En un rapto de inspiración, la Sele redondeó un partido para el recuerdo ante México, con pasajes emotivos trepidantes que no la salvaron de quedar eliminada en los lanzamientos de penal.
Se agigantó así la leyenda maldita de la Copa Oro, una asignatura pendiente para generaciones de futbolistas que siempre viajan esperanzados en regresar del torneo abrazados a ella.
Sin mezquindades, hay que admitir que se jugó con una actitud sin precedentes en el semestre de Matosas, con una claridad táctica digna de mención y un arrojo impropio dado el perfil del rival.
Si don Gustavo se la tenía callada y la esgrimió hasta ahora es algo que solo él sabrá, pero no recordamos desde la gloria de Brasil 2014 un partido que apenas daba espacio para pestañear y seguir prendido al tele.
¿Por qué no se jugó con ese nivel ante Haití, por qué nos reservamos lo mejor para el partido del todo o nada, si al torneo le quedaban todavía un par de estaciones que pudieron llevarnos al podio?
¿Ese rendimiento alcanzado en 120 minutos es la unidad de medida para calibrar al equipo que se viene o lo del sábado fue uno de esos partidos recurrentes en nuestra historia, en donde el rival espolea el orgullo y jugamos en otro nivel?
Me quedo con la valoración que hizo el profe Manrique Quesada, uno de los filósofos del fútbol criollo, en el programa del colega y amigo Miguel Cortés, a inicios de semana.
El pensador futbolero atacó la falta de proyecto que ha impedido forjar una generación de recambio y originado, en parte, por la eliminación repetida de nuestras selecciones menores.
Si se trabaja mal en la base, si no formamos y forjamos figuras, apuntó Quesada, seguiremos yendo a estos torneos con jugadores en el ocaso de sus carreras, para satisfacer el capricho de intentar ganar un trofeo que se resiste cuando las necesidades apuntan en otra dirección.
El profe mencionó que solo Moreira, Cruz y Borges jugaron todo el certamen; que a Bryan se le llevó gradualmente para ponerlo en forma, impidiendo que se llamara a jugadores más jóvenes o que otros convocados pudieran meterle millaje a su hoja de vida en la Sele.
Y ya por último se enlistó en el bando de quienes creemos que no podemos hablar de futuro si seguimos dependiendo de Ruiz, Saborío y Bolaños, cuando el lote pesado de selecciones de Concacaf, llámese EE. UU. y México, ya renovaron sus planteles.
Matosas tiene todas las respuestas y se dio una idea de cuánto puede esperar del futbolista costarricense, aunque quizá se curó en salud esta semana cuando habló de meterse lleno con la Juvenil en busca de talentos. Le tomamos la palabra…