Hace varias semanas el presidente de la República, Carlos Alvarado recibió en su despacho a seis muchachos. Los invitó para conocer de cerca a algunos de los jóvenes, provenientes de colegios públicos, que destacaron por sus notas de admisión en los exámenes de la Universidad Nacional (UNA), Universidad de Costa Rica (UCR) y el Tecnológico de Costa Rica (TEC).
Los invitados del mandatario fueron Laura Rodríguez, Brandón Nájera, Daniel Vega, Daniela Gamboa, Adrián Orozco y Jennifer González, a quienes posteriormente entrevistamos por separado para conocer un poco de sus historias y aspiraciones a futuro.
Todos crecieron con el internet y tienen redes sociales, algunos disfrutan en lo musical del género urbano y otros se han dejado influenciar por los gustos de sus padres. Tienen sueños, pero sobre todo, el deseo de vivir en un mejor país para todos.
Laura Rodríguez Fernández
Edad: 18 años
Carrera: Ingeniería química, UCR
Nota de admisión: 789.07
Vecina de Acosta
Desde siempre Laura Rodríguez soñaba con estudiar una carrera y poder trabajar en su profesión. Su nota para ingresar a Ingeniería química en la Universidad de Costa Rica fue de 789.07, siendo 800 la puntuación máxima. Esta calificación no fue casualidad, pues ella siempre se ha destacado: le gusta dar todo y alejarse del conformismo porque sabe que siempre se puede mejorar.
Laura vive en la zona rural de Acosta. Su papá Arcelio Rodríguez es pulpero y su mamá Marianella Fernández es maestra de preescolar. Tiene dos hermanas; ambas estudiaron ingenierías.
“Desde que estaba en escuela he sido aplicada. Me ha gustado dar lo mejor siempre. Soñaba con una carrera pero no sabía que estudiar”, cuenta la egresada del Colegio Técnico Profesional de Acosta.
Laura, de 18 años, toca flauta traversa, disfruta de pasar tiempo con sus amigos y ama la música, principalmente el pop.
Su primer acercamiento con la universidad ha sido virtual, pues aún continuamos en pandemia.
“Espero que todo el proceso sea de mucho aprendizaje, no solo en la carrera, sino en crecer como persona. Es un poco triste no conocer las instalaciones físicas, espero pronto conocerlas y que las clases se desarrollen de la mejor manera para adquirir el mismo conocimiento”, dice.
Desde ya, esta centrada chica vislumbra lo que viene. Sueña con un trabajo estable y con solvencia económica para vivir tranquila. Le gustaría tener una casa propia y siempre vivir cerca de Acosta.
“Viajar es de mis sueños más grandes. Quiero conocer distintos lugares dentro y fuera de Costa Rica. Una vez fui a Inglaterra con un grupo del colegio. La experiencia fue linda y de aprendizaje, compartimos con personas de otros países”, cuenta.
Sobre lo que espera de Costa Rica en años venideros es que cada vez las personas sean más conscientes de la importancia del cuidado del medio ambiente.
“Es algo que nos beneficia a todos en Costa Rica y el mundo, especialmente a las nuevas generaciones”, insiste Laura.
Brandon Nájera Zúñiga
Edad: 18 años
Carrera: Ingeniería electrónica, TEC
Nota de admisión: 727
Vecino de Térraba, Buenos Aires
Brandon Nájera aspira a llegar a trabajar en grandes lugares, entre ellos la NASA. Este año empezó a estudiar ingeniería electrónica en el Tecnológico de Costa Rica. Es el primero en su familia en asistir a la universidad.
En el 2016, cuando Brandon empezó su secundaria en el Liceo Académico de Térraba tenía dos metas claras: lograría entrar a la universidad y estudiaría alguna ingeniería. Sus profesores lo incentivaban, y de alguna manera sus compañeros también; al ser tan destacado ellos le llamaban “el verde”.
“El año pasado leí a muchas personas molestas por la decisión del TEC de cambiar su proceso de admisión. Vi comentarios de gente enojada y quiero decir que yo entré por mis buenas calificaciones. Se siente una carga pesada al ver a gente tan molesta”, dice.
Brandon es un joven indígena de la comunidad Térraba. Hijo de Cecilia Zúñiga (cabecar) y de Joaquín Nájera (Teribe Broram). Su madre labora como asistente en un comedor escolar y su papá tiene un taller en el que trabaja en madera y que pudo levantar gracias a un préstamo, cuenta orgulloso.
Brandon reside a seis horas de San José. Cuando las clases del TEC inicien en modalidad presencial se pasará a vivir cerca de su centro de estudios: a él le otorgaron una beca. Por ahora, se forma desde la virtualidad.
