
“Y este sol enguirnalda el monumento que México alza a su mayor conquista y al que dan forma, vida y pensamiento, la inspiración y el genio del artista [...] Recuerde una epopeya noble y santa; himno eterno de paz en ella vibre y honre al héroe inmortal que la levanta y a cuantos a la Patria hicieron libre”.
Los anteriores versos, parte de un poema de 28 estrofas, fueron leídos por su autor, el bardo mexicano Juan de Dios Peza O., por la colocación de la primera piedra de un fastuoso monumento a construirse en la Ciudad de México.
En efecto, el 2 de enero de 1902, el entonces mandatario, Gral. Porfirio Díaz M., inauguró los trabajos de homenaje a la gesta independentista de ese país (1810-1821), lo cual se inauguraría en 1910 con motivo de su centenario. No obstante, para 1925, dicho sitio se transformaría de modo radical.
Así, al estarse cumpliendo el centenario de tan insospechado cambio, se presentan las singularidades, hechos y detalles del sepulcro más significativo de México, cuya naturaleza fúnebre, sin embargo, es desconocida para casi todas las personas que lo visitan a diario.
Prolegómenos
Casi desde el fin de su proceso autonomista (septiembre 1821), el entonces I Imperio Mexicano ideó un monumento alusivo en la Plaza de la Constitución, es decir, la explanada central de la Ciudad de México así bautizada en 1813 como homenaje a la Constitución de Cádiz de 1812.
Empero, tras la caída de dicho imperio, el proyecto no se dio, siendo hasta 1843 cuando inició con su base o zócalo, mas, se paralizó por la tensa situación política que México vivía, por lo que el sitio empezó a ser informalmente llamado, y hasta el presente, como El Zócalo o Plaza del Zócalo.
Para 1886, el ya citado presidente Díaz M. abrió un nuevo concurso para el monumento, pero con un cambio de lugar: una de las glorietas del Paseo de la Reforma. Avenida así llamada en 1872 por el gobernante Benito Juárez G., para recordar las Leyes de Reforma (1855-1863) y la Guerra de Reforma (1857-1861) por medio de una ruta histórica.
Trece años después, se firmó el contrato respectivo (1900), siendo en el referido mes de enero de 1902 cuando se inauguró la construcción, enterrándose en su base un cofre con un acta rubricada por el Gral. Díaz, documentos alusivos y monedas conmemorativas.

La edificación
Tras la rúbrica contractual, se designó el arquitecto, artista e ingeniero mexicano Antonio Rivas Mercado (1853-1927) para la construcción de la obra, cuyo requisito esencial fue: una columna sobre un vistoso pedestal, escogiéndose a la cuarta glorieta del citado Paseo de la Reforma para ello.
En 1909 y después de arduos trabajos de cimentación del suelo, la estructura central quedó terminada, llegando también la ornamentación asignada al escultor franco-italiano Enrico Alciati, quien realizó las obras de mármol en Carrara y las de bronce en Florencia.
Por ello, a finales de ese año arribaron a México estatuas bronceadas de la Independencia, la Ley, la Justicia, la Guerra, la Paz y un león junto a un pequeño genio, así como las marmóreas de la Historia y la Patria, junto a varios personajes del proceso autárquico mexicano. Conjunto de 52 toneladas y cuya obra de la Independencia fue la más pesada con siete mil kilos.
Además, se forjaron barandas para el balcón superior de la columna a la cual se sube por una escalera interior de 200 escalones, así como un medallón en bronce para franquear la puerta inferior de acceso al monumento, cuya efigie, se afirma, es el rostro de Antonieta Rivas C., quien fuese hija del Arq. Rivas M.
Simbolismo histórico
Ya todo listo, se colocó la estatua sedente de la Ley en la esquina noreste del pedestal, la Paz al sureste, la Justicia al noroeste y la Guerra al suroeste, grabándose en sus bases los nombres de 24 insurgentes en ocho categorías (Guerra: caudillos-guerrilleros; Ley: heroínas-conspiradores; Paz: precursores-consumadores y; Justicia: escritores-congresistas).
Encima de la puerta de acceso se situó al león con el genio como símbolo de la sapiencia que guía a la fuerza y, detrás, una placa con la frase La nación a los héroes de la Independencia, la cual se ubicó entre dos fasces romanos, es decir, un haz de ramas de madera con un hacha incrustada como signo de autoridad.
Sobre lo anterior se ubicó un bajorrelieve con la data 1810-1821, colocándose arriba la estatua del prócer Miguel Hidalgo C. con una bandera de México en su mano izquierda, así como a sus pies la escultura de la Patria entregándole una rama de laurel y la de la Historia escribiendo sus improntas.

