Cómo actúa y cómo debe actuar el político, qué debe hacer en múltiples circunstancias o situaciones, tanto cuando busca el poder como cuando lo alcanza, y cómo deben ser sus relaciones con los gobernados y con quienes aspiran a gobernar…. Nicolás Maquiavelo parece haber dejado respuestas para todas esas interrogantes en su inmortal libro El Príncipe , que por cierto terminó de escribir a finales de 1513.
Desde entonces, su obra ha sido traída y llevada a toda clase de foros, cátedras y mesas de discusión. Ha sido tan satanizado como leída y releída por quienes aspiran gobernar y por académicos, analistas y curiosos, y su influencia ha sido determinante en muchos de quienes se han desempeñado en el poder.
De hecho, el “maquiavelismo” se convirtió en un término para definir procedimientos que riñen con la ética de quienes buscan el poder a cualquier costo o recurren a toda clase de maniobras para lograrlo; también se usa para denotar falta de escrúpulos o una ambición desmedida de los desbocados por alcanzar el gobierno de los estados.
Desde el exilio
Este implacable observador del alma humana terminó de escribir su teoría política en el exilio, en las afueras de Florencia, hacia el final del otoño de 1513. Nicolás cayó en desgracia e incluso perdió su puesto burocrático.
Lleno de amargura, en su retiro redactó su pequeño tratado de 30.000 palabras, en el cual expone los diversos tipos de principados y los atributos que deben acompañar a los hombres de Estado.
En carta que envió a un amigo, el 10 de diciembre de 1513, le relata jubiloso haber concluido su libro. Este fue publicado en 1532, como obra póstuma, pues Maquiavelo murió el 22 de junio 1527, a los 58 años.
El tema central de su obra gira en torno al poder. Es un manual sobre las técnicas del poder, cómo acceder a él y cómo sostenerse en él. Sus recomendaciones son meramente políticas y dejan de lado la ética y los escrúpulos. Lo importante, para Maquiavelo, es el éxito en la gestión. Incluso, para él, si un gobernante no está dispuesto a renunciar a la moral cuando las circunstancias lo exigen, más vale que se dedique a otra cosa.
Autor erróneo
Pese a lo importantes que al parecer fueron para Maquiavelo el éxito y el poder, en ninguna parte de El príncipe –y tampoco en ninguna de sus otras obras– aparece la frase “el fin justifica los medios”, que siempre se le ha atribuyen a él. De forma unánime, expertos en política y estudiosos de literatura rechazan la autoría de esa expresión por parte del célebre florentino. Lo más próximo a esa manifestación se puede encontrar al final del capítulo XVIII de la mencionada obra, donde se dice: “Procure pues el príncipe ganar y mantener el estado: los medios serán siempre juzgados honorables y alabados por todos; ya que el vulgo se deja cautivar por la apariencia y el éxito”.
Entonces, ¿de dónde se originó la paternidad de una frase que no es suya? Investigadores han concluido que el responsable fue Napoleón Bonaparte. El emperador francés tenía a El príncipe como libro de cabecera, y le hacía anotaciones. A la reflexión de Maquivelo recién mencionada, le hizo el siguiente comentario: “Triunfad siempre, no importa cómo, y tendréis razón siempre”.