“Uno entra y se emociona. Es una nueva etapa. Se considera difícil, pero me he acomodado. Por el momento no lo veo tan difícil, pero en cuanto a tareas se ha hecho pesado. A veces recibimos cuatro horas de clases. Los profesores nos dan espacio de tiempo para levantarnos e ir a estirarnos”, cuenta el muchacho, quien desde ya aspira a diseñar o ensamblar dispositivos que puedan ayudar a contrarrestar la contaminación mundial.
Ahora está muy concentrado en la universidad, pero cuando encuentra tiempo libre se entretiene con videojuegos o leyendo el libro La historia de Cornelius Brown, escrito por el presidente Carlos Alvarado, quien le regaló el ejemplar cuando se encontraron en Casa Presidencial.
También disfruta de la música: le gustan la electrónica, el country y el rock. El reguetón no, enfatiza. De las redes sociales no se escapa, aunque con mesura; recién cerró su Facebook para no invertir tanto tiempo allí y concentrarse en la U. Ahora solamente usa WhatsApp y Telegram.
Del futuro, Brandon espera poder conocer los países con los que ha fantaseado a través de internet. Entre los lugares que quiere visitar están las cataratas del Niágara y los templos mayas.
En el país, él quisiera que mermen las situaciones de conflicto. Un tema que le marcó fue el asesinato de Sergio Rojas, el dirigente indígena que defendía las tierras de pueblos originarios.
También y más recientemente recuerda la huelga que hicieron grupos sindicales protestando contra las medidas adoptadas durante la pandemia. A él le gustaría ser mediador en este tipo de situaciones.
“También me parece importante prestarle atención a la comunidad indígena y no solo esta (la suya), sino todas las comunidades que tienen sus orígenes cientos de años atrás. En mi comunidad se ha ido perdiendo la lengua. Yo no la hablo. De la de mi mamá puedo traducir algunas palabras”, detalla.
Daniela Gamboa Leiva
Edad: 18 años
Carrera: Pedagogía, UNA
Nota de admisión: 900
Santa Cruz de León Cortés
Daniela Gamboa obtuvo la calificación perfecta para estudiar en la Universidad Nacional. Ella decidió cursar pedagogía con énfasis en primer y segundo ciclo. Muchas voces le decían que con sus capacidades podría inclinarse por “una carrera que genere más ingresos”, entre otros comentarios, pero ella está convencida de la emoción que se le ha manifestado toda la vida cuando piensa en poder enseñar a los demás.
Daniela es una súper simpática y entusiasta. Tiene 18 años y es vecina de Santa Cruz de León Cortés, en la Zona de los Santos. Sus padres, Silvia Leiva, una ama de casa, y Marconey Gamboa, operario en una fábrica, son su apoyo principal. Además de incentivar sus aspiraciones, son unos papás muy orgullosos.
“Desde pequeña he querido estudiar educación. Muchas personas dicen que ni sirve, que no hay trabajo… Al final mis papás fueron mi apoyo. Decían que era yo la que lo iba a hacer y pensé que si estudiaba otra cosa luego me resentía por no cumplir mi sueño. Un día encontré una carta que escribimos en sétimo en la que proyectábamos que haríamos en seis años. Me dio nostalgia porque ese ha sido mi sueño de toda la vida: siempre he querido ayudar y enseñar a las personas. Siempre ayudaba a mis compañeros desde la escuela”, cuanta la egresada del Liceo rural de Santa Cruz de León Cortés.
Daniela siempre se distinguió por sus calificaciones y obtener una nota perfecta de ingreso a la UNA fue un agradable reconocimiento para su esfuerzo. El año anterior, cuando la pandemia trastocó los planes de estudio y se truncaron las graduaciones, ella tuvo temor pero finalmente logró lo que tanto quería.
“Mis papás no tenían recursos para una U privada. Sin embargo, yo siento que la educación pública será mejor, lo digo sin despreciar la educación privada”, resalta.
Entrar a la universidad en un contexto virtual ha sido, igualmente, una “experiencia bonita” para Daniela, quien en sus compañeros ha encontrado amigos y gracias a la misma tecnología ha podido organizarse a distancia.
“Entrar a la presencialidad va a ser una de las mejores cosas que me va a pasar. En la universidad me dieron residencia. Voy a ir a vivir a Heredia. Como soy de una zona rural uno está más familiarizado con el campo, cuesta un poquito ir a la ciudad porque ahí nadie me conoce y sé que hay más peligro que aquí. Eso me da nervios”, cuenta la siempre animada muchacha, quien dice que conocer al presidente Alvarado fue “increíble”.
“Tener esa oportunidad fue demasiado genial”, insiste.
