
La brasileña Damaris Vitória Kremer da Rosa murió en octubre de 2025, a los 26 años. Apenas dos meses antes, un jurado la absolvió de los delitos de homicidio e incendio por falta de pruebas. Había pasado seis años presa.
Cuando dejó la cárcel, ya era demasiado tarde. Un cáncer de cuello uterino, sin el tratamiento oportuno, avanzó hasta convertirse en terminal.
En 2018, Damaris fue acusada de atraer a Daniel Gomes Soveral al sitio donde fue asesinado y donde luego incendiaron su vehículo. El crimen ocurrió en Rio Grande do Sul, Brasil.
El Ministerio Público brasileño también denunció a su entonces pareja, Henrique Kauê Gollmann, y a Wellington Pereira Viana. Henrique fue condenado y cumple pena. Wellington resultó absuelto.
La defensa de Damaris alegó que ella solo contó a su pareja que fue víctima de abuso sexual, y que el homicidio fue un acto de venganza.
Pese a insistir en su inocencia, un juez dictó prisión preventiva en agosto de 2019. Desde entonces, estuvo recluida en diferentes centros penitenciarios de ese estado brasileño.
Negligencia médica denunciada

Claudete Kremer, madre de Damaris, afirma que su hija comenzó a sentir fuertes dolores en el vientre desde inicios de 2024. Aun así, las autoridades penitenciarias solo le suministraron analgésicos simples. Una interna del centro envió una carta a la madre en la que pidió que interviniera, advirtiendo que su hija podía morir en prisión.
Claudete logró agendar una cita médica privada para 2025. Sin embargo, antes de acudir, Damaris fue llevada de emergencia al hospital tras presentar sangrados intensos. Una tomografía confirmó cáncer en fase avanzada.
En marzo de 2025, tras el diagnóstico, la Justicia autorizó su traslado a la casa materna bajo arresto domiciliario y con tobillera electrónica. Las condiciones eran estrictas. Solo podía salir para tratamientos médicos y debía informar cada movimiento a las autoridades.
Absolución sin tiempo para vivir
El 13 de agosto de 2025, el jurado la declaró inocente. La decisión fue unánime. Su madre asegura que el cuerpo de Damaris ya estaba demasiado débil para caminar sola. Necesitaba morfina cada cuatro horas. Asistió al juicio en silla de ruedas y bajo vigilancia médica.
Oficialmente, Damaris estuvo 74 días en libertad. Pero Claudete sostiene que vivió realmente solo dos semanas fuera del hospital. El resto del tiempo permaneció internada.
Durante el último mes de vida, Damaris permaneció hospitalizada. Su madre y el novio, Allen Silva, se turnaban para cuidarla. Ella conoció a Allen poco después de recuperar su libertad. Ambos dejaron sus trabajos para no separarse de Damaris. Claudete relata que en su lecho, su hija le pidió que la dejara ir.
Damaris murió tras mirarla por última vez. Claudete considera que la justicia llegó tarde y que su hija fue víctima de negligencia estatal.
La abogada Rebeca Canabarro informó que se encuentran en gestiones legales para demandar al Estado por daños morales y materiales.
La defensa considera que hubo negligencia tanto por el tiempo excesivo de prisión preventiva como por la falta de atención médica ante los síntomas del cáncer.
Asegura que Damaris fue privada de libertad sin pruebas sólidas y que el sistema no le garantizó condiciones mínimas para defenderse.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
