Es el cierre de la jornada sabatina del 9 de marzo, y el Team venció en su casa a Limón F.C, con un marcador de 2-1. No fue un partido fácil, pero el local ganó con un cabezazo de un zaguero y el rival –con un jugador menos en cancha– estuvo cerca de empatar.
Se sufrió como siempre se sufre con Jafet Soto, quien– a sus 42 años– asumió por quinta vez el banquillo del Club Sport Herediano. Ese es su puesto por designio, y aunque a veces parece que él no lo quiera siempre termina volviendo a la silla caliente, como si de una ley de la gravedad se tratara o si el mismo heredianismo se lo reclamase.
“Esperamos que con Saprissa sea una final más, voy a llenarles el estadio porque siempre que voy ahí les lleno el estadio”, afirmó hace pocos días el técnico del Team, como si con eso lanzara una golosina a las cámaras de televisión y a los cronistas que, acto seguido, titularán la noticia del partido con esta frase. Y él lo sabe.
Con sola esa afirmación, Jafet le mandó un desafío a los otros, una invitación a los suyos y vertió un poco de combustible para alimentar los programas de tertulia deportiva. En fin, algo de que hablar. No hay duda que Soto le agrega mucho color al campeonato nacional de fútbol y usted lo va a notar aunque no le guste ese deporte. Quizá lo haya visto en el periódico, en la tele o en un meme y es muy seguro que ya se haya generado una opinión hacía él; puede ser buena o mala pero Jafet Soto no pasa inadvertido para Costa Rica.
Hay jugadores que se vuelven hinchas de un equipo con el pasar de los años, con las rutinas del entrenamiento y por el calor de la afición que corea sus nombres desde la gradería. Sin embargo, hay otros que llevan puestos los colores de su equipo desde el parto, de esos que no pueden concebir un propósito ajeno a su bandera y que con cada día que pasa se vuelven más hinchas... más necios.
Así es Jafet Soto, y no lo dice él o sus seis tatuajes que remiten al Herediano: así lo afirma la gente que trabaja con el Team. Soto es alguien que nunca está conforme con nada, más que con el deseo de colgar la bandera rojiamarilla en todos los estadios del país. Sí, esa misma insignia que hoy ondea en el Ricardo Saprissa, en el Alejandro Morera Soto y en el Fello Meza.
Quizá sea por la explosividad con la que encara cada temporada que Jafet –o Yafé, como le dicen algunos– se haya ganado una amplia colección de detractores dentro del plano futbolístico. Pero eso al caudillo florense no le molesta, de hecho lo agradece, aunque no tanto como los aficionados que se engalanan con la frase: Odiame más.
Alguna vez el escritor español Arturo Pérez Reverte dijo que el hombre que no tiene rivales se confía, se duerme y se relaja. Los adversarios son útiles, un mal necesario, porque te mantienen despierto, alerta. Jafet Soto Molina tiene un amplio historial de nado a contracorriente.
Durante su periodo como futbolista, Jafet pasó del kínder de don Orlando de León a hacer una carrera en México, donde tuvo que evitar varios descensos con el Moreira, Puebla y Pachuca. Sin embargo, este personaje se terminó de forjar en su enfermedad de hipertiroidismo, que lo dejaba semanas o meses fuera de las canchas; en la congoja de los atrasos salariales propia de muchos futbolistas costarricenses, y la angustia de quedarse con las ganas de defender a la Tricolor en un mundial.
"Jafet es como un hermano menor para mí. En mi época de presidente, él era jugador y capitán del equipo y me ayudó a resolver muchos problemas y evitar huelgas por falta de pago. Nosotros le tenemos mucha confianza. Demostró lealtad, honestidad y eso es muy importante”, enfatizó Aquil Alí, uno de los directivos del Herediano.
El día que Jafet colgó los tacos, lo hizo sin ser campeón con el Team. Ese día algo extraño recorrió el cuerpo del volante “Es que ahora no voy a volver. Antes uno se decía que el próximo fin de semana sería la revancha, pero ya no habrá más revancha”, le confesó el zurdo a La Nación el 14 de enero del 2009. Lo que el caudillo no esperaba era que su segunda oportunidad le iba a llegar desde un escritorio.
“Jafet sabe lo que es perder, pero más importante es que él sabe como levantarse y aprende de cada caída. Cuidado porque cada que vez regresa lo hace más convencido ”, afirma su compinche Minor Díaz, exjugador y asistente del Herediano y hoy técnico de la Universidad de Costa Rica.
