Como un gol en contra en el último minuto del partido, a la estrella mexicana Rafa Márquez ‘se le vino la noche’ un 9 de agosto del 2017.
Ese día, desde muy temprano, el jugador debió intuir que algo no andaba bien. Es posible que su teléfono timbrara más de lo usual y los mensajes de Whatsapp le entraran por toneladas. Quizá incluso, antes que pudiera afeitarse y entrar a la bañera para salir a entrenar, ya Facebook le había hecho caer en cuenta del monstruo legal que lo acechaba.
Esa triste mañana el Departamento del Tesoro de Estados Unidos incluía a Márquez en una lista de 21 mexicanos vinculados con el presunto narcotraficante Raúl Flores Hernández. Para las autoridades norteamericanas, el exdefensor del Barcelona FC, dos veces ganador de la Champions League y mundialista de Rusia 2018, era nada más y nada menos que un testaferro del poderoso y escurridizo delincuente.
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Flores Hernández es el supuesto líder del Cartel de los Flores, una estructura criminal que opera en Guadalajara desde 1980, pero con fuertes conexiones establecidas en Ciudad de México. La organización, desde sus inicios, ha mantenido alianzas estratégicas con el Cártel de Sinaloa, de Joaquín El Chapo Guzmán, y con el Cartel Jalisco Nueva Generación.
En síntesis, el presunto socio de Márquez sería una figura de terror. Le llaman El Tío, tiene 64 años y esta preso desde julio del 2017.
“Ha operado exitosamente por décadas debido a su larga relación con otros cárteles de la droga y su utilización de testaferros financieros para enmascarar sus ganancias procedentes de la venta de drogas”, declaró John E. Smith, director estadounidense de la Oficina para el Control de Bienes de Extranjeros (OFAC).
Como era de esperarse, a Márquez se le congelaron de inmediato sus cuentas y bienes involucrados en el caso. Se le canceló su visa ‘gringa’ y se le prohibió hacer negocios con cualquier empresa estadounidense a través de las suyas.
Esto, simplemente, no podía ser: ¿Rafa Márquez metido con el narcotráfico?
México entero y el mundo del fútbol no salían de su asombro. Cables internacionales venían y otros llegaban. La prensa, como era lógico, le hizo la perseguidora al jugador hasta que sus fans, por fin, pudieron escuchar su reacción unas horas después de destapado el escándalo.
“Así como he encarado mi carrera como profesional, hoy en día, en mi partido más difícil, intentaré esclarecer todo esto en cuanto se pueda y sea el Rafa Márquez que ustedes conocen. Niego cualquier tipo de relación con organizaciones criminales como se ha confirmado en las diversas notas periodísticas”, expresó el defensor aquel revelador día.
Márquez dijo no, pero las autoridades estadounidenses sí. El calvario legal apenas iniciaba y aún hoy no se termina.
Mientras Márquez patea la bola en Rusia y defiende su área de alemanes, suecos y coreanos en la primera fase de la cita mundialista, las medidas estadounidenses contra el futbolista no han sido levantadas y las investigaciones sobre su supuesto ligamen con El Tío siguen vigentes. Para colmo de males hasta su madre, la diputada federal Rosa Alicia Álvarez Piñones, también es sospechosa de tener tratos con el famoso bandido.
Lidiando con las sombras
Además del congelamiento de unas diez empresas con operaciones en Estados Unidos, el fuerte desgaste emocional que ha sufrido en el último año y la incertidumbre sobre lo qué va a pasar con su futuro personal, sobre Rafa Márquez se ciñó una angustia aún más grande.
Con este monumental enredo: –¿Como iba a terminar el libro de su gloriosa vida futbolística?–.
No era de recibo que aquel laborioso y aguerrido muchacho, cinco veces mundialista y que curiosamente debutó con la selección azteca por un ‘bendito’ error, fuera a despedirse del fútbol de esta ‘vulgar’ manera.
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Márquez nació un 13 de febrero de 1979 en la localidad de Zamora, Michoacán. Tenía 17 años cuando el seleccionador Velibor Bora Milutinovic casi se cae de espaldas el día que lo vio llegar a la concentración de la selección azteca.
-“¿Quién es este chico?”, debió preguntarse el entrenador serbio, el mismo que llevó a Costa Rica a su primera aventura mundialista en Italia 90.
Bora no era el único extrañado. Hacía apenas un año que Márquez había debutado en la primera división con el Atlas de México, era un complete nene en el mundo de la pelota y por eso resultaba ilógico verlo allí.
El caso es que el Tri mexicano se preparaba para la Copa América de Bolivia e iban a tener un partido de fogueo contra el combinado de Ecuador. Figuras conocidas como Adolfo Ríos, Germán Villa, Jared Borguetti y Jesús el Cabrito Arellano estaban en la convocatoria.
Según rememoró el sitio Lopezdoriga.com, Bora deseaba convocar a delantero del Atlas César Márquez, pero su asistente se equivocó y puso el nombre de ‘Rafael’ en la lista oficial.
