Una vela, un ramo de flores moradas con blanco y una fotografía acompañaron a los rescatistas del Cuerpo Voluntario de Emergencias de Pavas por 12 días en un salón comunal de Paraíso, Cartago.
A diario, el grupo encendía la candela, para mantener la esperanza de encontrar algún elemento que ayudara en el caso de Allison Pamela Bonilla Vásquez.
Desde mediados de setiembre, cuando el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) decidió enfocarse en otras diligencias, los muchachos coordinaron con la familia de la joven y con los objetivos claros se adentraron en un botadero clandestino de San Jerónimo de Cachí.
Joel Solano, uno de los miembros de la organización, contó que ellos analizaron los puntos en los que las autoridades incursionaron y, a partir de eso, trazaron el camino que ellos seguirían.
"Coordinamos con la familia y decidimos ir a los puntos donde no se había buscado: el lago de Cachí, el río Paez, el río Reventazón, entre otros.
“Analizamos también la posibilidad de que animales arrastraran el cuerpo y, con esa información, inspeccionamos la zona”, explicó Solano.
Agregó que la experiencia de cada uno de los voluntarios, tanto de su grupo como de otros, fue clave para determinar la zona que se abarcaría.
Finalmente, el 27 de setiembre tuvieron réditos a su paciencia y perseverancia, después de encontrar una jacket, un zapato, una media y dentro de esta, una uña.
Eso fue suficiente para que la Policía Judicial retornara al sitio y, un día después (28 de setiembre), diera con los restos óseos de Bonilla.
“Acá todo fue trabajo de un equipo que quiere justicia, que siguió un protocolo y que tenía definido cómo actuar ante un hallazgo”, afirmó.
El primer paso al ubicar las prendas fue tomarles fotografías, después las pasaron a un personero que estaba cerca de la tía de la muchacha, Xiomara Vásquez Cordero, y ella fue quien confirmó similitudes con las prendas que su sobrina vestía cuando desapareció el 4 de marzo anterior.
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Bajo de una llanta
Carlos Salvatierra, rescatista del grupo OPEC de Cartago, fue quien encontró uno de los primeros indicios el 26 de setiembre anterior.
Recordó que, en determinado momento, se quedó solo en el botadero, debido a la lesión de una de sus compañeras y, en ese instante, hizo una oración.
"Sentí un irreprimible deseo de rezar y de pedirle a Dios, que pudiera hallarla para mitigar el sufrimiento de su familia.
“Luego de que recé, empecé a caminar por una ruta que ya había explorado y de pronto me pareció ver un pequeño trozo de tela bajo una llanta. Tuve una corazonada de que podía ser la jacket de ella, me comunique con la gente de arriba, y me ratificaron que era negra. Le di gracias a Dios que me había oído”, explicó.
Las condiciones climáticas los hicieron salir del lugar ese día, pero a la mañana siguiente, ya con el punto de donde se había encontrado la tela, continuó la búsqueda.
Fue entonces cuando Luis Ovares y Marco Durán dieron con los otros elementos que ahora forman parte de la investigación, la cual se sigue contra un hombre de apellidos Sánchez Ureña, único sospechoso del asesinato de Bonilla.
Este sábado, la abuelita de Allison, Marjorie Cordero, y la madre de la joven, Yendry Vásquez, acudieron al sitio donde aparecieron los restos óseos, para instalar una cruz y dejar unas flores azules, en memoria de la fallecida.