El entrenamiento físico es una afición que Andrés Arana tuvo desde siempre. “Toda la vida he hecho ejercicio”, dice Arana como prefacio de una entrevista que exploró el vínculo que existe entre él, el CrossFit y el CrossFit Adaptado.
Acepta que en algún momento de su vida le restó revoluciones a esa afinidad, principalmente a causa de sus obligaciones de estudiante universitario o por razones familiares; sin embargo, nunca la frenó del todo.
Los múltiples beneficios que le proveía a su salud alimentaban a diario la disciplina que él había gestado desde niño para las rutinas deportivas.
Antes de que naciera su primer hijo, seis años atrás, Arana varió el tipo de acondicionamiento físico que había seguido, casi religiosamente, durante gran parte de su vida: se inició en un programa de entrenamiento de CrossFit, que le mostraba otra arista del ejercicio físico que no había explorado.
“Me puse en un programa de CrossFit para tener algo que me permitiera jugar sin ningún límite de cansancio, de limitación física o de lo que fuera”, explica el médico del Hospital San Rafael de Alajuela –labora en el departamento de patología quirúrgica de ese centro desde hace 10 años–.
El romance que se inició entre él y el CrossFit fue vertiginoso, impulsado en gran medida porque los resultados que recibía impactaban más allá de su apariencia física. Ese fue el punto de inflexión que hubo en la vida del galeno para comenzar a investigar más sobre este deporte y cómo vincularlo con la medicina.
Inició solicitando a familiares de pacientes hospitalizados a cargo suyo que trajeran algunos dispositivos para ejercitar a esas personas en la cama. Los comenzó a “entrenar” de forma empírica con “rutinas” ajustadas a las posibilidades de cada paciente, de la mano con los diagnósticos médicos y los tratamientos correspondientes.
“Muchas de esas personas me empezaron a decir que eso (el entrenamiento en cama) los había sacado adelante porque los hacía sentirse útiles”, refiere Arana, de 38 años y vecino de Santa Ana.
Las reacciones positivas dieron pie para que el doctor comenzara a explorar las relaciones entre la medicina y el deporte, a estudiar sobre nutrición y a investigar sobre los beneficios reales del CrossFit en la salud. Cursó una maestría en Nutrición Deportiva; posterior a obtener el posgrado desarrolló un curso para ser entrenador de CrossFit y con ese título viajó a Estados Unidos para hacer la certificación en CrossFit Adaptive (CrossFit Adaptive), que obtuvo en el 2018.
En la teoría, ambas disciplinas deportivas son lo mismo: un sistema de entrenamiento de fuerza y acondicionamiento basado en ejercicios funcionales constantes, variados y realizados con alta intensidad; sin embargo, en la práctica, hay un distanciamiento –no divorcio– entre uno y otro.
Mientras que los planes de entrenamiento del CrossFit están diseñados para personas sin ningún tipo de limitación física; los programas de CrossFit Adaptado (o Adaptive) están orientados a pacientes con discapacidades físicas, sean estas temporales o permanentes.
“Hay muchos entrenadores en el país muy capaces de poder entrenar a personas sin ninguna lesión o discapacidad, pero sentía que había un vacío de poder llevar ese deporte a personas que, a veces, quedan olvidadas. Comprendí que el hecho de que fuera médico me podía dar una ventaja a la hora de entender cuál era la enfermedad de esas personas y darle un tratamiento con recomendaciones médicas y si a eso le unía el deporte, me daba un panorama claro para ayudarles”, explica Andrés Arana.
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Lo mismo pero diferente
El médico y entrenador destaca que las virtudes que provee ese entrenamiento en las personas no varía entre las dos poblaciones porque ambos grupos desarrollan las mismas rutinas, solo que aplicadas según sus capacidades.
“En general, el CrossFit permite entrenar a alguien para hacerlo fuerte, para darle capacidad cardiovascular, destrezas en el movimiento corporal y mejorarle el metabolismo global y, una vez que se enseña cómo hacerlo, hasta en la casa se puede practicar. El CrossFit Adaptado cumple esas mismas funciones solo que es una herramienta que permite globalizar el deporte y darle los beneficios a todo el mundo de forma barata, sencilla y reproducible”, afirma Arana.
