
Una nueva expedición suramericana busca resolver un misterio de hace un siglo. En 1925, el explorador británico Percy Harrison Fawcett se internó en el Mato Grosso, Brasil, con el objetivo de encontrar la mítica “Ciudad Z”, una supuesta civilización avanzada escondida en la selva. Nunca volvió.
El silencio en torno a su desaparición alimentó rumores, leyendas y teorías que inspiraron a personajes como Indiana Jones. Ahora, la Expedición Río-Cartagena, liderada por el brasileño Maurício Acklas, intenta arrojar luz sobre uno de los enigmas más duraderos del siglo XX.
Ruta por siete países y más de 30.000 km
El proyecto comenzó el 1.° de setiembre en Río de Janeiro y planea recorrer 32.000 km en 100 días, atravesando Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Perú.
Acklas y su equipo exploran sitios arqueológicos, recolectan relatos orales e investigan huellas de antiguas civilizaciones. Entre los colaboradores se encuentran Vinícius de Souza, quien reemplazó a Alberto Luz por motivos de salud, y Naiara Talita, encargada del apoyo logístico desde São Paulo.
Hasta el momento, la expedición ha recorrido 18.000 km, visitado 45 sitios arqueológicos, 15 museos y entrevistado a cinco especialistas. Entre los hallazgos más relevantes se encuentran ruinas en Ingapirca (Ecuador), Chan Chan y Caral (Perú).
En Sesquilé, Colombia, la expedición llegó al lago Guatavita, lugar relacionado con la leyenda de El Dorado. Allí, el pueblo realizaba rituales en los que cubrían de oro a su líder y lanzaban joyas al agua como ofrendas a Pachamama.
Un documental narra los avances
Los hallazgos se documentan en la serie Expedición Río-Cartagena (2025), con capítulos semanales gratuitos en YouTube, subtitulados en inglés y español. La producción combina entretenimiento e investigación histórica y permite al público seguir el recorrido casi en tiempo real.
El equipo utiliza las redes sociales para compartir detalles del trayecto, entrevistas y nuevos datos que podrían aportar pistas sobre el paradero de Fawcett y la mítica Ciudad Z, la cual, según algunas teorías, habría sido construida por descendientes de la Atlántida hace 15.000 años.
El legado de Percy Fawcett
Fawcett destacó por su estilo solitario de exploración. Prefería viajar con pocos acompañantes, lo que lo exponía a peligros como enfermedades, escasez de alimentos y ataques de animales. Sus expediciones, sin embargo, permitieron trazar mapas de regiones inexploradas del continente.
Durante su carrera, el explorador británico recorrió el Cerrado, la Caatinga y la Amazonía. Las últimas cartas conocidas de Fawcett datan de 29 y 30 de mayo de 1925. En ellas informaba a su familia y a su patrocinadora, la North American Newspaper Alliance (NANA), que uno de sus compañeros se había lesionado y que planeaban seguir avanzando.
También proporcionó las últimas coordenadas conocidas: latitud 11° 43′ S y longitud 54° 35′ O, correspondientes al actual municipio de União do Sul, en el estado de Mato Grosso, Brasil.
Tras años sin noticias, en 1928, la NANA organizó una misión de rescate liderada por George Dyott. La expedición recuperó un baúl y un colar, pero no logró encontrar a Fawcett ni a sus dos acompañantes. Integrantes de las etnias Nafaqua y Kalapalo afirmaron haberlos visto avanzar, pero nunca regresar.

Rumores, errores y más expediciones
La falta de pruebas concretas dio pie a múltiples teorías. En 1931, un hombre aseguró haber visto a Fawcett, pero su familia negó que se tratara de él. En 1943, el periodista Edmar Morel, enviado por Assis Chateaubriand, afirmó sin evidencia haber hallado al nieto de Fawcett, un niño indígena albino llamado Dulipé. La familia desmintió la versión.
En 1951, los hermanos Villas-Bôas lideraron una nueva expedición con Morel, Brian Fawcett (hijo de Percy) y el escritor Antonio Callado. Indígenas Kalapalo relataron haber matado a tres hombres blancos por un malentendido. Entregaron una osamenta, pero un análisis realizado por el Royal Anthropological Institute descartó que perteneciera a Fawcett.
A pesar del informe forense, los Villas-Bôas defendieron la autenticidad de los restos. En 1964, Orlando Villas-Bôas solicitó su devolución al Museo Nacional, donde luego desaparecieron sin dejar rastro.

Un mito que sigue vigente
Expertos como la historiadora Deborah Lavorato Leme, de la Universidad de São Paulo, aseguran que el interés por Fawcett persiste por la combinación de su desaparición misteriosa y su búsqueda de una ciudad perdida.
Señalan que, aunque el explorador podría parecer fantasioso por creer en civilizaciones ocultas, esas ideas eran debatidas dentro de la ciencia de su época, cuando conceptos como El Dorado y Atlántida aún formaban parte de teorías aceptadas.
Leme considera que expediciones como la de Acklas ayudan a entender cómo la historia y el mito de Fawcett se entrelazan con el imaginario sudamericano. Su figura no debe ser vista solo como una leyenda, sino como un personaje que marcó la historia de la exploración del continente.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
