Óscar Castillo, cineasta: “Soy el público meta de este puto virus”
El cineasta costarricense Óscar Castillo, de 78 años, se encuentra refugiado en su casa en Jaboncillal de Mata de Plátano, de Goicoechea. Aunque le preocupa el “frenazo” en la producción de la empresa Estudios Cinematográficos Orosí, este tiempo de cuarentena le sirve para reflexionar y repensar el mundo a su alrededor.
“Soy un caso muy especial. El frenazo de dejar de producir es una vaina muy grande, sobre todo por la cantidad de gente que pagamos; eso no deja de ser preocupante, (...) Sin embargo los últimos años he cedido mucho la productora a mis hijas. Tengo muchos años de disfrutar el silencio y estar un poco aislado; es como la mirada de Ulises viendo el mundo”, afirma el actor y director de películas como Eulalia, Asesinato en El Meneo y El compromiso.
Y agrega: “Aquí disfruto de la lectura, la meditación, ver a los demás, lo que uno ha hecho y dejado de hacer. El tiempo para la reflexión es una de las cosas maravillosas de estos momentos en que hay que quedarse en casa. Hemos vivido en un corre-corre, en un tiempo en que todo va tan rápido, en que nos vemos en silencio y nos parece espantoso. Sin embargo, tenemos que repensar el mundo, el mundo en que vamos a vivir luego de esto. No va a ser fácil. ¿Cuánto tiempo va a pasar para que la gente se vuelva a sentir cómoda, codo con codo, con alguien en el fútbol, en el cine, en un concierto?”.
Por supuesto, el tema de la pandemia lo conduce rápidamente al ámbito económico. Reconoce que desde el punto de vista humano, la transformación que sufre el planeta es enorme.
“¿Cómo la codicia y el egoísmo llevaron a la humanidad hasta este punto? Este también es un tiempo para descubrir la cantidad de cosas superfluas que vivís comprando y teniendo y son innecesarias”, cuenta el actor que obtuvo en el 2014 el premio nacional de teatro por su trabajo en Rey Lear.
Está tranquilo, además, porque sus hijas lo cuidan y le llevan lo que necesita. La semana pasada tenía una cita con una dermatóloga de la Caja Costarricense de Seguro Social, mas le avisaron que se suspendió debido a la emergencia sanitaria. No obstante, cuenta, lo llamaron para ver si todo estaba bien con él, si se estaba cuidando, si había quién lo ayudara… “¿Dónde pasa eso? Y los medicamentos me los traen a la casa, eso no es normal. Hay que defender el Seguro Social”, contó.
Castillo tiene asma y rinitis, entre otros padecimientos; “los pulmones se van cansando”. Y por eso mejor se queda en casa. “Yo soy el público meta de este puto virus. Mejor no exponerse”, cuenta el cineasta con su tradicional desparpajo.
Lara Ríos, escritora: “No saco la nariz a la acera ni por asomo”
Pescamos a Marilyn Echeverría, la famosa Lara Ríos de Pantalones cortos, Mo y Verano de colores, cuando acababa de terminar un poema titulado El coronavirus, el cual iba directo a sus redes sociales. “Metidos en la casa, excelente medida. Que muchos no lo hacen, es palabra perdida”, recita en sus versos.
La escritora costarricense de 85 años asegura que ella y su esposo, Werner Sauter, no salen para nada y su familia llega a dejarles las compras del supermercado. “Yo no saco la nariz a la acera ni por asomo. (...) La familia nos deja todo pero no se acercan les da pavor pegarnos algo”, dice.
En su casa, todo lo que viene de afuera se limpia con cuidado para no arriesgar a nadie. Durante el día, doña Marilyn aprovecha para leer –actualmente, tiene entre manos El año de la ira, de Carlos Cortés–, escribir, les da de comer a los pajaritos que llegan a su patio y ayuda a cuidar a su marido.
