Han pasado 11 años desde que Laura Chinchilla Miranda dejó Casa Presidencial y asumió una labor como “embajadora” de Costa Rica ante la comunidad internacional. Sin embargo, la exmandataria afirma que le duele cómo ha cambiado para mal la percepción del país ante ojos extranjeros: el país está perdiendo su estatus de refugio democrático.
En una entrevista exclusiva con Revista Dominical, Chinchilla se refirió a la ocasión en que casi renuncia a la Presidencia de la República, condenó que Rodrigo Chaves evalúe dejar el cargo para postularse al Congreso, y afirmó que no reconoce al ministro de Seguridad Mario Zamora, quien ejerció ese mismo cargo durante su gobierno.
A continuación le ofrecemos tanto la entrevista completa en formato videopódcast, como el extracto de la conversación en la que la exmandataria se refirió al estado actual del país y el manejo de la inseguridad. Para encontrar las ediciones más recientes de La entrevista del domingo visite nacion.com, el canal de Spotify o el canal de Youtube de La Nación.
— Tras 11 años de haber salido de Casa Presidencial, ¿cómo es la vida de una expresidenta?
— Depende del proyecto de vida que se propongan los expresidentes. Hay una gran tendencia en América Latina de seguir ahí disputando una nueva elección. En mi caso, siempre tuve muy claro que el final del periodo presidencial sería el final de mi carrera como funcionaria pública.
“Empecé a imaginarme cómo podía reinventar esa segunda parte de mi vida profesional, siempre tratando de tener algún impacto, alguna incidencia y utilizando obviamente la experiencia que había acumulado.
“(Lo que hago) casi todo tiene que ver con proyectos que buscan impactar en los temas de libertad, democracia, Estado de Derecho, acompañar a muchos grupos que están librando luchas heroicas, enfrentando a dictaduras.
“Eso me lleva a dar conferencias, a participar en reuniones... Así que en realidad no paro. Antes hacía un alto en el camino, pasaba a mi casa, descansaba, me recargaba energías, pero ahora mi país también me está exigiendo mucho trabajo que nunca imaginé“.

— Usted habla constantemente con autoridades, observadores, exmandatarios y analistas de otros países. ¿Ha hablado con ellos sobre Costa Rica? ¿Cuál es la imagen del país?
— La imagen que Costa Rica logró construir a lo largo de toda su historia fue una imagen fuerte, asentada en pilares tan relevantes para el desarrollo, como la democracia, el respeto a los derechos humanos, la sostenibilidad ambiental y la competitividad de una economía abierta. Aún eso perdura en muchos de los sitios que yo visito.
“Sin embargo, cada vez resulta más frecuente que en el marco de alguna entrevista, de alguna de las clases que doy, o cuando estoy en un escenario con mandatarios de otros países, ya la percepción que se tiene de Costa Rica es diferente. Y eso me duele.
“Me duele profundamente porque esas diferencias con respecto al pasado son negativas. Son alusiones que tienen que ver con: ‘Costa Rica ya no es la democracia que conocimos’, ‘Costa Rica ya no es el país de paz porque hay inseguridad’, ‘Costa Rica ya no respeta la libertad de prensa porque los periodistas se están quejando de lo que pasa’.
“Y eso duele, duele mucho porque uno no puede desligarse de la investidura, yo me siento embajadora de mi país, pero por otro lado no puedo negarlo, porque también tengo la obligación de alertar de lo que está pasando aquí".
— En Costa Rica se ha dado una discusión sobre la beligerancia política. ¿Se ha hecho suficiente para evitar la beligerancia? ¿Tiene grietas la legislación en ese sentido?
— Ese es un tema que está siempre en función del sistema político de un país. No podemos decir que hay un único patrón, ni tampoco podemos decir que hay necesariamente un modelo que sea el ideal. Lo que es importante es que, cualquiera que sea el modelo que un país adopte, que se respete, y si se quiere hacer algo diferente, que se proceda a abrir un debate, a cambiar las leyes y la Constitución.
“Lo peor que le puede pasar a un país es tener un gobernante que irrespeta la Constitución y que irrespeta las leyes. Si queremos quitar la prohibición que tiene el mandatario de participar en las campañas electorales, abramos el debate, llevemos la discusión a la Asamblea Legislativa y hagamos los cambios necesarios.
