Allison Hidalgo Tencio, de 17 años, se enamoró desde niña del baile. Dicha disciplina, además de sumergirla en una pasión, le ayudó a corregir una condición que le impedía caminar bien y que la hacía caer si corría.
Allison nació con Genu valgo, una condición en la que las caderas tienen un retroversión (como tiradas para atrás). También se puede entender como una desalineación de fémur y tibia, por lo que una rodilla se desvía hacia adentro y se junta con la otra. La solución que le daban a Sirlene Tencio, mamá de la adolescente, era colocarle a su niña un aparato ortopédico, pero ella confió en otra alternativa, que aunque muy lenta podía resultar.
“Tenía las rodillas como metidas. Las chocaba al caminar y se caía. Esto no le permitía tener equilibrio al bailar. La iban a embotar, esto significa colocarle un aparato ortopédico para volverle las piernitas, el problema venía de la cadera. Pero me dijeron que si lo hacíamos se le podía secar la cadera e iban a hacerse llagas. Le decía al doctor que no, que mejor la metía a hacer ejercicio para avanzar. El proceso fue muy lento. Teníamos avances pequeños cada año”, cuenta la mamá, quien hizo un pacto con su hija cuando la niña le pidió que le prometiera que la ayudaría a alcanzar su sueño de convertirse en bailarina.
Desde los cuatro años Allison manifestó su afición por el baile, pero por la condición de sus piernas todo costaba más. No podía girar, le costaba mucho el equilibrio, pero la fascinación que desarrolló la hacía persistir. Todos los años veía un pequeño logro en cuanto a sus piernas y a la vez sentía que mejoraba como bailarina, aunque la hoy adolescente reconoce que sin duda tuvo que esforzarse mucho más. Fueron horas extra en casa practicando pasos, repitiendo rutinas y muchas veces venciendo el dolor.
“Fue muy difícil y tuve que trabajar por años para poder tener equilibrio y rotación. En ese entonces tenía que dar muchísimo más esfuerzo que las demás bailarinas”, cuenta Allison.
Y lo consiguió.
El pasado 10 de julio, Allison, quien es una alumna becada en la academia Danceworks, de la bailarina María Laura Pardo, fue reconocida con una beca por $40.000 (más de ¢24 millones) en la universidad The American Musical and Dramatic Academy (AMDA), un conservatorio privado enfocado en artes.
Ella fue premiada en la competencia Tremaine Dance Experience, en la que Danceworks recibió, además, los reconocimientos Performance of the Year y Teacher of the Year.
Esta es la historia de Allison, una matizada por su esfuerzo personal, el apoyo de su familia y el incentivo de profesoras que han alentado su deseo de ser una destacada bailarina.
La perseverancia, su camino
Allison y su familia viven en Cartago y durante años han viajado a sus clases hasta Escazú. Ella fue becada en la academia Danceworks, donde no tiene que pagar mensualidad ni tampoco los seminarios. Eso sí, cuando han salido a las competencias su familia debe cubrir lo que esto implica y para ello su núcleo de seis se ha esforzado. Un tío también la apoya mucho.
Ella es hija de Sergio Hidalgo, quien trabaja como chofer, y de Sirlene Tencio, estilista y fan principal de su hija.
La adolescente está acostumbrada a ensayar entre tres y cuatro horas diarias. A esto se le suman las casi tres horas, en total, que tarda viajando. Su mamá recuerda que Allison se acostumbró a comer en el carro y a estudiar allí. Se han adaptado para que ella persista en ser la mejor bailarina. En la escuela y en el colegio siempre le ayudaron con un poco de flexibilidad. Ella lo agradeció siendo alumna de honor.
Actualmente, Allison cursa quinto año en el Técnico Profesional San Juan Sur. En este centro educativo la secundaria llega hasta sexto, por lo que le falta un año más para luego partir a Estados Unidos y aprovechar su beca.
“Siempre me he visto allá (en Estados Unidos). Siempre he querido bailar allá. Yo todo se lo recibo a Dios. Había pensado en esto, pero no tengo los medios para decir: terminé el colegio y me voy a ir a vivir allá porque es caro y las universidades son carísimas”, dice Allison, emocionada.
Su mamá, compañera incondicional y quien viajó a Orlando junto con las chicas de Danceworks, comenta: “Cuando la llamaron yo no lo esperaba. Uno sabe que existe la beca, uno lo ve lindo pero piensa que es solo para las de allá (las bailarinas de Estados Unidos). Se la dieron a seis bailarinas de 900 que estaban participando en la competencia.