Mucho ha cambiado desde el 2009, cuando Jafet asumió la autoridad de la gerencia deportiva del Team. No solo se rompió una sequía de 19 años sin títulos, sino que desde entonces el Herediano ha reconquistado un protagonismo que se cuantifica en seis nuevos trofeos de campeón nacional e incluso en el milagro de cambiarle el color a la camiseta de ídolos de otras escuadras, como pasó con Yeltsin Tejeda y José Guillermo Ortiz.
Pero quizá más gratificante para Soto y los suyos es que su proyecto genera incomodidad más allá de Santo Domingo y La Ribera de Belén. Jafet ha llegado a caer pesado en San Juan de Tibás, en La Agonía de Alajuela, en la comisión de arbitraje, en las salas de redacción y en todos los que dijeron alguna vez “A nadie le importa Heredia”. ¿Qué más se le puede pedir a un gerente deportivo?
“Para nosotros, Jafet es el principal responsable de devolvernos al lugar en el que históricamente siempre estuvimos y nos perdimos por varios años. ¡Ojalá pudiera ser eterno!”, comentó con convicción el aficionado florense Fabián Muñoz.
“Jafet es el que rescata al equipo y lo pone en posiciones de lujo. Es una figura al que lo dirige mucho lo pasional pero también las buenas cualidades para dedicarse a lo gerencial. Es el mejor gerente deportivo del país, le guste a la gente o no”,enfatizó Ernesto Ramírez, confeso aficionado del Team.
La Revista Dominical visitó el Eladio Rosabal Cordero para conversar con el hombre que tomó el estandarte rojiamarillo con el fin de volverlo a colocar en el lugar en el que, según él, siempre tuvo que estar: lo más alto.
El gerente
Es el segundo jueves de febrero y en Heredia la tarde está soleada, tanto que se confunde con una de diciembre. A lo largo de las paredes exteriores del Eladio Rosabal Cordero hay afiches que promocionan la visita del Atlanta United, la cual ocurrirá el día siguiente. A pesar que no es un día de partido, hay mucho movimiento, la gente sale y entra del reducto. En la recepción se encuentra nuestro personaje, que nos recibe como si entre sus funciones dentro del equipo también estuviera ser el recepcionista.
Soto es el gerente de Fuerza Herediana, un conjunto que toma las decisiones dentro del Team. Este combinado está compuesto por otros directivos como Orlando Moreira, Víctor Hugo Víquez, Juan Carlos Retana y Aquil Alí.
Jafet nos saluda con un fuerte apretón de manos, está ocupado, pero siempre puede sacar una hora para hablar de sus pasiones. También es parte de sus obligaciones atender a la prensa.
Antes de iniciar la entrevista, Soto se disculpa un momento para recoger sus lentes oscuros, los cuales tienen estampadas en letras blancas sus iniciales y el escudo de su equipo –no podía ser de otra manera–; en el camino conversa con su homólogo de mercadeo, Jorge Díaz, y da un par de indicaciones a los cuerpos de seguridad que afinan los últimos detalles que exige la CONCACAF para el cotejo inminente.
“Ahí disculpe, pero es que estamos en muchas carreras porque ya ahorita recibimos al Atlanta, esperemos que llegue mucha gente. De locos estamos ¿ah?”, se excusa con su característica voz ronca antes de sentarse en la parte alta de la gradería para recordar cómo inició todo.
La promesa a don Orlando de León
Jafet no precisa cuándo pasó exactamente, pero sí sabe que fue la tarde de un lunes de 1989 cuando llegó por primera vez al lugar con el que estaría vinculado por el resto de su vida. Tenía 12 años y venía de dar tumbos en distintas escuelas de fútbol. De su oriunda Moravia, Saprissa... pero en ninguna se sintió tan a gusto como cuando se juntó con un puñado de desconocidos de Barva, San Joaquín y San Pedro para vestir la rojiamarilla.
Era apenas un niño menudito que portaba unas tenis gastadas de tanto patear. Ese día lo fue a dejar su papá, Luis Fernando, pero al resto de los entrenamientos Jafet llegaría en bus y con dos botines de marcas diferentes pero de la misma talla.
Soto recuerda que en su niñez no había muchos lujos: su padre se desempeñaba en distintos puestos en Canal 13 y su mamá era ama de casa. Sin embargo, lo que a Soto le faltaba en lo económico lo compensaba en la cancha con su zurda y una que otra ayuda de su tía Vilma.
Jafet, era un chico religioso y cohibido. Sin embargo, el flaco perdía cualquier rastro de timidez cuando se ponía las medias largas..., era valiente y siempre quería ganar e incluso cuando la cosa iba mal, Jafet jugaba mejor. Esa actitud fue la que captó la atención de los que más saben de fútbol. Un día entrando al estadio, lo llamó Orlando de León, quien observaba las prácticas de los “moscos” desde una banquita, al lado del futbolista retirado Ivo Arias.
