Una turba de 12 individuos atacó con piedras y robó máquinas industriales de una casa, porque ahí vivía una familia que protegió a un joven de 22 años, quien había sido agredido a golpes por los sujetos.
El hecho se presentó a las 7:38 p. m. del domingo, en la urbanización Vista Hermosa, en San Rafael de Oreamuno, Cartago, confirmaron la Fuerza Pública y el Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
Los gamberros, además, causaron daños en dos vehículos, a los cuales les quebraron parabrisas y vidrios de las puertas.
Luego del ataque, los implicados se refugiaron en una casa ubicada a 300 metros del sitio del incidente, que fue allanada por el OIJ y la Unidad de Intervención Policial (UIP).
En el lugar se decomisó una escopeta calibre 12, varias matas de marihuana, una bicicleta, una máquina de soldar, una cortadora de metal, así como una sierra de disco conocida como metabo.
La Policía detuvo a ocho hombres de apellidos Hernández, de 21 años; Quesada, de 19; Redondo, de 29; Salazar, de 28; Angulo, de 26; Solano, de 23, y dos menores de 16 y 17 años. Los individuos fueron puestos a la orden de la Fiscalía Adjunta de Cartago, donde ayer en la noche se les iba a indagar, para posteriormente pedir medidas cautelares.
Hecho. El conflicto comenzó cuando varios sujetos atacaron a un hombre de apellido Quesada, de 22 años. La víctima dijo a La Nación : “El sujeto que inició la agresión me dijo que una muchacha que fue novia mía y con quien tengo un hijo de 4 años, le había pedido que me golpearan”.
Quesada explicó que él iba en bicicleta cuando lo golpearon en la cabeza con una botella, lo que lo hizo caer al suelo; ahí lo agredieron a patadas.
Una mujer de apellido Leal, quien vive a 25 metros del sitio de la agresión, dijo que estaba en el corredor de la casa con unos amigos, cuando vio a un joven lleno de sangre, quien cayó en la acera. “Lo único que hice fue darle ayuda y pedir la ambulancia. Una vecina llamó a los padres. Ellos llegaron y fue cuando se vino la turba. Yo les pedía que se metieran a la casa para protegerlos y fue cuando agarraron la casa a pedradas”, relató Leal.
La afectada manifestó que el ataque duró unos cuatro minutos, tiempo en que escuchó dos detonaciones. “Los del OIJ recogieron dos casquillos de la calle, pero esos disparos no fueron contra la casa”, agregó Leal.
Leal estimó los daños a la vivienda y las herramientas robadas en cerca de ¢500.000.
“Lo material no es tanto, sino lo psicológico. Hoy (lunes) no he podido moverme. Estoy muy nerviosa. Lo único que hice fue proteger al muchacho. Ahora tengo miedo a represalias”, expresó.
La turba también quebró parabrisas y vidrios a dos vehículos, uno propiedad del novio de Leal, y el otro, del padre de Quesada.
Las pérdidas en este último carro fueron estimadas en ¢2 millones. “Estaba dispuesto a defender a mi hijo, pero cuando vi que tenían una escopeta, pistolas y cuchillos, me di cuenta de que no podía enfrentar a 12 sujetos”, contó el papá de Quesada.