Encerrado de por vida desde hace casi tres semanas en ADX Florence, prisión de ultramáxima seguridad en un desierto de Colorado, a Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, deben resonarle como nunca las palabras de su antecesor en el mundo de la mafia, el no menos conocido capo colombiano Pablo Emilio Escobar Gaviria: “Prefiero una tumba en mi país que una cárcel en Estados Unidos”.
Tanto él como sus vecinos del “barrio” deben recordar la célebre frase de Escobar, o al menos a los capos mexicanos que le llevan años-cárcel al Chapo Guzmán y que también sucedieron a Pablo Emilio en el negocio tras la muerte del narcoterrorista colombiano, en diciembre de 1993.
Tras un mediático juicio que demoró siete meses, el pasado 17 de julio Guzmán Loera fue condenado a cadena perpetua y 30 años adicionales en Estados Unidos, como líder de un cartel que envió toneladas de drogas a ese país.
Según reseñaron las agencias de noticias y medios presentes en el juicio, el juez Brian Cogan, del tribunal de Brooklyn (Nueva York), aceptó así la pena requerida por la Fiscalía de EE.UU. y condenó a Guzmán a una vida en prisión por mantener de forma continuada una organización criminal, además de 30 años por el uso de armas de forma violenta.
Solo dos días después se sucedió uno de los más grandes temores de cualquier criminal y el Chapo fue trasladado de la cárcel de máxima seguridad MCC de Manhattan a la ADX Florence, en Colorado, del género “Supermax” y conocida como una verdadera “fortaleza en el desierto”.
Ahí penan y purgan sus condenas los criminales más peligrosos juzgados en Estados Unidos y cuyos nombres retornaron por estos días a la palestra pública por cuenta del mediático caso del Chapo: tras su traslado a ADX, fue cosa de días que la prensa internacional averiguara todos los detalles de la prisión, y fue así como empezaron a trascender nombres de criminales que van desde asesinos y mafiosos hasta psicópatas y terroristas.
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A pesar del calibre de sus nombres –y de sus casos– no fue sino hasta el arribo del nuevo inquilino que los periodistas arquearon la ceja y pronto trascendió la macabra lista.
Antes de entrar en este detalle es oportuno volver sobre las condiciones en las que estos hombres pasarán el resto de sus vidas, pues la prisión, abierta en 1994, ostenta el palmarés de que jamás reo alguno ha logrado fugarse. Hasta donde se sabe, ninguno ha podido siquiera intentarlo, dato relevante en el caso del Chapo tras las ya conocidas espectaculares fugas que protagonizó en dos ocasiones, mientras estaba preso en su natal México.
De acuerdo con información recopilada por la BBC, las prisiones de máxima seguridad o “supermax” están diseñadas para recluir a largo plazo a los presos más peligrosos, considerados una gran amenaza para la seguridad pública.
La primera de estas prisiones en EE.UU. fue Alcatraz, en una isla de la bahía de San Francisco y cerrada definitivamente en 1963. ADX fue abierta en 1994 y es la única a nivel federal que sigue activa; desde que se inició el juicio de El Chapo ya se auguraba en distintos ámbitos judiciales y periodísticos que ese sería el destino final de Guzmán si era declarado culpable de enviar toneladas de cocaína a Estados Unidos, con asesinatos, violencia y sobornos incluidos.
“Es el tipo de prisión que fue diseñada para un reo de alto perfil como El Chapo”, dijo a la agencia Reuters Larry Levine, un expresidiario federal que actualmente es director de Wall Street Prison Consultants.
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Por otra parte y siempre en entrevista con Reuters, L. Thomas Kucharski, profesor en John Jay College de Justicia Criminal en Nueva York, opinó que incluso “para alguien como Guzmán las posibilidades de escapar desde una instalación como esa son nulas”.
Pero si alguien habla con todo conocimiento de causa ese es Robert Hood, exdirector de esta cárcel y quien, entrevistado por la BBC, no tuvo contemplaciones para describir cómo es purgar una condena en ADX: “Cumplir una pena en esta cárcel es como ‘vivir después de la muerte’”.
