Sus pequeños piecitos de piel tostada son inquietos. Los niños de la comunidad indígena de Rey Curré están acostumbrados a un mundo con muchos menos muros que los de la capital.
Sin embargo, un espectáculo de títeres logró calmarles los bríos y los dejó inmóviles en sus sillas, con las miradas clavadas en el escenario.
A la orilla de la carretera Interamericana, en el salón comunal del pueblo, el Festival Nacional de las Artes convocaba su atención.
A las 2 p. m., los titiriteros Christian Amador y Charlie Vargas prefirieron aguardar unos minutos para salir al escenario. Casi la totalidad de las sillas estaban vacías, pero la producción del festival confiaba en que pronto llegaría más público.
Así fue. En un abrir y cerrar de ojos, el salón comunal se llenó con las risas de decenas de niños que disfrutaron con las ocurrencias de los títeres del espectáculo Discapacidad .
Al final de su número, muchos de ellos corrieron a tomarse fotografías con los personajes, mientras Juan Cuentacuentos comenzaban a sonar las notas de su guitarra.
Entonces, también cantaron, bailaron y rieron con la historia de la Cucarachita Mandinga, quien enviudó cuando su esposo ratón cayó dentro de una olla de arroz con leche.
Entretanto, los adultos soltaron las carcajadas con una que otra insinuación que los pequeños no entendieron.
Sin embargo, el espectáculo que logró que los niños se despegaran de sus asientos fue Entre la locura y la belleza , una danza contemporánea a cargo de Estefanía Dondi.
La curiosidad de sus miradas los hizo ponerse en pie para escudriñar los movimientos corporales de la artista en el suelo del pasillo principal del salón.
Afuera, en medio del receso, algunos de los chiquillos se reunieron en una ronda junto a un viejo árbol. Todos ellos coincidieron en que la danza fue su espectáculo favorito.
“Es que fue interesante, bonito y acrobático”, dijo Pamela Delgado, de 9 años, y quien integra un grupo de baile popular. “Es importante que desde pequeñillos se involucren. Ellos ya sabían que estaba esto (el festival) y que a las 2 había que venir. Aparte de que les gusta mucho el baile y seguro por eso también se identifican”, comentó Mónica Rojas, profesora del kínder Curré.