La noche del 10 de julio retrató uno de los momentos más emocionantes e increíbles que ha vivido la bailarina costarricense María Laura Pardo Mannucci, fundadora de la academia nacional Danceworks. En esa velada y tras varios días de competencia, ella y su equipo fueron reconocidas por su talento, pero sobre todo, por el esfuerzo de muchos años.
Ella y varias de sus alumnas viajaron hasta Estados Unidos a la competencia Tremaine Dance Experience, una de las más prestigiosas de ese país y de gran reconocimiento internacional, en la que participaron las mejores academias estadounidenses.
Para asistir, las costarricenses volaron antes y luego de una eliminatoria regional en Boston quedaron como finalistas. Al comenzar julio comenzó la recta final en Orlando y las ticas empezaron a disfrutar, a dar lo mejor de sí, pero sin saber que estaban por vivir un sueño.
El primer mejor momento llegó el viernes 9 de julio: esa noche anunciaron el Top 5 studios, o sea, las cinco academias (de las 75 participantes) que se presentarían para competir en la final por el premio más alto de la competencia: el Performance of the Year. María Laura comentó que, para el grupo, haber llegado hasta allí ya era “todo un sueño”, pero lo mejor estaba por venir.
“Ya sentíamos haber cumplido nuestra meta, ya que era la primera vez que un estudio de Costa Rica llegaba a tener este honor, y más aún, que logramos clasificar en dos de las tres categorías: Categoría Senior (15 a 18 años) y la Categoría Teen (12 a 14 años).
“También anunciaron la competencia individual, de Dancer of the Year, donde pasaban tan solo las 10 mejores de cada categoría y en donde también logramos clasificar en dos categorías: Allison Hidalgo en la Categoría Senior y Victoria Marín en la Categoría Junior (8 a 11 años)”, contó María Laura.
Con un entusiasmo inmenso, esta profesional de la danza revive los momentos en los que el sábado 10 de julio, día de la final, resonaba el nombre de Costa Rica. En la competencia, además de existir una mayoría de grupos estadounidenses, participaron representantes de otros países, a excepción de los europeos, que por la cuarentena que les solicitan en Estados Unidos, se les complicó asistir.
La alegría era mucha, sobre todo luego de venir de un año pandémico en el que Danceworks cerró una de sus tres academias (ahora solamente funcionan la de Escazú y San Pedro), se salieron algunas alumnas y la incertidumbre era diaria.
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La gala final comenzó y muy pronto llegó la primera gran sorpresa. Una de las seis becas de $40.000, que otorga el certamen, se le otorgó a una costarricense: Allison Hidalgo, de 17 años.
Apenas termine su secundaria en Costa Rica, Allison viajará a estudiar al AMDA College, una reconocida universidad especializada en artes, que tiene sedes en Los Ángeles y Nueva York. En próximos días, usted podrá leer una entrevista con la historia de esta chica, quien venció incluso condiciones físicas en sus piernas para bailar.
María Laura Pardo describe a Allison como una alumna dedicada y llena de disciplina. La adolescente incluso es becada en Danceworks.
“Ella y sus hermanas (Natalia y Loriana quienes hoy son profesoras) entraron a Danceworks desde el 2009. Y Allison era una chiquita, pero desde el primer momento transmitía esa pasión y ese amor. Tenía talento, cuando había que hacer un viaje para competir, su familia se esforzaba mucho. Su mamá se hizo la maquillista del grupo”, cuenta la directora.
Luego del inesperado pero merecido reconocimiento a Allison, llegó el momento de premiar a la Teacher of the Year, categoría que conquistó María Laura Pardo. En el certamen se le reconoció su entrega, liderazgo y pasión. En 40 años del certamen, esta es la primera vez en la que se reconoce a una maestra de un país que no es Estados Unidos.
“Es super importante para mí, que se sepa que este premio lo comparto con las profesoras Karla Echeverría y Paola Alfaro, que han estado conmigo desde el inicio, en las buenas y en las no tan buenas”, dijo Pardo, de 55 años.
Llegando al final de la gala anunciarían, ahora sí, al Performance of the Year, momento en el que sería reconocido “el mejor equipo”.
María Laura sentía que vivía un momento como el de los premios Óscar. Un jurado, integrado por figuras prominentes de la danza, le había entregado al presentador el sobre con el nombre de la academia ganadora… sentimientos de todo tipo acompañaban a las costarricenses. Tras un silencio que parecía perpetuo, el suspenso se anuló con una efusiva e impactante frase:
“Performance of the Year goes to: DANCEWORKS COSTA RICA”, dijo el animador de la gala. Las artistas nacionales fueron los ganadores en la importante categoría.
La directora recuerda que las lágrimas no cesaban, pues estaban cumpliendo “un sueño que creían imposible’'. Ahora, de regreso en Costa Rica, están convencidas de que el talento y el esfuerzo son la fórmula ganadora.
Un sueño de la infancia
María Laura Pardo Mannucci, de 55 años, tuvo muy claro que ella quería bailar profesionalmente desde que era una niña. Sus padres pensaban que lo mejor sería que sacara una carrera. Ella insistió y, con 17 años, tras salir del colegio, se fue a conquistar su anhelo a Estados Unidos. Entre audiciones ‘Marila’, como la llaman cariñosamente sus allegados, empezó a encontrar su camino.
Bailó en cruceros, hizo shows en Las Vegas, trabajó con compañías que participan en teatros, fue coreógrafa. A los 35 años regresó a Costa Rica con la primera intención de darle una vida distinta a su hija Samantha, pero luego a esa decisión se le unieron los deseos de permitirle a muchas niñas soñar.
“Empecé a entrenarme y a bailar allá. Cuando iba a tener a mi hija Samantha regresé. Cuando tenía como tres añitos nos volvimos a ir y seguí bailando con mi hija. Luego volví (a los 35 años). Ella estaba entrando a la preadolescencia, quería darle sentido de familia. Allá uno trabaja mucho. La vida es más sola. Todo es más lejos. Quise regresar a Costa Rica para que tuviera vida más familiar. Pero ve la ironía, cuando ella cumplió 18 se fue a Nueva York (risas)”, cuenta Pardo. Su hija trabaja como productora en HBO.
Poco después de regresar, María Laura fundó Danceworks; su esposo la incentivó.
“Al principio solo quería compartir conocimientos con las niñas. Mi esposo me impulsó a abrir mi propia academia. Empezó con mis sobrinas, mi hija y amiguitas de ellas. De boca en boca (el proyecto) fue creciendo. Lo que siempre me ha encantado es impulsar a las chicas a que alcancen sus sueños, como yo los tenía. Fui maestra de Victoria Arrea que baila en el The Washington Ballet, ustedes (La Nación) le han sacado en notas”, comentó orgullosa.
María Laura, especialmente, se siente feliz de recibir los reconocimientos internacionales luego de los tormentosos momentos de la pandemia, en la que sus clases se ajustaron a la virtualidad.
Siempre decidida, sacó las clases adelante y poco a poco se pudo regresar a la presencialidad. Por la covid-19 no se pudo realizar su tradicional show anual, entonces a María Laura se le ocurrió grabar una película en la que participaron todas sus alumnas. Fue emotivo, dijo la mujer, quien es dueña de intensos sentimientos. Ella, sin duda, es una artista que sueña y deja soñar.