“Estamos tranquilos. Sin embargo, ya se empieza a sentir la nostalgia. No salimos ni a la acera. Estoy sorprendida de ver lo que ha hecho el equipo de gobierno para afrontar esta pandemia y estoy furiosa con esos que salen de noche a tomar e ir donde los amigos. La juventud es la que se está enfermando, la juventud cree que es de hierro. Somos más obedientes nosotros, los viejitos”, asegura la conocida autora nacional.
Arabella Salaverry, poeta y actriz: “No quiero despedirme de nada; estoy llena de vida”
Como tantos, la escritora y actriz Arabella Salaverry, de 73 años, ha transitado por un sinnúmero de emociones, sentimientos y estados en estas últimas semanas: orgullo por ver la reacción del sistema de salud en Costa Rica, desconsuelo al escuchar la cantidad de muertos en países como Italia y España, desazón… A veces, no puede ni respirar.
“Pienso en los pacientes hospitalizados y en quienes mueren; todo esto me conmueve tremendamente. Todo cambia de un momento a otro. Yo no quiero despedirme de nada; estoy llena de vida, de proyectos y pensar en una despedida es duro. Sin embargo, esto tan feo que siento trato de espantarlo trabajando”, manifiesta la ganadora del premio Aquileo J. Echeverría 2019 en poesía por Búscame en la palabra.
“Me entran ataques de ansiedad por lo precario que es el mundo”, admite. “De este remezón, tiene que surgir algo distinto”, agrega.
Así que ella se concentra en escribir y otras labores. Quedarse en su hogar, el cual comparte con su esposo, el actor Leonardo Perucci, no es extraño, ya que debido a problemas en los bronquios es “excesivamente casera”
“Mi pulsión de vida es tener un proyecto. A veces me disperso mucho; sin embargo, tengo una novela nueva que me tiene muy emocionada”, acepta.
En medio de toda la incertidumbre, se siente muy orgullosa del país, de la capacidad de reacción y compromiso de las autoridades, así como del apoyo de algunos sectores.
“Yo adoro la Seguridad Social. La atención maravillosa que hay en la Caja (CCSS) para un paciente internado, claro que hay problemas de consulta externa, a veces también hay que estar días en espera de una cama, pero cuando lográs entrar, te dan una maravilla de atención. Uno no dimensiona y no se da cuenta lo que tenemos aquí dentro”, explica.
Para ahuyentar cualquier miedo, ellos decidieron quedarse en la casa y respetar estrictamente las medidas que da el Ministerio de Salud.
“Con el agravante de que no me puedo asolear, no salimos para nada, estamos guardados. Teníamos la opción de ir a Cahuita, donde tenemos una casita, pero nos quedamos por recomendación de la doctora. Leo, por dicha, cocina rico y los hijos son muy solidarios. Aquí seguiremos totalmente guardados”, concluye.
Leonardo Perucci, actor: “Vamos a salir bien, si nos aplicamos, con disciplina”
El conocido actor y director de teatro Leonardo Perucci, a quien la gente sigue recordando por su paso como presentador del programa Fantástico en canal 7, está pensionado, un pequeño privilegio, cuenta, que le permite “hacer las cosas que me da la gana”.
En estos tiempos de emergencia por el nuevo coronavirus, este hombre nacido en Chile hace 81 años no sale para nada, las compras las hacen sus hijos y está muy entretenido en su casa: se pone a jardinear, cocina, lee…
“La situación es preocupante. Este es un fenómeno que nos afecta a todos como humanidad. No es como el cambio climático que la gente lo ve con el rabito, como si no fuera con ella. Esto está aquí y ya no puede salir”, expresó vía telefónica.
Luego de un cáncer linfático en el 2013, un aneurisma en una pierna en el 2015 y un problema en el corazón que requirió un marcapasos en el 2017, Leo –como le dicen sus allegados con cariño– se cuida y trata de cumplir todas las recomendaciones de los especialistas al pie de la letra. “Esta es una ‘vacación insólita’. Se cancelaron dos proyectos. Estamos bien (su esposa, Arabella Salaverry, y él), al tanto de todo lo que está pasando, muy preocupados por la situación”, relata.
