No importa que el foco de la emergencia se centre en Nueva York. En la ciudad de Los Ángeles, en California, el cineasta costarricense Hernán Jiménez vive la pandemia con sincera preocupación: sabe que nada ni nadie está a salvo y califica como una verdadera “tragedia” la situación sanitaria que vive el mundo.
Desde hace varias semanas, Hernán está confinado en su casa. Más de 500 muertos en California y casi 20.000 casos positivos de covid-19 en ese estado le hacen ver que hace muy bien en mantener la cuarentena, salir solo cuando es estrictamente necesario y lavarse las manos como un loco.
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Por eso, Hernán está resguardado en su hogar, donde trabaja y reflexiona al mismo tiempo. No creemos que vaya a escribir un stand up sobre este tema (o quien sabe, en un lejano futuro), pero eso no quita que su alma de artista vuele como es costumbre y se conmueva con la inédita situación. Viendo noticias que jamás imaginó ver, muy lejos de su patria y con su sensible forma de ver las cosas, el creador de El regreso y A ojos cerrados está convencido de que el mundo no será el mismo después del nuevo coronavirus.
–Hernán, ¿cómo se está afrontando la pandemia en California? ¿Cómo la enfrenta usted?
–Hay un gran nivel de alarma, pero sobretodo de expectativa. Creo que como en todo el mundo –sobretodo fuera de los países más afectados hasta ahora–, lo que hay es una incertidumbre enorme.
“Es el no saber lo que más ansiedad genera. Pero sea como sea, me parece que Estados Unidos será uno de los países con consecuencias más serias. La respuesta gubernamental ha sido deficiente, y la mayor parte de las medidas hasta el momento se han tomado a nivel local en Nueva York, California y Seattle”.
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–¿Cómo te ha afectado sentimental y emocionalmente este trance? ¿Qué hace para mantener la calma? ¿Cuál es su refugio?
–(La situación) es totalmente desconcertante. Creo que como todos, paso de una emoción a otra constantemente. Creo que así será por mucho tiempo. Hay instantes de esperanza, otros de mucho miedo, momentos en que busco consumir todas las noticias del mundo y ratos en que no quiero ni ver el teléfono.
“El mundo cambió para siempre y nos va a tomar mucho tiempo digerir eso a nivel emocional. Encima de todo, la herramienta más vital y primaria que tenemos en momentos de crisis es abrazarnos y buscar alivio en las demás personas, pero esta vez eso también cambió. Así que busco refugio en mi perrita, y las voces de mis amigos en línea”.
–De todo esto que está pasando, ¿qué te ha molestado más y que te ha alegrado más?
–Pues es una tragedia por donde quiera que se vea. Me parece que, desde lejos, he visto una respuesta seria y responsable de las autoridades en Costa Rica, así como un recordatorio del sistema de salud tan fuerte que hemos construido a través del tiempo. Eso me alegra y me enorgullece.
“Lo que más me enoja es justamente lo que veo aquí, un sistema absolutamente privado en que el lucro ha mediado ya por tanto tiempo, que no hay un sistema centralizado para reaccionar y mucha gente pagará un precio terriblemente alto. Pero, en general, no me permito perder de vista que en todo tiempo de crisis, contrario a lo que podríamos pensar, el común denominador es la solidaridad entre las personas. Es una característica muy humana, y hay que valerse de ella para dar y recibir”.
–¿Cómo ha afectado el covid-19 su trabajo como artista?
–Tenía dos proyectos de cine aquí (en Estados Unidos). Uno que dirigía en mayo, otro que estoy escribiendo. El primero está claramente pospuesto hasta nuevo aviso, el segundo seguirá su curso mientras vemos qué pasa.
–¿Elsewhere (su primera cinta filmada en inglés y rodada en Canadá) se ha visto golpeada?
–Creo que no, ya está en plataformas digitales acá (en Estados Unidos) y no afectó su distribución.
–Finalmente, ¿qué mensaje le envías a los ticos?
–Que la crisis es seria, que escuchen y acaten las medidas de las autoridades, que se cuiden mucho y no salgan de sus casas. Sobretodo les pido que, aunque sea virtualmente, no dejen de ofrecer todos los gestos de solidaridad que puedan, pues alguien se los va a agradecer profundamente.