Yuan-Hsi Chiang tiene un Arcade en la sala de su casa: una caja gris del tamaño de un mueble con botones de colores y dos joysticks a los lados. Lo trajeron en los años 80 para que él y su hermano jugaran. El papá de ambos es taiwanés y hace 20 años exportaba a Costa Rica aparatos con tecnologías que los ticos solo podíamos imaginar. En aquellos paquetes, llegaron los videojuegos.
César Tovar es amigo de Yuan. Él conoció las consolas unos años después, aunque también formó parte de la generación que tocó un videojuego antes de cumplir 10 años.
En aquel entonces, la diversión electrónica podría parecer inconcebible para cualquiera menos para un niño y la vida de aquellos dos cambió gracias a las gráficas cuadradas y la música sintética que salía de los juegos de video.
Los sonidos que podían procesar aquellas consolas eran limitados. “Sonaban como pitos”, dice Yuan, quien tocó por primera vez un instrumento en un intento por imitar la música que salía de su ordenador. Unos años después, César hizo lo mismo y, desde entonces, aquella música sintética sigue siendo la favorita de ambos.
A pesar de las evoluciones del mundo y de las nuevas consolas, los dos han dedicado sus conocimientos musicales empíricos a seguir creando composiciones a partir de tonos electrónicos. Aquella música se convirtió para ambos en la banda sonora que musicalizó tiempos más sencillos, épocas en las que la verdadera preocupación era conseguir puntos y destruir a los monstruos pixeleados de la pantalla.
Música sintética
8 bits es el término que se utiliza ahora para llamar a la música de los videojuegos de hace 20 años, música que aún sigue existiendo gracias a la nostalgia de gente como César y Yuan.
“Nosotros crecimos con esos sonidos y cientos de personas también. La gente sigue creando nuevas composiciones en 8 bits porque les recuerda una época increíble”, explica César.
Se llama música así porque hace referencia a la estructura arcaica de las viejas consolas y las computadoras personales en las que se jugaron los primeros videojuegos del mundo. Los procesadores de sonidos de aquel entonces eran muy limitados; de hecho, solo permitían reproducir cuatro sonidos a la vez.
Yuan cuenta que, en los primeros videojuegos, la musicalización la creaban programadores, gente que poco o nada sabía de música y que decidía no complicarse y utilizar composiciones existentes, aun sin derechos de autor. Se escuchaba entonces de fondo la versión simplificada de las sonatas de Beethoven, acompañada por tonos aleatorios que indicaban que el juego ya se había terminado o que el personaje había ganado o perdido vidas.
Poco a poco, la música en 8 bits se volvió innecesaria pues los procesadores en las nuevas consolas fueron evolucionando. A pesar de eso, un grupo de personas ha plasmado su encanto por la música retro en nuevas melodías.
Composiciones ‘8 bits’
La mayor parte de la música en 8 bits se crea utilizando programas en una computadora. Sin embargo, los puristas de las composiciones consideran que la mejor manera de hacerla es hackeando consolas viejas para utilizar los procesadores de sonido antiguos y así mantener una limitación real al componer.
Esta corriente ha hecho que, en el mundo, cientos y cientos de fanáticos anden recolectando ordenadores viejos y hurgando en los desechos en “cementerios de computadoras”.
Yuan es uno de ellos. Su casa está poblada de modelos antiguos de consolas, unas más valiosas que otras. “Yo las guardo para poder utilizar las tarjetas de sonido y que las composiciones se apeguen a las limitaciones del hardware ”, explica.
César, por otro lado, es de los que prefieren componer utilizando un programa de audio en la computadora. “Es más difícil, porque en un software de sonido común y corriente, uno no tiene limitaciones y las barreras son autoimpuestas para asegurarse de que suene igual”.
Pocos, por ahora
Como todo en nuestro país, la cantidad de músicos que compone en 8 bits es reducida. La mayoría de ellos no se conoce o solo lo hace por medio de Internet con seudónimos en foros.
Hace dos años, en la revista digital 89decibeles, se organizó el primer concurso en el país de música para videojuegos y César asegura que el espacio sirvió para reunir a mucha gente a quien le gustaba este tipo de música. Agrega que el concurso ha seguido sin que el grupo de músicos crezca ni se desarrolle mucho más.
Las grandes escenas se dan en países de Europa, en Estados Unidos y en algunos países de Latinoamérica. Por ejemplo, un guatemalteco conocido como Meneo, ha realizado giras por todo el mundo presentando la música que compone desde su Gameboy.
Yuan y César siguen creando este tipo de música como parte de su trabajo, pues ambos son compositores de música para videojuegos. Una profesión aún en desarrollo en Costa Rica.
Yuan tiene una empresa familiar que vende juegos en el extranjero y César trabaja con varias empresas ticas que también comercializan sus desarrollos fuera del país.
El mercado se ha vuelto pequeño en un país caracterizado por consumir sobre todo productos importados, y los videojuegos no son la excepción.
Ambos creen que la música en 8 bits ya no es más una limitación para componer, sino un gusto adquirido, una preferencia entre aquellos convencidos de que la perfección reside en la gráfica pixeleada.