Roberto Solano dice que cuando conoció a Rom Akerson, campeón mundial Xterra, era como un cavernícola, pero no necesariamente se trataba de algo negativo, solo necesitaba guía.
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Encontró mucho talento y energía en un joven sin formación. Practicaba surf, corría, se subía en una bicicleta y cualquier deporte de aventura era lo suyo.
Lo vio en los años 90 corriendo en Santa Teresa, después haciendo la carrera del Chirripó, donde Rom le sacó ventaja de unos 40 minutos, siendo Solano un atleta consolidado.
En el 2001 recuerda estar en el triatlón de El Coco esperando a sus pupilos y lo sorprendió un joven de pelo macho pasando la meta de primero. Era el mismo muchacho.
“Yo dije: ‘qué bueno, ¿de dónde salió? era un triatleta que no competía’. Un día que yo estaba en Vancouver con Leo (Chacón), ellos se comunicaron, y Rom dijo que buscaba a alguien que le ayudara y como veía que nos estaba yendo bien, decidió iniciar el proyecto con nosotros”.
Roberto se dio cuenta que la fortaleza del Faraón estaba en el triatlón de montaña, aunque durante algunos años también lo intentó en la modalidad de ruta de la ITU (Unión Internacional de Triatlón), pero su debilidad en la natación le pasaba factura.
"Era un aventurero, siempre ha sido así, lo pasamos a una liga de desarrollo más formal y luchó en un par de copas, pero nos dimos cuenta que no había suficiente tiempo e hicimos cambio a Xterra", comenta Solano.
Once años después, Rom lo menciona como un pilar en su carrera, tanto desde la parte técnica, física y, sobre todo, mental.
La meta siempre estuvo clara: ser campeón del mundo, pero para eso había mucho trabajo por delante.
Roberto empezó a "explotar" las buenas condiciones de un joven de 22 años que no había tenido un pasado deportivo serio. La formación era como de cero.
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"Lo veía 4 o 5 veces a la semana y lo llamaba durante media hora para explicarle lo que estábamos haciendo y entendiera el proceso".
Un proceso que no pensaron fuera a alargarse por más de una década, pero precisamente la constancia en un periodo tan largo terminó siendo determinante.
En ese tiempo pasaron muchas cosas. Rom padeció durante años por un arteria obstruida de su pierna izquierda que pudo operarse hasta el 2017. Eso, asegura Solano, fue esencial para un mejor desempeño en la bicicleta.
Pero también maduró, al igual que Roberto Solano, quien antes de hacerlo campeón ya se había equivocado, aprendió en otras etapas y con otros atletas.
"Siempre me traté de formar con los mejores del mundo, a un gran costo personal, pero con la fe de que iba a tener talentos para implementar en Costa Rica", señala Solano, quien inició su carrera como entrenador apenas a sus 18 años.
Roberto vive del coaching a atletas amateur y entrenar a deportistas élite termina siendo algo así como un hobby, porque es poco el dinero que se percibe por ello, pero mucha la satisfacción.
Akerson es un ejemplo de ello: "Es como la cereza en el pastel, pude terminar una carrera deportiva como profesional y no ganar nada, pensé que me iba a pasar, pero lo logramos con un atleta y por dicha fue Rom".
Sus estudios en Catar, Australia o Estados Unidos, las muchas copas del Mundo con Rom, Leo Chacón, Juegos Olímpicos y otros atletas élite internacionales que pasaron por sus manos también han sido preparación de alguien que consiguió un triunfo personal.
Él insiste en no verlo como victoria propia.
“Es una consecuencia positiva de haber desarrollado esto desde muy joven, pasé por todas las etapas y aún entreno chicos. Es un logro de una generación, equipos, mío, colaboradores, de Rom, del Comité Olímpico, Federación de Triatlón. Soy director del proyecto, pero si no se hubieran dado colaboraciones, no habría sido posible”.