Desde ya Daniela está soñando con los alumnos con quienes va a trabajar y a los que quiere transmitir conocimientos. También le gustaría tener un negocio, como una estética, y más adelante formar su propia familia.
“Quiero viajar y conocer culturas y otros ambientes. Quisiera dar clases en otro país. Quiero conocer México y París”, dice.
Sobre el presente y futuro de Costa Rica, ella espera que se tome mayor conciencia en torno al cuidado del ambiente.
“Hay que empezar por lo menos rechazando las bolsas, evitando botellas de un solo uso. Me genera molestia que la gente tire basura”, asevera.
Daniel Vega Leiva
Edad: 19 años
Carrera: Biología, UNA
Nota de admisión: 900
Vecino de Carrillos bajos de Poás, Alajuela.
A Daniel Vega siempre le ha apasionado la ciencia. Su niñez se desarrolló viendo documentales de animales. Animal Planet era de sus canales predilectos.
Daniel creció y su pasión también: sabía que estudiaría algo relacionado con ciencias. En los últimos años, de los seis que estuvo en el colegio, decidió que de las tres ciencias se centraría en biología. En ese periodo se terminó de convencer que quería estudiar esa materia como carrera.
Daniel estudió en el Liceo de Poás y sacó su diploma con la modalidad de bachillerato internacional. Es hijo de Ana Mercedes Leiva, quien trabaja como administradora de redes sociales, y de Carlos Vinicio Vega, que se dedica a vender colchones ortopédicos alemanes.
Daniel, de 19 años, siempre ha tenido buenas calificaciones: “no siempre 100 corrido, pero me he esforzado”, dice.
Él ya empezó clases virtuales. Cuando no estudia le gusta leer algún título de ciencia ficción o ciencia en general. También disfruta de caminar, ver películas o hacer deporte al aire libre con su pequeño circulo de amigos. En tiempos de pandemia evita salir.
“Tengo un grupo pequeño de amigos. No soy exageradamente social. Cuando puedo voy al polideportivo para jugar y hacer deporte al aire libre con mi mejor amigo. Es lo que hacemos para estar seguros. Casi no salgo por el contexto de la pandemia”, cuenta. Cuando sale a caminar o en momentos en los que se aburre disfruta de la música. Menciona que le gusta la electrónica, clásica, de orquesta o soundtracks de películas.
De su experiencia universitaria espera, en primer lugar, adaptarse y compartir con personas de diferentes lugares. Además de aprender todo lo que pueda de biología, busca empaparse de cultura general. Más adelante le gustaría trabajar como profesor o investigador.
Hasta ahora, Daniel tiene bastante claro lo que quiere en la vida. Le gustaría tener una pareja pero no está seguro de si se quiere casar. Con respecto a hacer familia ha pensado en hijos, pero más allá de tenerlos propios prefiere adoptar. Su decisión está bastante sustentada.
“Investigué el tema de la sobrepoblación. También pienso que hay muchos niños en el PANI y en orfanatos, es más que todo por eso”, explica el muchacho, quien antes de pensar en una familia también planea ahorrar mucho para conocer “un montón de países y aprender todo lo que pueda”.
Como miembro de una generación joven, Daniel espera que Costa Rica y su población sean más respetuosos con todas las personas y sus derechos humanos.
“Costa Rica es un país que vela mucho por su biodiversidad, dice tener personas pura vida, pero lastimosamente hay cosas que mejorar, como ciertas ideas demasiado conservadoras que dividen al país: se mete la religión en lo que no se debe; el país debe avanzar en ciertas ideas. Muchas personas de 40 años en adelante fueron criadas con ideas diferentes, por eso hay choque de ideas en temas como la población LGTBIQ y el feminismo, por citar algunos ejemplos. Siento que para avanzar, debe haber más respeto. Los costarricenses tienen que hacer más en lugar de hablar, muchas personas se quejan y no toman acciones para que la situación del país mejore
“Lo más importante es que aprendamos a ser personas más respetuosa y comprensivas y que luchemos por mejorar el país. Lo importante es que cada costarricense intente valorar y entienda situaciones difíciles, más que todo de personas que se encuentran en pobreza y tomar acciones que puedan beneficiar a la comunidad. Con solo hacer voluntariado o participar en una obra de bien social aportamos de manera positiva al país”, asevera.
Adrián Orozco Sánchez
Edad: 17 años
Carrera: Medicina, UCR
Nota de admisión: 780.28.
Vecino de San Francisco de Heredia
Hace apenas unos días Adrián Orozco concretó una meta para la que se preparaba desde que estaba en la escuela: entrar a la carrera de medicina en la Universidad de Costa Rica.