Hood fue más allá al estimar que Guzmán será ubicado lejos de otros reclusos, y agregó que es probable que el gobierno de Estados Unidos haya solicitado medidas especiales que le prohíban ver o escuchar a otros reclusos, familiares y amigos. Sus únicas visitas serían las de abogados autorizados.
El propio Guzmán, evidentemente, estaba enterado de lo que sería su suerte tras su condena, pues al final del juicio, expresó: “El gobierno de Estados Unidos va a enviarme a una prisión donde jamás van a escuchar mi nombre”.
De acuerdo con información de la agencia AFP y el portal argentino Infobae, la instalación está ubicada en una zona remota y semiárida de Colorado, tiene seis torres externas con guardias armados, más otras tantas de una penitenciaría vecina, y su perímetro es vigilado a cada instante por patrullas móviles. También hay cables de disuasión de helicópteros con el fin de controlar intentos de aterrizaje cerca de la prisión, y están prohibidos los aviones no tripulados en el espacio aéreo.
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Pero lo que hace a ADX un lugar particularmente duro es su interior.
“Dentro de la cárcel hay cientos de cámaras, puertas de seguridad electrónicas y procedimientos para controlar todos los aspectos de la prisión", sostuvo el funcionario, quien dirigió el penal entre el 2002 y 2005.
Hood explicó que los niveles de seguridad en el interior son abrumadores, el personal pasa lista de los prisioneros hasta siete veces al día. Las celdas son diminutas: miden 3,5 metros de largo por dos metros de ancho. Están provistas de camas, escritorio, taburete y estante, pero todo esto está empotrado en concreto, de manera que es imposible que los reos lo muevan.
No todos los presos tienen los mismos regímenes: algunos tienen acceso a un monitor de televisión que transmite programas educativos y servicios religiosos. Las ventanas son de un metro de alto pero de solo 10 centímetros de ancho, hay ducha, inodoro y lavatorio, y como el encierro es de 23 horas diarias, realizan prácticamente todas sus necesidades ahí.
Tampoco tienen contacto con los oficiales, mucho menos entre ellos, salvo cuando gritan a través de las tuberías de los lavatorios en sus celdas y se intercambian algunas frases, lo cual ya ha despertado las protestas del Centro de Defensa de Derechos Humanos, cuya abogada, Deborah Golden y que ha visitado ADX en varias ocasiones, dijo a BBC: “Ese tipo de aislamiento a menudo conduce a problemas de salud mental, lleva a las personas a tener una ruptura con la realidad. Es un lugar para aislar completamente y desorientar a cualquiera que esté allí", protestó.
Las condiciones hacen que muchos consideren a ADX como un verdadero infierno: Los prisioneros solo pueden tener una hora fuera de sus celdas, en la que se les permite recibir el sol dentro de una jaula al aire libre desde la que solo ven el cielo, no las montañas que circundan el penal. Durante el “recreo”, los reos permanecen esposados de manos, con cadenas en el estómago y hierros en las piernas.
Pero bueno, las pequeñas prerrogativas, como el monitor de televisión y el acceso a libros o revistas, no están contempladas en el caso del Chapo. Al menos por ahora, su única distracción será leer publicaciones totalmente inactuales, su incomunicación con el mundo externo y actual será prácticamente total.
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Y pese a que entre sus vecinos están varios de sus antiguos enemigos acérrimos, por las condiciones y rutina de la cárcel es altamente improbable que lleguen a coincidir alguna vez, con costos algún cruce de miradas.
De hecho, la revista GQ especula que, por los crímenes de Guzmán es probable que haya sido confinado al módulo H, una zona especial compuesta por 148 celdas donde residen los presos más conflictivos, en general, terroristas islámicos. En este área no pueden relacionarse con otros privados de libertad en el patio común, recibir visitas, leer la prensa o ver la televisión.