Durante el día, Andrés trabaja en su profesión de médico y ya para las puestas de sol, cambia su gabacha por ropa deportiva, y su consultorio en el hospital por Rise, un box (así se les llama a los espacios donde se dan entrenamientos de CrossFit) ubicado en Santa Ana, donde efectúa el proyecto de CrossFit Adaptado que trabajó en los últimos tres años y ejecuta hace 10 meses.
Andrés es parte del staff de entrenadores del lugar y es el titular de las sesiones de entrenamiento adaptado, jornadas que se realizan conjuntamente con la clientela no adaptada en un ambiente que promueve la inclusión.
“Andrés fue el visionario en esto (el programa Adaptive de Rise) y nosotros queremos que sea el líder de este tema en nuestro box. La clase que nuestros clientes del programa Adaptive reciben es la misma que hace el resto de la gente aquí, es la base, solo que se adapta según la condición especial que cada uno de ellos tenga. Por ejemplo, si alguien es amputado del pie izquierdo obviamente no puede correr, pero sí puede levantar peso, halar las anillas, hacer pushes... Entonces según lo que el workup del día tenga, se preservan algunas cosas y adaptamos otras. La idea es que aquí nadie se sienta como un grupo aparte”, comentó Rolando Castro, administrador de Rise.
Actualmente en ese box hay matriculadas cuatro personas en el programa Adaptive, un número que a pesar de ser discreto, es bien recibido por los encargados del lugar, principalmente por el escepticismo que causó el proyecto al inicio en alguna gente.
“La televisión presenta el lado del CrossFit en el que la gente mueve camiones y camina de manos, entonces eso puede ser chocante de entrada para una persona con alguna lesión física; pero en las clases es donde ellos se dan cuenta que desde el día uno son capaces de hacer lo que se les pide, y es muy lindo porque eso le devuelve cierto grado de independencia a esas personas, los empodera y les permite desempeñarse en el deporte, que es algo chivísima que todo el mundo debería experimentar”, agrega Castro.
Hasta el cansancio
Amalia Ortuño y Cindy Borraz son dos de las cuatro personas que Andrés Arana entrena bajo el programa Adaptive. La primera tiene 34 años, es diseñadora de interiores y desde hace tres años sufre un problema degenerativo en la caderas que la hace depender de muletas para caminar.
Amalia dice que su condición puse en jaque la pasión por el deporte que siempre ha tenido. Repasa que se inició con ballet, luego pasó a la gimnasia, la natación y el atletismo. Cuando comenzaba a entrenar para hacer triatlón vino el diagnóstico médico.
“Estaba entrenando para un Ironman (competencia de triatlón de las más importantes del mundo en las largas distancias) y llegó un punto en que no podía entrenar más por el dolor. Me hicieron exámenes y apareció el problema. Me practicaron varias cirugías pero no resultaron, entonces mi vida deportiva se acabó en ese momento. Estuve un año y medio sin hacer nada de deporte y luego me hablaron del CrossFit de una manera modificada, pero el año pasado decidí que no iba a hacer nada más (de deporte) porque nada me llenaba y yo siempre he competido”, resume Ortuño.
Luego encontró a Andrés Arana y decidió darle una segunda oportunidad al CrossFit. Al poco tiempo se enamoró del nuevo deporte que le devolvió la ilusión por competir como la atleta élite que siempre fue.
El 6 de julio pasado, Amalia ganó los Wheelwod Games 2019, popularmente conocido como el campeonato mundial de CrossFit Adaptado. Sí, Amalia ahora es la campeona del mundo en ese deporte.
“Cuando conocí a Andrés le dije que lo que quería era volver a competir. Tenía tres años de que todo el mundo me decía que no podía y Andrés me recibió con que quería devolverme la sonrisa. Hacer CrossFit Adaptado me significó un cambio total para mi vida porque estaba superdeprimida, enojada y frustrada, pero cuando pude volver a competir y hacer lo que me gustaba empecé a recuperar mi confianza, a tener metas, a pensar que podía hacer algo… Recuperé mi vida con una lección atrás y un pasado muy difícil y ahora valoro no solo la vida, sino el poder hacer lo que me gusta”, cuenta Amalia.
Ella entrena seis veces por semana de dos a tres horas y mezcla el CrossFit con la natación, otro deporte que practica con los cuidados respectivos por su padecimiento.
Cindy Borraz, por su parte, tiene 36 años, es licenciada en Contaduría Pública y padece de Osteogénesis imperfecta grado 1 (huesos de cristal) y aunque antes podía movilizarse en muletas, una caída que sufrió hace 11 años en su trabajo le provocó fracturas que la dejaron en una silla de ruedas.