“Pero estamos en el peor de los mundos: donde un gobernante se brinca la ley pese a las advertencias que dan los jueces electorales y a veces constitucionales. ¿Con qué autoridad le van a decir a los ciudadanos que se portan mal, que no se porten mal? ¿A los que violan la ley, que no la violen? Si se quiere cambiar en Costa Rica ese precepto, que haya una discusión y se cambie la ley".
— En su etapa como observadora electoral, ¿vio acontecimientos que la alertaran y que se asemejen a lo que ocurre en Costa Rica?
— Sin duda. No solamente fui jefa de misión en las elecciones de las democracias más grandes de este hemisferio, Estados Unidos, Brasil y México, también me ha tocado acompañar las luchas de muchas fuerzas democráticas en escenarios de deterioro extremo, como los casos de Venezuela y Nicaragua.
“En los procesos de elecciones, cuando se instaura un discurso divisivo y polarizante por parte de uno de los candidatos (no tiene que haber dos, con solo uno que empiece a utilizar ese discurso divisivo), a partir de ahí empiezan las malas señales, porque esa polarización necesariamente va a tener secuelas.
“La polarización limita la capacidad de un Poder Ejecutivo de convocar a diálogos, a consensos. Va a continuar mirando al adversario político como un enemigo. Las naciones se dividen y se estanca el avance porque no hay manera de llegar a acuerdos.
“El otro síntoma es cuando, desde las campañas políticas, se anuncia un ataque virulento en contra de los medios de comunicación. Ya ahí uno sabe que viene algo que no va a ser bueno, en caso de que esa persona gane. El tercer elemento que yo citaría es el descrédito por adelantado, independientemente de los resultados, de las autoridades electorales”.
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— El presidente Chaves ha insinuado la posibilidad de renunciar para postularse para una diputación. ¿Es aceptable que un mandatario renuncie al máximo cargo del país para postularse a otro puesto?
— En principio la Constitución admite ese escenario, por supuesto, tendría que ser como parte de un procedimiento constitucional, la decisión final tendría que estar en manos de los diputados. Sin embargo, desde punto de vista político, a mí me parece una aberración.
“Particularmente cuando se trata de un gobernante que no ha tomado las decisiones que el país necesitaba, y que tiene una parálisis en áreas tan claves como la educación, la seguridad. Esto es como que un jugador de fútbol que juega en la defensa, y hace mal su trabajo, pida que lo pasen a la delantera porque a la larga ahí juega mejor. No, no, no. Quien no ha demostrado capacidad para ejercer el liderazgo desde la Presidencia, no veo qué de bueno le pueda garantizar al país desde una diputación.
“No es una actitud respetuosa con los ciudadanos el salir corriendo de la Presidencia cuando hay tanto por hacer, y simplemente decir ‘es que yo quiero estar aferrado al poder 4 años más’. Desde el punto de vista ético y político me parece altamente censurable".
— ¿Usted alguna vez analizó la posibilidad de renunciar?
—Mire, voy a hacerle una confesión. No sé si esto lo he conversado en el pasado. Por supuesto que jamás habría renunciado por un asunto de las dificultades que enfrenté para gobernar, que fueron muchísimas, al igual que algunos colegas en el pasado. Gobernar no es una cosa fácil. Nunca pensé en renunciar por razones personales, a Dios gracias la vida me ha dado buena salud y mi familia fue siempre un gran soporte.
“La única razón que me pudo haber sacado de la Presidencia era algún cuestionamiento complejo que yo sintiera que me iba a restar la legitimidad y credibilidad necesaria para seguir tomando decisiones.
“Se presentó un incidente que afortunadamente se aclaró muy rápido: se cometió un error utilizando un vuelo para atender a una actividad internacional, un vuelo privado, y ese vuelo se ligó a una persona que podía tener algunas disputas judiciales.
“En ese momento yo sí lo consideré (renunciar), y así se lo dije a mis dos vicepresidentes (Alfio Piva y Luis Liberman). Los llamé a mi oficina y les dije ‘prepárense, porque si no logramos aclarar este incidente tan desafortunado en las próximas 24 horas, yo tendré que considerar hacerme a un lado’.
Chinchilla fue denunciada por utilizar un jet privado de la empresa petrolera THX para viajar a Perú el 11 de mayo del 2013, con el fin de asistir a la boda del hijo del segundo vicepresidente, Luis Liberman, y para visitar al presidente peruano Ollanta Humala. Luego trascendió que la autorización para prestar el avión la dio un cuestionado empresario colombiano, llamado Gabriel Morales Fallón, que había sido investigado años atrás en su país por supuestos nexos con el narco. La causa fue desestimada por la Fiscalía y la Procuraduría de Ética.
