Entre Jazmín y Aladino, el amor resplandece. Es un cariño puro, dinámico y de atrayente fantasía, casi tanto como el show que estrenó el Ballet Nacional de Costa Rica este domingo, en el Anfiteatro Coca Cola del Parque Viva.
El montaje Aladino, circunscrito en el evento navideño La Villa Mágica, hechizó con la magia de Oriente a grandes y chicos. Entre coloridas coreografías, misterio y muchos colores en el escenario, el público se dejó seducir por el tradicional cuento, en el que una pareja enamorada sufre la oposición férrea de un Sultán y el malvado Jafareth.
Aladino, encarnado por el bailarín Marcel Gutiérrez, es un chico humilde que solo piensa en volverse rico algún día. No es que sea ambicioso, es que vive con el noble deseo de poder casarse algún día con la bella Jazmín (Yenessis Marzán).
Pero hay un problema. El Sultán, padre de Jazmín, desea que la princesa se case con Jafereth (Andrés Acuña), un hechicero que solo desea apoderarse de todas las posesiones de la familia y acabar con Aladino de una vez por todas.
En sus visiones, Jafareth ha visto que el destino de Jazmín está unido al del humilde chico, por lo que no puede jugarse el chance de que se interponga en sus planes.
A partir de esa premisa, los bailes exquisitos de corte árabe y sus singulares ropajes toman el escenario para ir contando la forma en que Aladino se enfrenta a su oscuro opositor. Por ejemplo, el ballet marca con especial atención el momento en que Aladino es abandonado en una oscura cueva por Jafereth.
Jafereth engaña a Aladino vilmente, pero no se saldrá con la suya, pues de una la lámpara en el interior de la cueva saldrá un genio (Edoar Morillo) a cambiar la historia del humilde chico.
Ilusión y talento infantil.
Entre el elenco del Ballet Nacional de Costa Rica sobresalen una camada de talentosos niños y adolescentes. Mientras Aladino va a la conquista definitiva Jazmín, los pequeños bailarines aderezan la espera con lucidas, tiernas y espectaculares coreografías.
En las gradas, por su parte, palmas agradecidas le rinden ovación a los protagonistas, quienes no solo demuestran lo bien que han aprendido la técnica, sino que se empeñan en transmitir todas las emociones de una historia contada por generaciones.
Para los chicos en las butacas las olas de ilusión iban y venían. Muchos de ellos conocieron la historia de Aladino por la famosa película de Disney, estrenada en el cine en 1992, pero replicada decenas de veces en televisión o cable.
Por eso vibraron, la igual que muchos adultos, cuando la melodía de la canción Un mundo ideal comenzó a sonar. Fue un gran detalle, que cerró con broche de oro cuando la alfombra mágica comenzó a volar, literalmente, en el escenario del Anfiteatro Coca-Cola.
“Para mí, definitivamente, fue lo más bonito y emotivo de todo”, dijo Marta Alfaro, una ingeniera de 34 años que llegó acompañada de sus dos sobrinos al evento. Ellos, con una sonrisa cómplice, apoyaron el comentario de su tía.
Pero el mágico paseo de Jazmín y Aladino, en la afamada alfombra mágica, no era el culmen de la historia. Había que esperar la venganza de Jafareth y el enfrentamiento lógico entre los antagonistas.
Genio y la lámpara vuelven a ser protagonistas en la parte final del ballet. La lucha es a muerte, pero el poder de los deseos terminará por equilibrar la balanza.
Es un final feliz, como todos lo sabemos, pero que en el Parque Viva tuvo un impacto singular. Niñas de varias edades se juntaron en un sector del anfiteatro a demostrar su alegría por el desenlace y la admiración por los personajes.
El grupo de niñas gritaron a pulmón lleno cuando Aladino, Genio y Jazmín salieron a hacer el saludo final a la audiencia. Pero no solo eso, sino que imitaban sus movimientos como imaginándose fueran ellos los que se estaban bañando de aplausos en el escenario.
“Eso es lo mejor de estos espectáculos, en los que se involucran a los niños”, dijo Rafael Soto, que vino al Parque Viva acompañado de su esposa e hija, de 3 años.
“Es bonito porque los chicos comienzan a sentirse atraídos por este arte y de repente le toman el gusto. Quien quita que muchos de los que están aquí se vuelvan talentos del ballet”, agregó.
Con su cara de satisfacción este padre de familia, representando a muchos otros que asistieron a la cita, terminó de ver el show estrella de La Villa Mágica del Parque Viva. Sin duda, se trata de un espaldarazo de motivación para la esperada presentación de Aladino, el segundo montaje del Ballet Nacional de Costa Rica luego de El Lago de los Cisnes.