La lista de criminales famosos en este encierro es frondosa, como una legítima “legión del mal”, integrada por los siguientes perpetradores de crímenes de marca mayor:
Theodore Kaczynski, el “Unabomber”
Conocido como ‘Unabomber’, el FBI pasó casi 20 años tratando de atrapar a este solitario ermitaño. Una explosión en la universidad de Chicago, en 1978, fue la primera alerta de la prolongada pesadilla con la que lidiarían los investigadores durante los siguientes 17 años, en los que el genio solitario envió por correo o entregó personalmente una serie de bombas cada vez más sofisticadas que asesinaron a tres personas e hirieron a más de 24. Incluso estuvo a punto de hacer explotar un vuelo entre Chicago y Washington. El complejo caso llegó a requerir 150 investigadores a tiempo completo, quienes siguieron la pista al menos a 1000 sospechosos en todos esos años. Finalmente, en 1995 el Unabomber envió un escrito a las autoridades para explicar sus motivos y luego de análisis exhaustivos lograron dar con él. En 1998 se declaró culpable de cargos vinculados con explosivos. Desde entonces, purga cadena perpetua en ADX. Hoy tiene 76 años.
José Padilla, terrorista de Al Qaeda, asistente logístico en los atentados del 11/S
Fue uno de los auxiliares logísticos de los ataques del 11 de setiembre, y también trascendio por ser uno de los primeros ciudadanos estadounidenses en ser identificado como miembro vital de Al Qaeda. Fue detenido en Chicago en mayo del 2002 y procesado bajo el cargo de “combatiente enemigo”. En el 2007 fue condenado por conspiración terrorista para asesinar, secuestrar y mutilar. Desde entonces está recuido en la prisión de marras donde, en teoría, terminará de purgar su pena en el 2025.
Eric Rudolph, el bombardero de los Juegos Olímpicos de Atlanta
Eric Rudolph es el terrorista a quien el FBI acusó de colocar una bomba en Atlanta en 1996, en plenos Juegos Olímpicos, y quien se convirtió en un dolor de cabeza para las autoridades, pues logró permanecer en fuga hasta su célebre captura en el 2003, en Carolina del Norte. En el atentado del Parque Olímpico de Atlanta murió una mujer y más de 100 personas resultaron heridas. El detenido también fue acusado de atacar clínicas en las que se practicaban abortos y de atentar contra locales de ambiente homosexual durante los años 90. En el 2005 se declaró culpable y fue condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Michael Swango, el médico que envenenó al menos a 60 pacientes.
En el año 2000 el doctor Michael Swango fue condenado a tres cadenas perpetuas sin posible libertad condicional. Swango empezó a cometer sus crímenes durante su etapa de estudiante en la Escuela de Medicina de la Universidad del Sur de Illinois (EE.UU.), a principios de los años ochenta, cuando mostró especial interés en los pacientes moribundos. “Se movía cerca de sus camas, estudiaba sus cuadros y hacía preguntas sobre el tipo de dolor que padecían y cómo lo soportaban”, detalló en su momento el exagente especial Bruce Sackman, quien posteriormente escribió un libro sobre Swango. En opinión de Sackman, “parecía que lo que más disfrutaba era estando cerca de su sufrimiento”. Aunque el número exacto de personas muertas a manos del médico no está claro, el exagente especial calculó que la cifra supera las 60.
Zacarías Moussaoui, terrorista de Al Qaeda, clave en los atentados del 11/S.
Moussaoui es un ciudadano francés y miembro de Al Qaeda. Tras su captura, los fiscales alegaron que Moussaoui asistió a un campo de entrenamiento terrorista en Afganistán en 1998. Se declaró culpable de cargos de conspiración de terrorismo en el 2005 por desempeñar un papel clave en la planificación de los atentados del 11 de setiembre del 2001 en Nueva York. Moussaoui colaboró con los atacantes para que pudieran tener acceso a lecciones de vuelo y les proveyó grandes cantidades de dinero. “Dios maldiga a Estados Unidos, Dios bendiga y salve a Osama Bin Laden”, exclamó cuando recibió el veredicto de culpabilidad y prisión de por vida por su coautoría en la muerte de más de 3.000 personas.