“Afortunadamente todo se logró aclarar, ni la persona en ese momento tenía el conflicto que se aducía, ni la aeronave era propiedad de esa persona, sí la había usado, pero no era propiedad, y en nada, absolutamente en nada, se contaminó el viaje nuestro.
“Pero solamente en ese caso, porque para mí el tema de la ética era fundamental, y un gobernante éticamente cuestionado no debería seguir gobernando. Yo nunca tuve ninguna acusación penal, mucho menos una posibilidad de que se me abriera un proceso de desafuero. Ante la duda yo hablé con mis vicepresidentes, pero afortunadamente el incidente se logró superar".
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— Entonces, ¿para usted el único motivo que justificaba su renuncia era una cuestión de legitimidad, no de ambiciones personales?
— No, en absoluto. Yo creo que la decisión de presentar el nombre de uno para la Presidencia de un país es la más importante que pueda tomar un ciudadano, como para tomárselo tan a la ligera y decir ‘ah no, ya no quiero estar aquí y me vuelvo a otra posición’.
“Un gobernante éticamente cuestionado no debería seguir gobernando”
— Laura Chinchilla, expresidenta
— ¿Qué le dijeron sus vicepresidentes? ¿Intentaron persuadirla?
— Para ese momento ya me conocían muy bien: una vez que yo tomaba las decisiones las sostenía. Fueron horas muy duras, han sido los momentos más difíciles que yo viví, porque era un tema que me alcanzaba en lo personal y en el tema ético. Ellos sintieron mucha angustia, claro, pero son gente de una gran solidaridad. Además, a diferencia de otras ocasiones, habrían sido dos figuras que se hubieran podido ponerse al frente de un gobierno sin ninguna duda.
“Esa es otra cosa que yo me pregunto: ¿Está él (Rodrigo Chaves) consciente de si tenemos los vicepresidentes con las condiciones necesarias para ponerse al frente de la Presidencia? Yo no tengo la menor duda de don Alfio Piva o don Luis Liberman. Pero tengo el derecho de preguntarme si hoy tenemos esas mismas condiciones".
— Uno de los principales puntos altos de su administración fue el tema de Seguridad, en ese momento su ministro era don Mario Zamora. En mayo del 2023 Zamora retomó ese cargo. ¿Cómo valora su desempeño y su comportamiento como ministro?
— Usted me está hablando de una persona que yo no conozco, yo conocí a otra persona, a una persona inquieta, que siempre decía lo que pensaba con muchísimo respeto. Yo siempre esperaba que los ministros me hablaran con franqueza. Hoy veo a un hombre que calla, que se somete.
“Él era una persona que defendía la doctrina que mi marido y yo llevamos a las fuerzas de seguridad de Costa Rica, cuando avanzamos en una ley que por primera vez permitió la profesionalización de la Fuerza Pública.
“Era una doctrina de seguridad democrática, de respeto a las garantías procesales, de la necesidad de trabajar con un enfoque integral que convocara a todos los poderes del Estado, porque ninguna lucha contra el crimen se gana en solitario. Tiene que ser una coalición con distintas instituciones del Estado, particularmente el Poder Judicial.
“Ahora lo que veo es una persona que adscribe posiciones de crítica permanente al Poder Judicial, de desacreditación del trabajo de otras policías, de abrigar propuestas tan contrarias a nuestra idiosincrasia, a nuestra Constitución, como megacárceles que se sugieren sin ningún tipo de planificación. (Zamora) no es la misma persona que yo conocí.

“Creo que no tengo que decir mucho más, los ciudadanos lo tienen que estar sintiendo. Lo dicen las encuestas: la gente de Costa Rica hoy es la población más atemorizada de toda América Latina. Costa Rica está padeciendo un asesinato cada 9 horas. Ahí están los datos, la gente lo sabe, la seguridad hoy es el principal problema del país.
“Y el gobierno, en lugar de estar liderando esta lucha, convocando a jueces, fiscales, diputados para trabajar juntos, lo que hace es pelearse con ellos, desacreditarlos. El gobierno tiene paralizada una ley y ata de manos a los fiscales y a la policía para poder hacer allanamientos sin límites. Siempre obviamente con el control jurisdiccional, pero que no tenga límites, que no sea de cierta hora a cierta hora como si fueran oficinistas. El crimen no conoce horas.