Y continúa con su reflexión: “El país debe seguir así, con el costo mínimo de vidas humanas. Lamentablemente la cosa está horrible en otras partes. (...) Vamos a salir bien, si nos aplicamos,con disciplina. No crean que esto no afecta a la población joven. Por ahora, la población adulta es la más afectada. Es importante cuidarse”.
Con una gran risotada cargada de esperanza, termina: “Vamos a estar bien”.
Mario Segura, periodista: “Si la oración siempre ha sido importante en mi vida, ahora lo es más”
Don Mario Segura lleva dos semanas de no acercar sus zapatos a la puerta de la casa. “El cambio es drástico en el sentido de no salir, pero trato de pensar en la oportunidad que tengo de tener momentos en casa con mi esposa”, dice el experimentado periodista deportivo.
Por más que trate de recordar, don Mario dice que ninguna otra circunstancia de su vida se le parece a la que padece el mundo con la pandemia por el covid-19.
Aún así, para no desanimarse, tiene el trabajo que tanto le ha apasionado en sus 67 años de vida.
Aunque el deporte esté pausado a nivel mundial, la marcha no frena, y don Mario continúa coordinando su programa radial Hoy en el deporte (que casualmente este mes cumple 32 años) y con la coordinación del sitio web mariosegura.com. “Con estos trabajos me basta para pasar ocupado, informándome, redactando notas…”, cuenta.
“Pero intento hacer ejercicio en el patio y sobre todo orando. Pienso que esto que estamos pasando es una invitación categórica a encontrarnos o fortalecer nuestra relación con Dios y nuestra fe", dice el comunicador.
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En este período de aislamiento, don Mario confiesa que el tiempo de comunicación con Dios es como la comida. Hay momentos fijos del día para reflexionar y pedir por el mundo.
“Mi esposa y yo estamos tomando esto como un retiro espiritual, de conversión, de fortalecimiento, rezando en la mañana, en la tarde y en la noche", dice. "Si la oración siempre ha sido importante en mi vida, ahora lo es más”.
Anabelle Ulloa, actriz: “Es sencillo desesperarse, aunque esa no es la idea”
Más que por su aislamiento, Anabelle Ulloa se preocupó por el corto espacio que tiene el perro del guarda de su barrio. “Es que yo lo veo en ese espacio como de dos metros cuadrados y tenía que hacer algo”, dice la actriz costarricense de 75 años.
“Entonces, tomando las precauciones de salud, espero hasta que sean las diez de la noche y lo paseo por la cuadra. No hay absolutamente nadie entonces salgo y me hace feliz pasearlo”, dice entre risas.
Ulloa, quien muchos recuerdan por su papel de doña Maruja en la serie El Barrio, pasa su aislamiento en esta época de coronavirus viendo hacia la ventana. Allí puede ver su patio que tanto la distrae y la entretiene en este período de prevención de contagio.
“Yo desde hace tiempo estoy tomando las cosas con más calma. Ahora debo asumir esta etapa con la filosofía que ha dado el ministro de Salud, siguiendo recomendaciones. Entonces he pasado aquí, cortando matitas, cuidando mi jardín grande. Ahora la enredadera se secó por este verano tan intenso, entonces siembro semillas y cuido que florezca bien”, cuenta la intérprete.
El resto de su día, según narra, no difiere demasiado de lo usual: lavar, cocinar, enviar a su esposo a comprar los alimentos y “no volverse loco”, porque “es sencillo desesperarse aunque esa no es la idea, porque si a uno le dicen que no puede salir, se puede asumir como una imposición, como una cárcel. Y por supuesto que eso no es. Es por el bien de uno”.
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La solución a la calma la encuentra Ulloa en las pequeñas cosas: en leer los libros pendientes que tenía desde que vivió hace veinte años en Canadá, en atreverse a probar comida mexicana para cambiar su menú o en hablar por teléfono con el resto de su familia.
“Todo eso lo mantengo en paralelo con informarme, leer sobre la pandemia, qué se ha descubierto o cómo va la vacuna. Entre libros de monólogos y periódicos es que paso el rato”, dice nuevamente riendo.
“Y lo más importante es que estamos sanos. Vamos a seguir cuidándonos”, finaliza.