Osiel Cárdenas Guillén, exlíder del Cartel del Golfo
El líder y fundador del Cártel del Golfo se encuentra recluido en ADX desde el 2010, pagando una condena de 25 años por narcotráfico, lavado de dinero y extorsión a agentes federales de Estados Unidos. De origen humilde, pasó de ser un sencillo mecánico a un meganarco de los que empezaron a reclutar guardaespaldas militares, quienes más tarde formarían el temido Cartel de Los Zetas. En 1999 el capo amenazó de muerte a un miembro del Servicio de Aduanas estadounidense y poco después hizo lo mismo con un agente de la DEA. Entre los muchos crímenes que se le atribuyen, destaca el que perpetró en 1998, cuando asesinó a su amigo y jefe Salvador Gómez con el fin de asumir su puesto de líder del Cartel. Desde entonces, se le conoce como “el Mata-amigos”.
Francisco Javier Arellano Félix, exlíder del Cartel de los Arellano Félix
El líder del conocido Cártel de los Arellano Félix fue enviado a Alcatraz de las Rocosas para pagar la misma condena que El Chapo: cadena perpetua. Conocido con el mote de “El Tigrillo”, fue sentenciado en el 2007 por una corte de San Diego por conspiración para el tráfico de drogas, lavado de dinero y extorsión, hasta el asesinato de más de 20 personas en México y EE.UU. Arellano Félix se declaró culpable de los cargos para evadir la pena de muerte, tras un acuerdo con la fiscalía. Fue sentenciado a doble cadena perpetua y al pago de 50 millones de dólares.
Juan García Ábrego, exlíder del Cartel del Golfo
El exjefe del Cartel del Golfo (México) conocido como el Barón de las Drogas, se encuentra purgando 11 cadenas perpetuas por narcotráfico y delitos contra la salud. Heredero de la organización criminal que fundó su tío Juan Nepomuceno Guerra en los años 30, García Ábrego fue el primer capo que el gobierno de EE.UU. incluyó en su lista de los más buscados. Su fama de sanguinario trascendía el ámbito del narco: en su momento mandó a matar al novio de su hermana porque no le gustaba para ella, y también a un técnico de aire acondicionado que no le dejó bien calibrado el aparato. Con la “Operación Leyenda”, las autoridades finalmente lograron la detención de García Ábrego, el 14 de enero de 1996, en su rancho de Villa Juárez, Nuevo León. No hubo un solo disparo. Al día siguiente fue extraditado a Estados Unidos, donde había más de 100 cargos en su contra. No quiso colaborar con las autoridades estadunidenses como informante y su sentencia fue de 11 cadenas perpetuas por delitos contra la salud.
Dzhokhar Tsarnaev, coautor del atentado de la Maratón de Boston
Dzhokhar fue declarado culpable y condenado a muerte por su participación en el atentado de la Maratón de Boston en el 2013. En el ataque, que conmovió fuertemente al ámbito deportivo mundial, murieron tres personas y unas 260 resultaron heridas. A la postre Dzhokhar confesaría cómo él y su hermano, Tamerlan, un hombre radicalizado por la causa chechena fallecido en 2013 en un confuso episodio mientras era buscado por las autoridades, habían planeado el ataque solos. Tras preparar los explosivos, los hermanos empezaron a buscar objetivos posibles y se decantaron por la nutrida y mediática Maratón de Boston, de hecho, colocaron la bomba de presión cerca de la línea de meta de la Maratón. Está a la espera de su pena capital en ADX.
Ramzi Yousef, cerebro del atentado contra el World Trade Center, en 1993
Ramzi Mohammed Yousef, también conocido por docenas de alias, nació en Kuwait y de ascendencia pakistaní, fue uno de los planificadores de los atentados contra el World Trade Center de 1993, en el que murieron 6 personas y más de 1.000 resultaron heridas. En 1998 fue condenado a 240 años de cárcel. La sentencia abarcó también el planear atentados contra una docena de aviones comerciales estadounidenses.
ADX, testimonios de exconvictos
Aunque una buena mayoría de los presos de la férrea cárcel van para largo, cuando no para cadena perpetua, algunos ya purgaron sus sentencias y hoy están en libertad.