Por demás, una estatua del líder José M. Morelos se instaló en la esquina sureste, así como las de Vicente Guerrero S. (noreste), Nicolás Bravo R. (noroeste) y Francisco X. Mina (suroeste). Mientras que en la base del costado oeste se empotró otra placa que no pudo grabarse por la Revolución Mexicana iniciada en 1910, pero que en 1986 se escrituró con una cronología del monumento.
Culmen patrio
En calidad de eje central se erigió una columna de 36 metros y 3 de diámetro en cuya base se esculpió una efigie de la fama tocado una trompeta y, sobre ello, un anillo concéntrico con cuatro cabezas de león, así como dos anillos superiores más con los nombres de otros ocho líderes insurgentes.
Además, debajo de la ya citada terraza superior, se colocó un capitel con cuatro águilas con las alas extendidas y una serpiente en sus picos, dada dicha iconografía como escudo mexicano desde el siglo XIX, siendo al costado este donde se ubicó la puerta de acceso al referido balcón.
Por fin y como elemento más vistoso, se situó la estatua de la independencia representada por una figura semidesnuda y alada de la diosa griega Niké y su equivalente romana Victoria, la cual levanta una corona de laurel con la mano derecha y baja una cadena rota con la izquierda como fin del dominio español.
Escultura revestida con láminas de oro y que mira hacia el este, alcanzando, junto al resto del monumento, una altura de 45 metros. Así, por error popular, comenzó a llamársele Ángel de la Independencia y aunque su nombre oficial es Columna de la Independencia, su apelativo informal es el que perdura en la colectividad.

Mausoleo cívico
Tal y como se había previsto, el monumento se inauguró el viernes 16 de septiembre de 1910 como parte de un fastuoso conjunto de actividades que el Gral. Porfirio Díaz presidió ante numerosas delegaciones diplomáticas.
Ceremonia a la que Costa Rica asistió por medio de don Joaquín B. Calvo Mora (1851-1915), quien, desde 1898, era nuestro Ministro Plenipotenciario ante EE.UU. y, de forma concurrente en México desde 1908, hospedándose en la casa N.º 14 de la Calle Hamburgo de la capital mexicana durante dicha celebración.
Fue entonces en 1925 cuando el gobernante Plutarco E. Calles ordenó que las osamentas de los héroes insurgentes albergadas, desde el siglo XIX, en la Catedral Metropolitana de Ciudad de México, se trasladasen a urnas en el interior del pedestal de la columna, reconvirtiéndose en sitio mortuorio por excelencia.
Así, los restos óseos del ya citado Hidalgo junto a los de Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez se ubicaron al costado oeste, los antes referidos José M. Morelos y Nicolas Bravo, así como Mariano Matamoros al sur y los ya dichos Vicente Guerrero y Francisco X. Mina junto a Guadalupe Victoria, Leona Vicario, Andrés Quintana, Víctor Rosales y Pedro Moreno al norte. Solo la osamenta de Agustín de Iturbide no se movió ante el debate histórico por su controversial accionar como emperador mexicano.
Ingreso al monumento
Al ingresar al interior de la columna una enigmática estatua recibe a los visitantes. En efecto, un individuo con tensa rigidez y las manos atadas hacia atrás a un tronco de madera está listo para ser ejecutado en el cadalso y ve hacia el cielo con angustiante mirada, su nombre: Guillen de Lampart.
Avezado personaje nacido en Irlanda hacia 1611 y que, tras arribar a Ciudad de México en 1640, protagonizó el precursor intento por independizar al territorio mexicano de la corona española (1642). Empero, tras ser delatado, se le encarceló y quemó vivo en la hoguera en 1659, siendo inmortalizado dentro de la columna por su pionera tentativa sediciosa.
Además, fue en abril de 1929 cuando el entonces mandatario Emilio Portes G. decretó la creación de un nicho interno para colocar una lámpara flameante en honor a las osamentas, lo cual se inauguró el 12 de mayo siguiente.
Para 1957, un sismo afectó al monumento y la escultura de la victoria cayó, quedando tan dañada que se realizó una nueva, la cual se inauguró en 1958. Parecida restauración que aconteció en 1985 cuando varias de sus estatuas y basamentos fueron afectadas por el fuerte terremoto de ese año.

Ulterior legado
Ante el bicentenario independentista, las osamentas se trasladaron al conocido Castillo de Chapultepec (mayo, 2010), para estudios de antropología física y preservación, siendo luego llevadas al Palacio Nacional (frente a El Zócalo) para su homenaje público.
El 30 de julio de 2011 y por el bicentenario fúnebre de Miguel Hidalgo los restos reingresaron a la columna tras un cortejo militar encabezado por el presidente Felipe Calderón H. y el resguardo científico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Así, al conmemorarse en 2025 una centuria del sitio mortuorio más célebre de México, sirva ello para rememorar al célebre “ángel” que lo custodia, pues en el imaginario público ello es así en lugar de cualquier diosa griega o romana.