Álvaro Marenco, actor: “Me hacen mucha falta mis nietos”
Quien tiene a Álvaro Marenco en Facebook puede dar fe que sus 77 años no lo detienen para nada. Con una vida social envidiable para cualquier veinteañero, don Álvaro siempre publica fotos de sus viajes, de sus amigos, de sus salidas a tomar café y, sobre todo, de las decenas de grabaciones en las que actúa cada mes.
El grifo de toda esa actividad cultural, de repente, se cortó. La pandemia del covid-19, y las medidas de prevención de contagio, han hecho que el veterano y querido actor deba resguardarse en su casa y bajar revoluciones a su agitada vida.
“A pesar de mi edad, siempre tengo mil cosas por hacer; tengo vela en todo entierro”, bromea Marenco. En sus últimos quince años, dice que ha tenido una liberación absoluta. Su pensión, contrario a un reposo, ha sido una montaña de rusa de actuaciones, en especial para cortometrajes que tanto aparecen.
“Siempre tengo eventos y ahora con esta cosa de estar en la casa me he reencontrado un poco con la casa misma. Es muy curioso. Soy un señor hiperactivo que ahora está arreglando el patio”, dice riendo. “Pero no crea. Me ha servido mucho para el estado de ánimo. Uno sabe que uno está más expuesto y estoy más disciplinado”.
Aún así, su mayor dolor es no poder estar en contacto con sus dos pequeños nietos, hijos del presentador Ítalo Marenco y de la coreógrafa Valentina Marenco. “Me hacen mucha falta los nietos, pero por dicha está la tecnología y puedo hablar con ellos. Hacemos cosas muy divertidas por teléfono y eso me recarga”, cuenta.
La carga noticiosa es reducida en su casa, donde vive solo, aunque con la compañía temporal de una señora que le arregla el lugar y las precavidas visitas que le realiza su otro hijo, Danny.
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En los tiempos en que no habla con su familia, conversa con sus viejos amigos de Francia, Turquía, España y Chile, amistades que construyó cuando vivió en aquellos países y con quienes aún guarda contacto.
“Porque esto es de cuidado y me gusta saber cómo están. Trato de estar tranquilo. Mi hija me mandó unas gotas de flores de Bach para mi tranquilidad, pero por dicha me siento bien”, confiesa.
“Hay momentos en que me pregunto qué va a pasar con todo esto. Lo que hago es tomarme la presión más que antes y pensar en lo bueno”, afirma. “Soy sobreviviente de cáncer y fue algo fuerte. Ahora me cuido y pienso en el futuro”.
Lucho Barahona, actor y director: ‘Ahora veo al mundo únicamente desde mi ventana’
A Lucho Barahona no le sorprendería que su biblioteca se agote pronto. Estas semanas de aislamiento lo han hecho consumirse en su librería personal como si fuese una piscina en verano.
A sus 84 años, la cuarentena es absoluta. Solo su amiga vecina, de profesión doctora, es la única que cruza la puerta de la casa.
“El día a día ha cambiado bastante. De repente me siento mal, pero la doctora que conocí en el EBAIS, que vive a dos cuadras, me alivia. Uno está un poco tenso, pero me tranquiliza”, cuenta el actor y director chileno, radicado en Costa Rica.
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Que la enfermedad sea un fenómeno mundial, aflige a don Lucho. “Es que han muerto millones de personas”, dice, como quien aún no digiere la noticia.
Aunque procura no sobrecargar su dosis de noticias, dice sentirse necesitado de la información. “Yo me siento bien, veo la televisión y logro entretenerme en la casa. La doctora me dice que no salga entonces ahora veo al mundo únicamente desde mi ventana”.
La distracción la ha encontrado en la historia de la realeza de Los Windsor. Leyendo biografías y complementando la historia con las series de televisión, logra olvidar que gente está muriendo. “Ahora estoy con la historia de la princesa Diana y estoy emocionadísimo”, dice riendo.
“Pero no me quita la consciencia. Yo le digo a la gente que se cuide y que tengamos confianza. Soy muy religioso. Confío en que esto va a terminar”.