Es el caso de Travis Dusenbury, condenado por robo agravado desde los 16 años y quien contó su experiencia en ADX a The Marshall Project (organización de periodismo en línea centrado en temas de justicia penal en EEUU), según recopiló el portal Infobae.
A esta cárcel fue trasladado después de golpear a un guardia en otro presidio, entonces fue enviado a ADX como castigo. “No es como ninguna de las prisiones en las que he estado, y he estado en muchas prisiones, pero al menos en esos lugares siempre podía ver una carretera, ver el cielo, en el ADX no puedes ver nada, ni una autopista en la distancia, ni el cielo. Sabes que en el momento en que llegas allí no verás nada de eso por años y años. Simplemente estás apagado del mundo. Lo sientes. Te hundes en esa sensación de pavor. Es el lugar más duro que hayas visto nunca. Nada vivo, ni una pequeña hierba en algún lugar. Mi celda era completamente de concreto", continuó.
Dusenbury fundamenta por qué nadie nunca ha logrado escapar del “Alcatraz de los Rockies”, como se le llama a la prisión. “Cada cosa está hecha de hormigón. Las paredes, el suelo, el escritorio, el lavabo, incluso la cama, una losa de hormigón. Algunas veces te llevan a una pequeña jaula de recreación que está afuera y en la que puedes caminar una hora por día”, señaló
El exconvicto dijo a la mencionada organización que su único contacto con otras personas se limitó a dar “apretones de manos” a otros reclusos a través de cercas en las jaulas de recreación y solo podía charlar improvisando con vecinos de celda canales de comunicación usando tuberías y rollos de papel higiénico
“No pude hacer mucho, salvo flexiones y lectura. Puedes escribir, pero las únicas plumas que podrías conseguir son caras y apenas son pequeñas plumas de tinta de goma, de la longitud de un crayón, para que no se puedan convertir en un arma. También podías escuchar la radio, ¡pero no sintonizabas ninguna estación de rap! Lo único que me hubiera gustado hacer era dormir. Pero tuve un insomnio monstruoso. Simplemente no podía dormir”, comentó Dusenbury.
“Permanecía allí toda la noche, durante diez años sin poder dormir y al final tuve esta privación de sueño que era absolutamente monstruosa. La celda se convirtió en mi mundo y no pude salir de él, ni siquiera para dormir. Es el terror de un claustrofóbico”, recalcó.
Dusenbury habló también de uno de los presos más famosos de la cárcel, Ted Kaczynski, con quien tuvo oportunidad de cruzarse. “Conocí al Unabomber, que estaba en mi mismo bloque de celdas. Era solo un jodido chico raro, ni siquiera salía cuando le permitían hacerlo. No me gustaba porque conocía su crimen y era algo extraño, pero creo que lo respetaba porque era mayor”.
¿Fuga imposible?
Aunque expertos en seguridad dentro y fuera de Estados Unidos consideran que una fuga de ADX es imposible, el exdirector Robert Hood plantea algunos retos particulares que tendrán los encargados de la prisión, siempre en la entrevista con BBC: “El mayor desafío que Guzmán planteará a la prisión son sus activos externos, tanto sus socios criminales como su dinero: los fiscales estiman que movió drogas por $12.666 millones (...) Eventualmente intentará comprometer al personal (de ADX). La mayoría de los funcionarios correccionales ganan alrededor de US$45.000 por año, lo cual es terrible considerando su ambiente de trabajo”, indicó.
“Su mejor intento de escape será durante los traslados a la comunidad o a otra prisión federal para recibir atención de salud”, agregó. “Escapar mientras se es transportado es más probable que escapar desde el interior del Alcatraz de las Rocosas”.
Al hablar durante su sentencia, Guzmán se quejó de las condiciones de reclusión solitaria que tuvo en su cárcel de Manhattan por 30 meses, que calificó de “tortura mental, emocional y psicológica” constante. Hood es categórico: “Si el Chapo pensaba que el centro de detención en Nueva York tenía restricciones excesivas, ADX será mucho peor”.