El músico mexicano Celso Piña, quien hizo suyos los ritmos colombianos y con su acordeón hizo bailar hasta a Gabriel García Márquez, murió este miércoles 21 de agosto víctima de un infarto en su natal Monterrey (norte de México), informaron familiares.
Piña, de 66 años, y conocido como El Rebelde del Acordeón, llevó hasta el norte de México, dominado por la música de banda, ritmos tropicales como la cumbia y el vallenato, que interpretaba acompañado de su grupo la Ronda Bogotá.
“El cielo ya está de fiesta”, escribió su hija Cecilia Piña en Facebook al dar a conocer la muerte de su padre.
Cinco horas antes de morir, el músico subió un video a Twitter de Cumbia sobre el río suena, su pieza más escuchada, acompañado con el grupo de hip hop mexicano Control Machete. “No hay quien se resista a la cumbia”, escribió.
En 2004, en una fiesta de la fundación Nuevo Periodismo de García Márquez, Piña interpretó con su acordeón la Cumbia Sampuesana, del colombiano José Joaquín Bettín Martínez, lo que puso a bailar al Nobel de Literatura con su esposa Mercedes.
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“Eres digno representante de mi folclor, sé siempre hombre de bien y de buena gente”, relató alguna vez Piña, que le dijo en esa ocasión García Márquez, nacido en la localidad colombiana de Aracataca.
El regio –como se les llama a los originarios de Monterrey– le dio un toque distintivo, más urbano, a la cumbia y al vallenato, a los que incorporó ritmos de los llamados sonideros mexicanos, improvisados disc jockeys que tocan en las calles de barrios populares mexicanos.
En Monterrey, la tribu urbana de los cholos, formada por chicos de barrios marginales y que visten con enormes pantalones y coloridas camisetas, era fiel seguidora de Piña hasta llegar a ser rebautizados como “cholombianos”.
El músico fue nominado a dos Latin Grammy y se dio a conocer ante un público más joven, gracias a los diversos álbumes que grabó acompañado por luminarias como Lila Downs, Cartel de Santa, Control Machete, El Gran Silencio y Natalia Lafourcade.
Además, como refiere el diario español El País, se grabó el documental El rebelde del acordeón que siguió el recorrido musical de Piña, y que fue producido por la televisión pública de México.
“Aparecía ante los medios casi siempre sonriente, sin pretensiones y sin querer involucrarse en temas polémicos o alejados de sus producciones musicales”, explicó El País.
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Piña gozaba de gran popularidad en varios países de América Latina, y se presentó en distintos escenarios de los Estados Unidos, España, Alemania, Francia y Reino Unido.
Piña se visitó Costa Rica en abril del año pasado como parte del Festival Epicentro, que se llevó a cabo en Parque Viva. Previo a su concierto, el artista habló con Viva y comentó cómo había ideado su estilo musical.
“Pues con el tiempo me fui dando cuenta de que música es música. ¿Por qué tocar algo que al rato hasta a mí mismo me va a parecer aburrido? ¿Por qué no juntar de esto, de aquello, con lo otro, sobre un ritmo que rige los estatutos de esa música? Al principio la gente estaba reacia. Me preguntaban: ‘Celso, ¿qué es lo que tocas?’ y yo les decía que música: ‘de todo un poco, compadre, para no aburrir a la clientela, a la gente'”.
El acordeón más famoso
Nacido el 6 de abril de 1953, Piña se hizo merecedor de su sobrenombre por su especialidad en el acordeón y los arreglos que realizó a partir de dicho instrumento, además de la conjugación de ritmos como reggae, ska, hip-hop y rap.
En sus inicios en la música, Celso daba serenatas a las chicas junto a sus hermanos Eduardo, Rubén y Enrique, pero fue en el año 1980 cuando compró su primer acordeón para introducirse a la música vallenata.
Piña vivió mucho tiempo en la colonia Independencia de Monterrey, para la cual escribió una cumbia llamada Mi colonia Independencia. La localidad estaba enclavada en el Cerro de la Campana, motivo por el cual el músico se ganó el sobrenombre de Cacique de la Campana.
“Su influencia fue precursora del auge de la cumbia en la música popular y su fusión de estilos rompió barreras de género y fronteras. El rebelde del acordeón es recordado por su sencillez, su espíritu creativo y como un artista transgresor que irrumpió en las listas de popularidad con un género que había sido relegado de la escena convencional y se gestó fuera de México. Su legado deja un vacío en el mundo de la cumbia, pero también para miles de seguidores que llegaron a ese estilo de la mano del gran Celso Piña”, escribió El País en el obituario dedicado al artista.