Esta vecina de Desamparados es la cliente más reciente de Andrés, a quien ubicó a través de la cuenta de Instagram de Amalia Ortuño.
“Yo iba al gimnasio aproximadamente cuatro días a la semana, pero me aburrí. Un día viendo el Instagram de la compañera (Amalia) me dije que qué chiva todo lo que ella hacía y que si ella podía yo también, entonces vine, el doctor (Andrés) me atendió y aquí estoy” dice Borraz, quien se estrenó con octubre en los entrenamientos de CrossFit Adaptado.
“Esta experiencia ha sido muy bonita y diferente. Cosas que no pensé que iba a poder hacer las estoy logrando. Yo hago lo que Andrés me diga porque no voy a poner en riesgo mi salud. Andrés siempre está anuente y en la colaboración de ayudarnos en todo. Él siempre está con nosotros, saca las cosas, las vuelve a guardar (los implementos para el entrenamiento)”, comenta Borraz, quien trabaja en el Banco Nacional.
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Fundamental: el cuidado
Arana dice que el cuido al atleta es una particularidad importante en el CrossFit Adaptado. “Siempre debe haber un factor de protección porque si se tiene a alguien en silla de ruedas y no le pongo ciertos elementos de protección y la barra, por decir algo, le cae en las piernas y le produce una fractura, es grave. Si se tiene a alguien con una amputación en el brazo y su vida global depende solo del otro brazo y yo no se lo cuido, me estoy paseando en la vida de esa persona. El CrossFit Adaptado requiere de mayor cercanía con la persona, pero eventualmente el atleta se va educando”, expresa.
El médico y entrenador aclaró que su programa abraza a poblaciones como las de Amalia y Cindy, que sufren de una lesión persistente, así como a personas con lesiones pasajeras que se ven en la obligación de pausar su actividad física para recuperarse, impactando esto los resultados que venían obteniendo.
“Si yo someto a una persona con lesión temporal a hacer deporte en el periodo de recuperación temprana o cicatrización temprana, ese paciente no va a perder la capacidad cardiovascular y si se aumenta la oxigenación de los tejidos y el flujo sanguíneo, la pérdida de la masa muscular en la extremidad que no se está moviendo, es menor”, manifiesta Arana.
Recalca que en esas poblaciones con lesiones temporales, la práctica deportiva supervisada les reduciría el periodo de incapacidad, reincorporándolas más rápida a la vida diaria.
En el caso de las personas con lesiones permanentes, él explica: “En estas personas lo que se fomenta es entrenarlos no solamente para el deporte, sino para la vida. Si yo tengo una persona en silla de ruedas tengo que fomentarle ciertos movimientos en ciertos grupos musculares para que, por ejemplo, esa persona pueda ir en su silla de ruedas a pasear con la familia a una caminata, al lado de ellos y sin depender de que nadie la esté empujando. También este entrenamiento mejora la capacidad funcional de una persona en silla de ruedas que se ve expuesta a otros padecimientos como la hipertensión, la obesidad u otras enfermedades cardiovasculares”.
El objetivo de Andrés es que cada vez más entrenadores se interesen por asistir responsablemente a poblaciones con alguna capacidad física especial (temporal o permanente), tanto en el país como en el extranjero. Él comenta que tiene dos personas a las que asiste por teléfono en los entrenamientos adaptados, reconoce que no es ni la mejor forma ni la más sencilla, pero las distancias con ellos –uno es de San Carlos y el otro del este de Heredia– les imposibilita asistir a Rise.
“La idea que tengo es, primero, convertirnos nosotros como equipo (Rise) en un referente para el deporte adaptativo nacional para ir educando y que cada vez más centros deportivos se unan a esto. Lo otro es educación y asesoría en salud y convertir a Costa Rica en un centro de referencia de deporte adaptativo regional. Estoy haciendo un trabajo cruzado con atletas chilenos y ecuatorianos que son adaptativos y coaches para intentar convertirnos en la rama latinoamericana del deporte adaptativo”, adelantó Arana.
Hace pocos días, Andrés Arana recibió un reconocimiento por buscar adaptar el CrossFit a la población con discapacidad y hacer de este deporte, como dice él, una oportunidad asequible para todos y sin murallas de por medio.