Por lo mala que es la película Rambo 5: La última misión (2019), se hace eterna. Está “a cargo” de Adrian Grunberg, porque no puede uno decir que sea exactamente un trabajo de dirección: el filme parece irse al garete a cada rato.
El “actor” Sylvester Stallone pone todo su empeño en no desaparecer del mapa fílmico, de estar dentro de las producciones de Hollywood, aunque sea dentro de las peores. El señor Stallone sabe que cuando uno menos lo piensa, la pelona llega y adiós mis flores.
Uno debe aceptar que la figura de Rocky quedó mejor salvada en películas como Creed: Corazón de campeón (2015) y en su secuela del 2018, filmes mejores que aquellos con Rocky Balboa de 1990 y del 2016.
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Ahora Stallone se empeña en recuperar la figura de Rambo, boina verde que mataba vietnamitas en filmes que procuraban invertir la realidad, al presentar a los soldados del ejército estadounidense como víctimas, cuando fueron invasores.
Con Rambo 5: La última misión, el señor Stallone regresa por sus fueros xenofóbicos, porque la película se dedica a presentar a cuanto mexicano haya como si todos fuesen asesinos crueles y traficantes de drogas: el maniqueísmo es absoluto. Por supuesto que Rambo se da gusto liquidando a esos malos mexicanos.
Este asunto, de matiz ideológico, afecta el desarrollo de la película, si es que se puede hablar (en ella) de un relato propiamente dicho. Su desenfreno violento es también desenfreno visual que, en ningún momento, crea una atmósfera narrativa.
La planificación de la película es violencia llevada al paroxismo y solo acumula muchos combates o pleitos (casi todos cuerpo a cuerpo), sin desarrollar ninguna temática importante. Lo formal se muestra siempre descuidado, pero el director se siente muy señorito y no se percata que ello va en detrimento de la fluidez del relato.
Todo comienza cuando a Rambo le secuestran una sobrina. Los repugnantes mexicanos la convierten en drogadicta y prostituta joven. Rambo ha de tomarse la venganza y, de aquí en adelante, lo que vemos es la destrucción violenta de una mínima construcción dramática.
La pésima actuación de Sylvester Stallone está a tono con todo el haber deplorable del filme; película que, por demás, no dudo en calificar de fascistoide, por su enfermizo gusto de mostrar tanta violencia y de llevarla a los niveles que la lleva.
Rambo, el personaje, parece tener una premisa, que es también la de la película: el enemigo es semejante a un puerco que a nadie alimenta hasta que esté muerto. De ahí la grosería de sus imágenes.
La película intenta meternos diez con hueco al señalarnos los traumas que acarrea Rambo, por culpa de su vida violenta. ¡Pobrecito de él! Se supone que esa es la parte cercana al drama, pero resulta más bien próxima a la comedia.
El montaje de la película es muy malo con el ritmo de la violencia y tanto la música como la fotografía devienen redundantes. La verdad no veo por qué se hizo esta película y menos por qué asistir a verla.
RAMBO 5: LA ÚLTIMA MISIÓN
Título original: Last Blood
Estados Unidos, 2019
Género: Acción
Director: Adrian Grunberg
Elenco: Sylvester Stallone, Paz Vega
Duración: 89 minutos
Cines: Cinemark, Cinépolis, Nova, CCM, Studio, San Pedro
Calificación: UNA estrella ( * ) de cinco posibles