“Desde muy pequeño siempre me interesó la medicina. En parte porque mis dos papás trabajan en un hospital. Por ahí inició querer estudiar medicina. Lo veía como un reto. Era de uno de los cortes más altos. Desde pequeño pensaba en examen de admisión, de si iba a poder entrar”, cuenta el muchacho, quien concedió esta entrevista con permiso de su mamá Ana Lucrecia Sánchez, técnica en nutrición. Su papá, Henry Orozco trabaja como enfermero.
Su alta nota de admisión (780.28) fue una grata noticia, aunque era algo que se veía venir en un chico que siempre estuvo entre los mejores promedios de su clase. De esto habla con un poco de timidez.
“Siempre pensé en medicina. No sé si fue por estar tan enfocado en esta carrera es que no valoré otras. Me gustaría ser anestesiólogo, pues hay muy pocos en Costa Rica, pero es complicado, no sé si se pueda sacar acá”, cuenta el graduado del Liceo de Heredia.
Sus clases virtuales empezaron el 6 de abril. Esta modalidad le desanimó un poco porque cree que las explicaciones presenciales serían más favorecedoras. “Espero poder adaptarme”, dice.
Como esparcimiento Adrián se divierte jugando Play Station y escuchando música actual y otra que le han presentado sus papás.
“Me gusta la música de ahora y la de antes, la de los 80. Puedo escuchar a Bad Bunny, Daddy Yankee, Bon Jovi, Aerosmith y Guns N’ Roses”, comenta.
Este muchacho habla con claridad de lo que quiere. Asocia la carrera que empieza con ayudar a las personas. Espera dejar una huella.
“Quiero que mi paso por el mundo sea para hacer cosas buenas para muchas personas. Por eso me gusta la medicina”.
De su vida personal visualiza tranquilidad. Piensa en tener su propia casa. En temas sentimentales le gustaría tener una pareja, pero descarta casarse y tener hijos.
“Quiero una vida tranquila, poder viajar y conocer el mundo. A los hijos los veo como una gran responsabilidad. Siento que si llego a tener hijos el tiempo de uno va a ser para ellos. Quiero disfrutar mi tiempo en mí y si es posible con una pareja”, explica.
Del futuro en Costa Rica considera indispensable que las personas tengan mayores posibilidades de estudiar. “Es probable que si no se estudia no se consiga empleo por la alta demanda y si eso pasa el futuro de un porcentaje de esas personas puede ser difícil”, considera.
Jennifer González Mora
Edad: 17 años
Carrera: Ingeniería ambiental, TEC
Nota de admisión: 754
Vecina de Boruca, Buenos Aires
Jennifer González siempre quiso ir a la universidad. Su hermana Rosalí fue su ejemplo, ella estudia contaduría pública. Además, su mamá Silvia Mora, quien es educadora, la incentivaba todo él tiempo: “usted puede”, le decía.
Jennifer, de 17 años, lo tenía clarísimo. Esta chica vive en territorio índigena, específicamente en Boruca, en Buenos Aires. Si bien ha visto a muchas personas dela zona acceder a la educación superior, otros no se inclinaron por el estudio y se dedican a elaborar artesanías.
Además de compartir casa con su hermana Rosalí, esta joven vive con su papá Elmer González, que trabaja como policía y quien autorizó esta entrevista; por temas laborales su mamá vive en otra zona con los demás hermanos de Jennifer. Desde ya visualiza cómo será la vida cuando deba mudarse al gran área metropolitana para llevar presencialmente en el TEC la carrera de Ingeniería ambiental.
Este primer semestre las clases iniciaron virtuales. Ella está a la espera de la aprobación de una beca con la que podría costearse su estancia en un lugar más cercano en su centro de estudios. Su visita a Casa Presidencial le dio la oportunidad de conocer San José.
“Me apasiona el cuidado y la recuperación del ambiente. Quiero generar proyectos que contribuyan a reducir la contaminación”, dice la muchacha, una amante de salir a ver los atardeceres y también de entretenerse con videojuegos y de series de Netflix como Anne with an E y la saga de películas de A todos los chicos de los que me enamoré.
La egresada del Liceo Académico Boruca también es una seguidora de la música urbana, teniendo a Paulo Londra como su artista favorito.
De la carrera que recién inicia tiene grandes expectativas: quiere aprender, disfrutar su profesión, poder vivir de ella y lograr salir del país para conocer Colombia y España.
“Desde mi trabajo quiero generar proyectos, reducir la contaminación y mantener el planeta habitable y sostenible. El país necesita más desarrollo social para brindar ayuda a las personas que tienen carencias. Pienso que es importante brindar herramientas para que generen sus propios ingresos”, detalla Jennifer, quien también piensa en lo valioso que es preservar la lengua y sus raíces indígenas.