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“Les han negado en muchas ocasiones el apoyo a los policías del OIJ, que son los grandes héroes que hoy tenemos, son quienes se están batiendo en las calles contra la delincuencia. Es escenario es el peor que yo recuerde en el país, y esto solamente se va a agravar en los próximos meses".
“La gente de Costa Rica hoy es la población más atemorizada de toda América Latina”
— Laura Chinchilla, expresidenta
— Cuando justificó por qué vetaba la ley para realizar allanamientos de noche, el presidente dijo que no le daría herramientas al OIJ. ¿Qué opina de esa justificación?
— Vetar u oponerse a todas las leyes que buscan darle más instrumentos a los fiscales, a los policías y a los jueces para perseguir el crimen, es traicionar su mandato constitucional, que es por sobre todo proteger a la población y proteger la soberanía del país.
“Ya en Costa Rica no estamos enfrentando una lucha con los pequeños delincuentes que antes conocíamos. Hoy estamos enfrentando una lucha contra el crimen organizado. América Latina hoy abriga 15 mercados ilegales y es el hub principal de por lo menos tres de los grandes mercados ilegales del mundo; uno de ellos es el más rentable, que es la cocaína.
“Costa Rica no está exenta de la penetración del crimen organizado. Cada vez que el presidente de la República se opone a darle más instrumentos a los policías, a los jueces y a los fiscales, se está poniendo del lado de los criminales".
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— En setiembre del 2024, don Mario Zamora dijo que no contratarían más policías, se quedarían con 15.000. Justificó que ‘muchos colegas nos han dicho, es mejor una policía pequeña y eficiente, y no masiva y fuera de control’. ¿Es correcto este análisis? ¿Fue adecuada la decisión?
— Cuando analizamos desde que yo salí del gobierno, hasta hace poco que revisé los datos, el número de policías por habitantes se venía reduciendo. Como mínimo tendríamos que tener unos 400 policías por cada 10.000 habitantes. Costa Rica está muy por debajo de eso.
El ministro habla sin echar mano de lo que pueden decir los indicadores que recomiendan qué número de policías un país necesita. Costa Rica necesita más policías, pero también necesita policías de más calidad, que no se esconda detrás de decir qué es mejor la calidad y no la cantidad. Hoy necesitamos las dos cosas. Necesitamos cantidad y calidad, necesitamos que esos policías tengan más equipamiento para hacer mejor su trabajo.
“Cada vez que el presidente se opone a darle más instrumentos a los policías, a los jueces y a los fiscales, se está poniendo del lado de los criminales”
— Laura Chinchilla, expresidenta
— Zamora también participó en un video que se publicó en las redes de Casa Presidencial, en el cual diferentes jefes policiales criticaban a los diputados que cuestionaban las políticas de seguridad del gobierno. ¿Qué opina sobre esta acción?
— Cuando empecé mi carrera como viceministra de Seguridad, ya para entonces Mario era uno de esos muchachos que habían ingresado con un gran deseo de hacer algo en favor de una Fuerza Pública democrática, civilista, profesional para Costa Rica.
“Recuerdo que algo muy parecido hizo el que fue ministro entonces, a quien yo le sobreviví, por cierto, nada fácil fue esa experiencia.
“Ese ministro hizo algo similar: convocó a los cuerpos de policía en el centro de San José, desfiló hacia Cuesta de Moras y rodeó la Asamblea Legislativa con un discurso amenazante a los diputados. Recuerdo la indignación que algunos de los que estábamos adentro sentimos por ese evento. Ese ministro no duró mucho tiempo más, afortunadamente”.
“Que no se esconda detrás de decir qué es mejor la calidad y no la cantidad. Hoy necesitamos las dos cosas”
— Laura Chinchilla sobre Mario Zamora
— Me gustaría aclarar que se trató de don Juan Diego Castro.
— Exactamente. Quien por cierto apoya al gobierno. Pareciera que inspira muchas de las acciones del presidente.
— Además se le aprobó una moción de censura por esas acciones.
— Claro, y fue unánime. Imagínese lo que es ver, tantos años después, a este ministro de Seguridad emulando lo que en su momento (yo sé porque me constó) le había causado tanta indignación. Se replica. La puesta en escena fue muy similar. No hubo desfile, pero hubo el mismo mensaje y la misma intención. Una intención intimidadora ante los diputados.