“Chico, vení, sentate... Mirá, vos a partir de mañana empezás a entrenar con el primer equipo", le informó el estratega, quien portaba un buzo deportivo y una camisa tan holgada como su gorrita del Team.
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No eran tiempos fáciles para el Herediano, era la temporada de 1990. El conjunto estaba lejos de los primeros lugares y todos señalaban al viejo zorro importado de Uruguay como responsable. Pero De León, desde ese día ya preparaba un plan que giraba alrededor de un kínder compuesto por chiquillos como Mauricio Solís, Kenneth Paniagua y el mismo Jafet.
“La gente a veces no lo entiende, pero esto no es solo de resultados. Necesitamos un proceso para llegar a lo más alto y vos me vas a ayudar a conseguirlo, Jafet”, Esas palabras marcaron al zurdo, como si fuera un contrato verbal. Desde ese día, Jafet y Orlando asumieron una relación de maestro y pupilo.
Pasó el tiempo, Jafet debutó, se fue a México, regresó, perdió, se retiró y se hizo gerente deportivo. El chico dejó la timidez de lado para convertirse en el capo que cuando canta “Ninguno pudo con él”, lo dice muy en serio.
El día que Orlando de León murió, el 22 de agosto del 2015, Jafet visitó a la familia del entrenador uruguayo y le regaló la medalla del Campeonato de Verano del 2015–aquel que le ganaron al Alajuelense de Óscar Ramírez–. El último tributo del pupilo al maestro fue informarle que su kínder se había hecho grande y que el sueño de regresar al Herediano a puestos de lujo se había materializado 35 años después.
“Mi papá se fue al cielo con una medalla de campeón, él iba con su camisa de Uruguay; dentro del ataúd iba la camisa de Liberia, al que recién había ascendido, la camisa de Herediano y la medalla de campeón”, recuerda Laura de León, la hija del estratega.
Por media calle
Quizá en este momento no hay nadie más popular en el centro de Heredia que Jafet Soto. El gerente nos invita a dar un paseo por el mercado y por el parque. Hace mucho sol y mientras camina por la acera, Soto alardea de sus tiempos mozos, de las asistencias de Kenneth Paniagua, las patadas que recibía de los zagueros rivales y los goles que tanto celebró y lloró con el Herediano.
Soto interrumpe la conversación de manera intermitente para atender su teléfono, se detiene a escuchar audios y a dejar mensajes de voz. Se nota que está ocupado.
La jornada de Jafet arranca desde muy temprano. A las 5:30 a. m., el gerente ya está en el Eladio Rosabal Cordero haciendo ejercicio con su entrenador personal; tras su rutina regresa a casa para desayunar con su esposa, Alejandra. Después, vuelve al estadio para cumplir los objetivos en la agenda: reunión con patrocinadores, negociar con jugadores, atender medios de comunicación. Soto entiende a la perfección que ahora sus partidos más importantes se juegan fuera de una cancha de fútbol.
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“Yo me retiré a los 32 años porque en ese momento sabía que yo le podía aportar más al Team desde un escritorio y no sobre la cancha. Hoy usted ahorita le habla del retiro a un jugador de 32 años y le dice ‘n'ombres me quedan cuatro años o cinco incluso’”, explica el hoy también técnico de los florenses.
“Yo tenía un proyecto. Digámoslo como un sueño, como una ilusión. Quería retomar cosas que yo viví. Quería hablar del kínder de don Orlando De León, quería hablar de los campeonatos de Juan Luis Hernández Fuertes. Quería hablar de los Tigres que llegaron en un momento: los Marchena, los Angulo, los Gómez, los Inecken combinado con los Marvin Obando, los German Chavarría y los Mauricio Solís... Yo aprendí y viví cosas que quería poner en práctica como el kínder y armar un equipo para ser campeón. Yo vine aquí con la ilusión de devolverle el protagonismo a este equipo”, comenta mientras atraviesa el parque de Heredia centro.
La centenaria iglesia de la Inmaculada Concepción está en remodelaciones y él se ríe. “La están afinando para cuando seamos campeones en mayo”.
Jafet es un hombre de cábalas y supersticioso. No quiso revelar cuáles, pero dependiendo del partido a veces usa una camisa o procura entrar a la cancha con un determinado pie, incluso si él no tiene que jugar. Uno de sus rituales es almorzar un casado en el mercado de Heredia en la víspera de un partido importante. “Vamos”, nos invita.
Los comercios detienen su rutina y la gente detiene la faena en la que está cuando ve a Jafet ingresar por una de las entradas del mercado. No era víspera de final y tampoco día de partido pero todos querían un selfie con su caudillo. Desde los chinamos se escuchan los gritos ¡Viva Heredia...Ayyy!. Los seguidores más atrevidos se acercan para aconsejar a Soto sobre poner a un jugador, contratar a otro o cambiar al técnico de ese momento, Hernán Medford.