“Nadie del cuerpo técnico se percató del error hasta el día que vieron llegar a Rafael, muy sonriente, a la concentración”, describió el sitio Univision.com
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“En ese momento Rafa estaba concentrado con la selección mexicana sub-20. Milutinovic pensó en devolverlo y llamar a César, pero dada la cercanía del encuentro contra Ecuador sus asistentes lo convencieron de mantener al defensor en la nómina”, agregó el reportaje televisivo.
La historia recuerda que Rafa Márquez participó en el dichoso partido y tuvo un destacado papel sobre el terreno de juego. A su corta edad dejó ver la casta y el liderazgo que lo llevó a ser titular en los mundiales de 2002, 2006, 2010 y 2014.
Ese día, algo nervioso y con voz de crío, el jugador comentó: “Gracias a Bora que me dejó debutar en la selección grande. Ojalá que me siga llamando”.
Vaya que si lo siguieron llamando.
Con ese mismo ímpetu el catalogado Patrón del fútbol azteca guió a México a ganar el título de la Copa Confederaciones, en 1999 y a obtener varias Copas de Oro. Además se erigió, junto a Cuauhtémoc Blanco, como el único jugador mexicano que ha anotado goles en tres mundiales distintos.
¡A Rusia!
Luego de tanta gloria, festejo y fama, el cierre decoroso que soñó el Káiser de Michoacán tenía que llegar. Nunca hubo dudas de que Rafa, con todas las fuerzas de su corazón, deseaba quitarse la amargura de los últimos meses con un nuevo llamado a la cita mundialista.
“Estoy con el sueño de poder ir a un quinto Mundial, está ya a la vuelta de la esquina… Estoy esperando a que todo eso se pueda dar”, comentó el futbolista en una entrevista realizada para su último club.
Lo quería él y todo México y aunque hubo inmenso escepticismo sobre esa posibilidad, el lunes 4 de junio el técnico colombiano Juan Carlos Osorio dio la campanada: Márquez estaba en la lista de los 23.
Fue una convocatoria extraña, porque además de los asuntos extrafutbolísticos que lo agobian, hace apenas unos meses Rafa se había despedido de los terrenos de juego vistiendo la camisa del Atlas.
Nunca, eso sí, perdió la esperanza de llegar a Rusia. Aseguran que se entrenaba en solitario esperando escuchar su nombre el día del ‘gran llamado’.
Quizá las últimas declaraciones de El Tío, que desde la cárcel habría asegurado que él y Márquez se conocen personalmente pero que el jugador nunca estuvo enterado de sus actividades delictivas, pudieron suavizar las cosas para el futbolista.
El abogado de Márquez, incluso, ha contradicho a El Tío. Nassar Daw asegura que ni siquiera se conocen.
“El señor Rafael Márquez al que conoce es al hijo del señor Flores . Lo ha tratado como una persona más, un habitante más, un hombre de negocios más, que habita en Guadalajara”, expresó Daw al diario El Milenio.
“A Rafa, como a todo mexicano, lo protege se presunción de inocencia”, agregó el abogado, uniéndose a un sentimiento que parecen tener la mayoría de mexicanos.
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Aun así su participación en Rusia no es ni será convencional. Sus supuestos vínculos con Raúl Flores lo acompañarán sí o sí a la cancha que pise.
Para evitar problemas con la FIFA y sus patrocinadores, la selección mexicana ha tomado medidas drásticas con el defensor. Por ejemplo, Márquez no puede vestir uniformes que exhiban marcas de los auspiciadores.
No es algo nuevo para Márquez, pues por los mismos motivos ya había perdido un contrato millonario con la empresa Nike.
Además, en Rusia, los representantes legales del jugador le han prohibido acercarse a la zona mixta, donde los logotipos empresariales están expuestos.
Pero en términos futboleros todo lo anterior parece no tener ninguna relevancia. Lo importante es que con su quinta participación en la Copa del Mundo, el supuesto testaferro de El Tío estará igualando a su coterráneo Antonio La torta Carbajal, al alemán Lothar Matthäus, y al italiano Gianluigi Buffon como los jugadores con más mundiales jugados.
Rafa, además, sueña con ayudar a su equipo a alcanzar la barrera del quinto partido, una obsesión que persigue a la afición azteca desde hace varios años.
Sería un logro de oro para Márquez y todo el balompié mexicano. Le inyectaría, además, un torrente de motivación al golpeado jugador.
Lo malo es que el éxtasis de alcanzar dichas glorias podría extinguirse en muy pocos días. Para ser más exactos, lo que dure el Mundial.
Luego de que Rusia baje el telón, los amantes del fútbol vuelvan a la normalidad y los reflectores de la prensa mundial dejen de alumbrar en las tierras de Putin, Rafa tendrá que volver a casa.
¿Qué le espera? Pues solo una cosa es evidente: tanto en la cancha, como en la vida, Rafa Márquez tendrá que seguir jugando a la más férrea defensiva.
Él mismo lo dejó claro: “el partido más difícil” de su existencia no se juega ni se jugará en ningún estadio.