3/11/11 Limon Polideportivo reportage sobre el mal estado que se encuentran las instalaciones del polideportivo de esta ciudad y las condiciones precarias para que los atletas nacionales entrenen las instalaciones del Polideportivo no son las apropiadas para el nivel de los atletas (Adriana Araya)
Ella, madre, trabajadora y atleta, se burla de la lógica, ya que en los pasados Juegos Panamericanos finalizó cuarta en la final de los 400 metros con vallas, a pesar de que no practica con estas.
“Tengo dos años de estar sin vallas, acá (Polideportivo de Limón) tenía unas vallas viejas, pero los profesores de Educación Física las agarraron para jugar ‘canchitas’ y se destruyeron”, expresó Scott el jueves por la mañana, mientras paseaba a su hija, Treshelle, por las instalaciones.
Y es que las precarias condiciones en las que se entrena Sharolyn Scott saltan a la vista apenas se pone un pie sobre la pista de arena que tiene el polideportivo de Japdeva, que fue abierto en 1981, y en el que también dio sus primero pasos Nery Brenes.
“Cuando aquí llueve no se puede entrenar porque lo mío es velocidad, y la arena junto al zacate –que también está en la pista– se convierten en un barrial”, dijo.
La falta de vallas para entrenarse en una modalidad que requiere mucha técnica y repetición, se hizo evidente, dice Scott, en la final de los Panamericanos, cuando después de superar el último salto, puso mal el pie y perdió tiempo.
“No es excusa, pero cuando caí apoyé toda la planta del pie, no solo la punta, y ahí perdí el impulso que llevaba para alcanzar a la tercera”, recordó.
Sin hacer drama, ya que su carácter se ha forjado con base en esfuerzo, la velocista indicó que este cuarto puesto la llenó de orgullo.
“Al no tener vallas, no soy buena para pasarlas, me falta técnica, pero a pesar de eso gracias a Dios hice récord del país y centroamericano allá en Guadalajara (57:23)”, dijo.
“Vivíamos en Estrada (cerca de Matina) y fui a hacer una carrera de campo traviesa cuando tenía como nueve años, desde ese momento supe que lo mío era correr, que tenía condiciones”, recordó la atleta.
Tras realizar varias carreras y vencer tanto a niños como niñas, a los 11 años comenzó su andar en Juegos Nacionales, compitiendo para el equipo de la provincia.
Pero, al igual que el resto de atletas de Limón, la única forma de mantenerse en la pista era con lo poco que le daban sus padres, o la ayuda de conocidos o empresas.
“A los 20 años quedé embarazada de mi hija, estuve fuera tres años y volví a correr, pero no fue hasta el 2008 que don Walter Salazar (su entrenador actual) comenzó a ayudarme, y desde ese momento he mejorado un montón, yo a él no le pago, él me ayuda los fines de semana, cuando viajo a San José para poder entrenarme con vallas”.
La falta de recursos es, según manifestó, lo único que lamenta ahora que ya tiene 28 abriles, que sus mejores años han pasado, y que no se puede dedicar de lleno al atletismo, pues trabaja como inspectora de caminos en la alcaldía de Limón para mantener a su hija.