Mientras la multitud se dispersa, Jafet encuentra un par de banquitos desocupados en su soda predilecta. Ordena un fresco de chan y dos cafés para el fotógrafo y para mí.
–Parece que si usted se manda como alcalde de Heredia lo gana y sobrado...
– Mae... yo creo que sí. (Se ríe) Pero es mentira, ahorita tenemos al mejor alcalde de Costa Rica.
– ¿Qué opina de los memes que lo representan como un borracho?
– Me tienen sin cuidado. La verdad yo no uso redes sociales, me parece que son una pérdida de tiempo. A veces me halaga que la gente se tome la molestia para pensar en mí. Vea, a mí me dolió quedarme fuera de un mundial por no estar entre los favoritos del técnico, lo que digan de mí en Internet me tiene sin cuidado.
– ¿Sus hijos (Jafet y Monserrat) no le dicen nada de los memes?
– No, porque ellos saben el papá que tienen.
– ¿Cómo hace usted para despejarse?
– Veo fútbol nacional e internacional. Mis equipos son el Atlético de Madrid, en España, y el Racing, en Argentina. No podría ir con el Barcelona o el Real Madrid, eso sería ser muy acomodado
– ¿Qué le pasó en la reciente final contra Saprissa que salió expulsado al minuto 10?
– Fue algo que pasó en el calor del momento, así lo viví.
– Pero el año pasado también lo expulsaron en la final de la Liga Concacaf...
–Sí, en esa ocasión no dije nada y me expulsaron.
– ¿Esto no es como parte de las cábalas que usted tiene, como expulsarse a propósito para darle suerte al equipo? (el Herediano campeonizó en ambos juegos)
– No, no. Jamás, las dos fueron situaciones circunstanciales.
– ¿A qué se refiere cuando dice que el Herediano llegó a incomodar?
– Había una comodidad para pitar, una comodidad para hacer una crónica deportiva, una comodidad para narrar un partido o para transmitir un juego cuando quieran o cuando no quieran, o para ser patrocinador o no de un equipo. La verdad es que antes eran solo Saprissa y la Liga, pero nosotros llegamos a cambiar eso; para algunos eso resulta incómodo.
– ¿Cómo afronta la derrota?
– Como un aprendizaje. De inmediato. El fútbol es dinámico, el fútbol es presente y cuando las cosas no salen bien hay que arreglarlo. Hay que buscar la solución de inmediato, hay que hacerlo en el momento. En el fútbol el tiempo es oro y en el fútbol uno no puede perder el tiempo.
El objetivo de nosotros como Fuerza Herediana es poner a esta institución en lo más alto. Si usted me dice a mí ‘grandeza’, hoy por hoy el equipo más grande de Costa Rica se llama Club Sport Herediano. Después podría venir Saprissa y quizá después la Liga.,.. no me importa pero hoy por hoy el Herediano es el equipo número uno de Costa Rica, no porque sea el actual campeón, no, sino porque es el equipo con más finales este año.
– ¿Dentro de ese éxito donde está usted?
Yo estoy en cualquier lado en el que me quieran poner. Puede ser en la grada, en la cancha como entrenador, en la oficina como administrador o gerente. Donde el equipo me quiera poner, puede ser como Jafet el de mantenimiento o el utilero. No importa. Todos tenemos un papel en este equipo. Lo vital es comprender que ninguno está por encima de nadie. Todos jalamos y trabajamos parejo.
– ¿Cómo quiere que lo recuerde la historia del Herediano?
Yo no quiero que la gente me recuerde aquí por mi nombre, eso es lo de menos. Yo quiero que la gente recuerde las cosas que yo le di al Herediano.
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Jafet Soto se emociona en la conversación cada vez que recuerda que su equipo es campeón. Sin embargo, se disculpa por un momento; lo llama su esposa. De seguido, el caudillo termina su refresco y nos informa que lo necesitan de vuelta en la oficina.
Caminamos de regreso al Eladio Rosabal Cordero. La tarde está menos caliente y fuera del mercado un conductor baja la velocidad de su vehículo para hacerle a Jafet una seña obscena desde el volante. Todos lo notamos. El gerente/entrenador lo saluda con las manos abiertas, como si de alguna manera agradeciera el gesto. “Vieras que esto aquí en Heredia casi nunca pasa”, nos explica antes de soltar una risa.
Jafet se despide y vuelve a su casa. Los heredianos agradecen que este personaje esté de su lado, mientras que para sus rivales más allá de Santo Domingo y La Ribera, Soto y los suyos se han convertido en el rival a vencer.