“Aquí estamos viendo cosas que me refería al inicio: un gobernante que empieza a contagiar hacia abajo de ese discurso polarizante y divisivo a los mismos miembros de la Fuerza Pública, a los funcionarios públicos, y una gestión que pareciera estar poniendo muchas más energías en criticar, atacar y descalificar a quienes deberían ser sus aliados en la lucha contra el crimen”.
— ¿Usted considera que el Mario Zamora de 1996 se hubiera opuesto a lo que hizo el Mario Zamora de 2024?
— Por eso le digo que es otra persona.
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— ¿Cuáles son las medidas que debería tomar el Ejecutivo y el Ministerio de Seguridad?
— Si hoy estuviera entrando un nuevo presidente, yo le aconsejaría que como primer acto, porque además es un gesto también, se convoque al Consejo Nacional de Seguridad con presencia de los tres poderes del Estado, y que acuerden un compromiso fundamentado en una serie de metas, entre las cuales deberá estar el compromiso de disminuir la tasa de homicidios en el país.
“De esta forma, que se despliegue un programa que garantice en primer término, la reducción de los homicidios y sacar de la calle a quienes más daño están haciendo hoy.
“En segundo término, intervenir las comunidades más vulnerables y en alto riesgo que tiene el país. De nada sirven los operativos que el OIJ hace para arrestar miembros de bandas criminales, si el gobierno no sigue una política de atender y neutralizar las razones que hacen que más jóvenes sustituyan a los que están sacando.
“En tercer término, una política penitenciaria que apueste, no solamente a ampliar espacios carcelarios, sino a mejorar las medidas de seguridad interna de nuestras cárceles.
“En cuarto lugar, hacer una revisión integral de la ley que yo como ministra de Justicia, conjuntamente con el fiscal de entonces (Francisco Dall’anese), en el año 2007, presentamos sobre crimen organizado. En ese momento le dejamos al país un instrumental que era indispensable, pero han pasado muchísimos años, ese instrumental no alcanza para enfrentar lo que estamos viviendo. Estos diputados han hecho reformas, pero muchas de esas reformas no obedecen a una visión coherente de lo que se tiene que hacer. Hay que abordar ese marco jurídico y actualizarlo”.
— Este gobierno valoró la posibilidad de hacer cárceles de carpas, y ahora valor hacer una megacárcel al estilo Bukele. ¿Qué opina de esa idea? ¿Tiene sentido?
— ¡Es que ya yo no invierto esfuerzos en hablar de todo lo que anuncian! ¡Esta gente se mueve de una ocurrencia a otra! Por lo menos el Ministerio de Justicia es un caso clarísimo.
“Imagínese qué modelos tan divergentes resultan, primero las carpas, que no garantizaban ningún tipo de contención, y ahora este otra megacárcel que anuncian.
“Pero ni siquiera se toman la molestia de decirle a la gente de dónde salen los recursos, ahí están en un pleito con el ministro de Hacienda. Ni siquiera le dicen a las comunidades dónde van a poner esa megacárcel. Vaya usted y consulte cuál comunidad quiere una megacárcel.
“¿Hace cuánto anunciaron esa megacárcel? Hace como tres meses. Y al día de hoy ni siquiera hay una propuesta concreta que nos diga cómo va a hacer esa megacárcel. No gastemos pólvora en zopilotes y en discutir, porque lo que hacen es ir de ocurrencia en ocurrencia, mientras todos los días, cada 9 horas, se sigue sumando un asesinato más en Costa Rica".
— Como última pregunta, me gustaría consultarle si usted se arrepiente de alguna decisión que haya tomado durante su administración o incluso se arrepiente de haberse postulado a la Presidencia.
— Claro que hay cosas, es normal, los presidentes somos seres humanos, personas de carne y hueso. Lo que no dudaría jamás es en haber abrigado con el mismo compromiso e ilusión la postulación a la Presidencia de la República. De eso nunca dudé.
“Pero sí de decisiones, cosas que dije o cosas que dejé de hacer también. Cuando veo la forma en que están comunicando estos nuevos personajes, yo jamás haría una comunicación divisiva, desinformando, diciendo mentiras, poniendo a los costarricenses a pelear entre sí, pero sí que me gastaría una buena plata en comunicación.
“El mayor error de mi administración fue haber subestimado el valor que tiene la comunicación a la hora de gobernar. Era previsible que si nosotros no contábamos nuestra historia, iban a ser los adversarios, aquellos que no nos querían, los que iban a ganar en la narrativa, y así terminó pasando”.