Cuando me ubiqué después de escuchar su nombre, empecé a llorar y a recordar lo que le ha costado físicamente. Tuvo que trabajar mucho para lograr ser flexible. Ella siempre me decía: ya casi”.
A Allison le tomó cerca de siete años superar la condición de sus piernas. El trabajo era constante y esperanzador. A veces giraba y se caía. Hoy puede hacer hasta siete giros seguidos. Cuando habla se escucha como una persona de mayor edad por la madurez con la que se expresa.
Su profesora y directora, María Laura Pardo dice que desde pequeña vio el amor y pasión de la niña por el baile.
“Ella no era una bailarina natural que se hizo a puro talento, ella es una niña que fue bien entrenada y constante. Esa constancia le fue arreglando su condición. Para ballet tuvo que ir adaptándose a las posturas del ballet que son lo opuesto a las rodillas metidas (...). Fue adquiriendo flexibilidad. No era una bailarina natural, sino que con buen entrenamiento, más disciplina, constancia y esfuerzo, y sobre todo la pasión que tenía por llegar a ser la mejor, lo logró.
“Ella ganó muchas competencias, otras no, pero siempre siguió trabajando fuerte. No ganaba y no se desanimaba. Confiaba en el proceso, en sus profesores y así fue haciéndose cada vez mejor. La mente es muy poderosa, por eso nunca debemos decirle a nadie que no podemos lograrlo. Nunca hay que dejar que nadie le diga a uno que no puede lograr sus sueños”, detalla María Laura Pardo.
De su mentora, Allison comenta que “le ha abierto muchas puertas”.
“Ella es un ejemplo muy grande de disciplina. Todas las que estamos en la academia hemos tenido una gran disciplina. No criticamos a otras bailarinas ni a otras academias. Cada quien tiene su forma de crecimiento. Es una academia donde se disfruta, se aprende, pero tiene ese lado de disciplina profesional. Marila es una buena directora. Siempre está pendiente de todas las alumnas que tiene. Siempre está pendiente de que uno tenga lo mejor y aprenda de los mejores. Ella se preocupa por el bienestar de la bailarina. Siempre te dice que sí se puede”.
Desde niña Allison ha practicado y destacado en modalidades de baile como Ballet Clásico, Jazz, Contemporáneo, Lírico,Tap, Hip Hop y Ballroom. Ha recibido decenas de reconocimientos, algunos económicos, e incluso becas para seminarios. También ha viajado para ser asistente de sus profesoras, pero nunca había recibido un reconocimiento de la magnitud del reciente.
“No me había ganado una beca así, nunca. Pero la estaba esperando. Me esforcé mucho. Yo iba con expectativas. Quise retarme. Ver qué lograba. Pero era la que menos me esperaba esta vez. He ganado becas con dinero pero no con esta cantidad y para mí es demasiado emocionante porque es en el conservatorio en el que yo quería estudiar danza. (...) Lloré de la emoción. No me lo esperaba. Me sentí orgullosa de mi trabajo y el de todos”, cuenta Allison, a quien siendo muy pequeña le auguraron pocos éxitos en este mundo “por su falta de habilidades”.
“Empecé a querer bailar porque veía a mi hermana bailando (sus hermanas Natalia y Loriana son profesoras en Danceworks) Yo la copiaba. Cuando veía otras bailarinas decía que quería llegar a ser como ellas. Empecé a ir a una primera academia, pero no tenía muchas habilidades, pero sí tenía actitud. Quería sentirme libre. No me veían como una bailarina. Tenía las rodillas torcidas y poca flexibilidad. En esa primera academia trabajaba mucho ballet para rotar las piernas. Nunca olvidaré que la directora de esa academia, que creo que eso me hizo crecer como bailarina, me dijo que no iba a llegar a ser nadie como bailarina. Eso me marcó mucho. Yo era una chiquita y tenía ese problema. Estaba ahí para tratar de rotar mis rodillas. Con eso me sentí mal. Tenía como seis años”, confía Allison.
La joven ahora piensa en más. En el largo plazo le gustaría tener un programa de televisión enfocado en artistas y danza y así dar a conocer más de su pasión. También aspira a consolidar un centro de convención al que las personas lleguen a formarse y a competir y ella ser profesora y jueza.
“También quisiera estar dando clases en varios países y ser reconocida como una bailarina que luchó por tener conocimientos. Que me conozcan por todo lo que pasé y aprendí. No es solo ser ‘la bailarina buenísima’, sino por la persona que yo soy”, dice Allison.
Su mamá añade: “Esas son las virtudes que me gustan de ella, que sin importar lo que ha ganado no cambia. Tiene la sencillez de siempre”.