Los análisis realizados por personal del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) en los materiales que lanzó el volcán Rincón de la Vieja el lunes 28 de junio, revelan que no se esperan erupciones tan fuertes próximamente.
Así lo detalló Javier Pacheco, investigador del Ovsicori, quien dijo que fue muy poca la cantidad de magma juvenil que se encontró en las muestras, eso revela que fue mínima la interacción con un cuerpo magmático reciente.
“No hubo interacción directa del magma con el sistema hidrotermal. No fue una erupción freatomagmática, sino que fue por la relación indirecta entre gases y el acuífero del volcán”, explicó.
La ceniza lanzada llegó a unos cinco o seis kilómetros de distancia, pues hubo reportes de Buenos Aires de Aguas Claras y Gavilán de Dos Ríos, cantón de Upala. Se trata de la erupción más fuerte del Rincón de la Vieja en los últimos 25 años.
Los análisis químicos y de petrología de los materiales, así como de deformación del mismo volcán, dejan ver que lo que ocurrió fue la ruptura de un sello que se había formado en la cámara magmática y que impedía la salida de gases.
El año pasado hubo más de 1.400 erupciones que mantenían semiabierto ese sello en el cráter, pero al cesar, en diciembre del 2020, se comenzaron a acumular fluidos en el sistema hidrotermal y aumentó la presión interna.
La erupción del 28 de junio permitió despejar los conductos al eliminar el tapón. Ahora el coloso, que está a 1.916 metros sobre el nivel del mar, volvió a erupciones pequeñas como las tres que hubo el pasado fin de semana.
En adelante se espera que los gases escapen con mayor facilidad a la atmósfera, aunque sigue habiendo pequeñas acumulaciones, dijo el científico del Ovsicori.
Como el gas magmático alcanza temperaturas de hasta 800 grados Celsius, al entrar en contacto con el agua, la convierte súbitamente en vapor y eso es lo que se ha visto en los últimos días.
La mayoría de los daños causados por la lluvia ácida en la vegetación ocurrieron dentro del mismo parque y algunas de las fincas limítrofes en el sector norte y noreste, donde hay poca agricultura. Más bien fueron algunos pastizales para ganado los que se vieron afectados.
Balísticos mortales
Pacheco dijo que como desde el 2012 se cerró el sendero que conduce al cráter y está prohibido el ingreso de turistas a la cima, el riesgo de afectación por erupciones no es tanto como en otros volcanes.
Sin embargo, dejó claro que los turistas furtivos que se acercan al cráter corren riesgo de perder la vida, pues esas erupciones surgen en cualquier momento y se trata de gases muy calientes.
Esas erupciones también lanzan fragmentos de roca en todas direcciones, llamados balísticos, que pueden matar a una persona.
En erupciones como la del 28 de junio también hubo flujos piroclásticos al colapsar la columna vertical de gases. Esos flujos ardientes arrasan con todo lo que esté cerca.
Otro peligro lo representan los lahares o corrientes de material que bajan por ríos y quebradas. Uno de los vados sobre la quebrada Azufrada fue dañado por el golpeteo de grandes piedras y palos que bajaron por ríos y quebradas.
“Es peligroso que la gente se acerque a ver esas corrientes, porque estas pueden botar el puente donde la gente se sube a ver. Eso es como un cemento líquido que baja con fuerza y se lleva lo que esté en su trayectoria”, dijo Pacheco.
Más vigilancia
A raíz de la actividad que se incrementó desde el 2017, se cuenta con más equipos de vigilancia cerca del volcán, pero ahora la idea es instalar otros en la cima.
“Todo está listo, solo esperamos que mejore el clima, para asegurar el éxito del viaje, pues se tardan como cuatro horas en subir y tres en bajar”, dijo.
Explicó que el Ovsicori tiene listo un equipo con cámara de video y sensores para control de gases que esperan colocar en agosto próximo cerca del cráter, para una mejor vigilancia.
Las características empinadas de este volcán obligan a llevar ese equipo utilizando caballos, pues los carros del Ovsicori no llegan hasta la cima, como sí ocurre en los volcanes Poás, Irazú y Turrialba.
El objetivo es llevar un conteo de erupciones muy pequeñas pero importantes, “porque pueden decir mucho sobre el estado del volcán y actualmente no son captadas por las estaciones”, sostuvo.
Además del difícil acceso al cráter, otra dificultad en el Rincón de la Vieja es que no hay infraestructura adecuada para llevar la energía que los equipos ocupan. Trabajarán con energía solar y baterías, lo que también requiere mantenimiento periódico.
Por esa razón usarán cámaras de video menos costosas que las de otros volcanes y con menos horas de monitoreo en directo.