Entre 2000 y 2020, la proporción de mujeres graduadas en carreras STEM aumentó de 39,8% a 50,5%. Pese al avance, persisten barreras para aumentar la participación equitativa de las mujeres en el mercado laboral.
La inequidad se ve aún más en ocupaciones científico-tecnológicas de mayor empleabilidad, que corresponden con la demanda de sectores muy específicos de la economía del país, concretamente, los de contenido tecnológico (manufactura avanzada, ciencias de la vida y servicios empresariales)“. En estos campos , la brecha entre hombres y mujeres se acentúa y la participación femenina representa solo el 13,9% de las personas ocupadas en ese segmento.
La baja proporción de mujeres graduadas en esas disciplinas (el 20,7% en el caso de las mujeres comparado con 56,2% en los hombres) figura entre los factores que contribuyen a explicar en parte, la sub representación en ocupaciones de alta empleabilidad.
— Estado de La Nación, 2024.
