Si no es ahora, no sé cuándo. Atrévase, sin miedo, que garantías nunca ha habido, no las hay, ni las habrá. ¿Qué esperan? ¿A que el repechaje salga a las mil maravillas? ¿O peor aún: a que el Mundial no despierte el ¡fuera Suárez! ¡fuera Suárez! en esos típicos reveces del fútbol? ¿A que se nombre una magna comisión que estudie informes, coleccione currículos, haga matrices infalibles, mida numéricamente las cualidades de un técnico y el otro, entreviste aquí y allá, y depare finalmente a Gustavo Matosas como el técnico idóneo para el próximo proceso eliminatorio?
¿Acaso hay que medir qué dice la prensa después de Catar 2022? ¡¿Y qué importa lo que digamos?! No puede ser peor de lo que ya hemos dicho muchas veces de su gestión y muchas otras en la Fedefútbol, cuando los técnicos van y vienen, cuando un dirigente se embelesa por el timonel de buena labia, cuando pasan meses con el banquillo vacío, bajo el pretexto de encontrar de la forma más profesional al indicado (o quizás ahorrarse varios salarios). ¿Qué espera? Contrátelo. Sí, a Luis Fernando Suárez.
¿Riesgoso? Sí, pero no tanto como lo de siempre: la especulación con los resultados, el despido del técnico, un buen tiempo sin timonel, el nombramiento de uno, su posterior despido, la llegada de otro, también con fecha de caducidad, para finalmente terminar en un esfuerzo desesperado, calculadora en mano.
Pueden decir que no es momento. Que toda la concentración debe estar puesta en el repechaje. Después del repechaje, pueden decir que no es momento, que toda la concentración debe estar puesta en el Mundial. Y así, como siempre.
Atrévase a equivocarse con Suárez (siempre es una posibilidad). Al menos se equivocará diferente. Ya sabemos cómo se inicia una eliminatoria después de cuatro técnicos en cuatro años, con despido de Óscar Ramírez, de paso por Matosas, apuesta por Rónald González y arribo de Luis Fernando Suárez con la competencia encima.
Porque si hoy festejamos y nos ilusiona la aparición de debutantes como Anthony Contreras, Jewisson Bennett, Carlos Mora, Cristian Martínez, Carlos Mora, Daniel Chacón, Brandon Aguilera e Ian Lawrence no es solo por los aciertos recientes, sino por los desaciertos pasados. Tantos debutantes y apariciones de última hora, hablan también de procesos interrumpidos, de la inexistente incorporación paulatina, ese paso a paso del que mucho se habla y pocas veces se concreta. Esos chamacos se hicieron grandes a la fuerza. No tenían opción de fallar. Llegaron al examen final sin haber pasado por el curso lectivo. Y salió bien lo que muchas veces sale mal, gracias al buen ojo del técnico, al liderazgo oportuno de jugadores como Navas, Bryan, Celso y Calvo, al tino de la Fedefútbol y la Unafut, que por fin entendieron que a la Selección hay que invertirle tiempo, a la desbordante pasión de una afición deseosa de creer justo al final de las restricciones sanitarias después de dos años de claustro pandémico.
Suárez no lo hizo solo, pero en lo suyo dio en el clavo. Cometió errores, corrigió, pulió, trabajó y atinó, así en lo táctico-estrátegico como en el manejo de equipo. Entendió que Bryan Ruiz no está para los 90 minutos, pero sí para las 24 horas. Congenió con los líderes y se atrevió con los jóvenes. Les hizo sentir que estaban listos, cuando claramente al inicio pretendía llevarlos despacio e incluso los mandaba a la grada. Él creyó en ellos y ellos creyeron en él.
Fue frontal con la prensa, mas no conflictivo, y ni siquiera lo sacó de casillas el típico “¿no ha pensado en renunciar?” cuando a la Sele no se le veía por dónde.
Entendió a tiempo que los goles no llegarían por montones y compensó la escasez ofensiva con un equipo capaz de no recibir anotación en cinco de los últimos siete juegos.
Méritos tiene. Atrévase, don Rodolfo. Contrátelo sin especulaciones, que el mayor logro con Suárez no será el cuarto lugar, ni ganar el reprechaje, ni hacer un decente Mundial, sino haber decubierto que sí había futuro en una Selección de Costa Rica que hace unos meses no tenía sustitutos para los ídolos salientes.
Ahora bien, si Suárez va a depender del resultado del Mundial o si en ruta al 2026 no le darán el tiempo que esta vez por emergencia se le otorgó, entonces contraten de una vez a cualquiera.
O mejor aún: elaboren una matriz.