Botafogo, Brasil
A punto de que terminen los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, en las favelas no recibieron tanto turismo a como pasó con el Mundial de Brasil 2014.
Así lo aseguran Mario y Marco, dos guías que nacieron en la favela de Santa Marta, catalogada como una de las más seguras de Río de Janeiro.
Ellos han tenido trabajo a diario y sin parar; pero es que durante la pasada Copa del Mundo, "la visitación fue de locos", según dijeron entre risas.
Está ubicada en el barrio carioca Botafogo y cada persona que quiera entrar a la favela con ellos, debe pagar 90 reales brasileños, unos 16.000 colones.
"De los Juegos nosotros esperábamos mucho más porque la expectativa era que fuera más que en la Copa del Mundo y no fue lo que nosotros esperamos", expresó Mario.
Pero tampoco lo consideran como un fracaso, porque sí hubo movimiento.
"Ha venido mucha gente de todo el mundo, pero no las expectativas porque nosotros tenemos una media, un control y hemos visto que se bajó en expectativas. Esta ha sido la favela más visitada y nosotros no paramos de trabajar nunca", mencionó.
Como en esta favela se tienen que subir 988 gradas, después de la pacificación, sus pobladores se organizaron mejor.
Construyeron una especie de ascensor para movilizar tanto a las personas como las cargas pesadas que necesitan trasladar las 6.000 personas que viven ahí.
Uno de los atractivos para los turistas es caminar por donde Michael Jackson bajó en helicóptero en 1996, bailó, cantó y grabó la mayor parte del videoclip de su éxito.
Otras escenas, en todas las que sale la policía, se efectuaron en Salvador de Bahía.Ahí, el ídolo musical del pop, que falleció en 2009, pretendía denunciar las injusticias sociales de los más desfavorecidos, sin imaginar el legado que les dejaría, porque su visita fue el punto de partida para que esos brasileiros se levantaran y convirtieran su comunidad en un negocio.
Fue en esta favela de Santa Marta donde Vin Diesel y compañía filmaron la mayoría de escenas de Rápidos y Furiosos Misión Brasil.
Es donde también estuvieron Shakira, Madonna, Alicia Keys y por donde ha desfilado un sinnúmero de famosos.
Los residentes de la favela encontraron en esas visitas todo un negocio; hay bazarzinhos en los que se venden souvenirs alusivos a la comunidad, al Cristo Redentor y al 'Rey del Pop'.
Una de las señoras que aparecen en el video decidió salir del anonimato a diferencia de muchos. Tiene una tienda pequeña, en la que proyecta el video una y otra vez a los turistas que pasan por ahí y de repente grita: ¡Esa soy yo! Eso le sirve para atraer clientes y vender los souvenirs que ahí tiene.
Hay casas muy pobres, otras hasta pueden compararse con viviendas de clase media en Costa Rica.
En la mayoría tienen pantallas planas de televisión y no necesitan ir muy lejos para hacer sus diligencias.
Tienen pulperías, barbería, hay un par de hosteles, restaurantes y ahí mismo se encuentra hasta un banco.
Mario no tiene el dato exacto de cuántas personas llegaron durante los Juegos, porque el corte es mensual.
"Ahora en mi ficha yo sumo para ver cuántas personas han venido conmigo y abajo hay un stand de turismo que hace el tour, porque todos nosotros somos guías oficiales que vivimos en la favela".
Por mes, la favela Santa Marta recibe entre 4.000 y 6.000 turistas.
"En la Olimpiada nosotros teníamos la expectativa de recibir entre 10.000 y 15.000 personas, porque en la Copa del Mundo vino esa cantidad".
Insistió en que Santa Marta es la favela más segura, porque ellos cuentan hasta con una administración propia.
"Lo digo seguro porque aquí no hay criminalidad, el gran peligro de las favelas son los conflictos, pero no existe el temor de que aquí haya asaltos y crímenes", relató.
Y agregó: "Con la Olimpiada tenemos grandes deportistas como Carmelo Anthony y de todas partes del mundo nos visitan acá y ustedes también son bienvenidos, vengan, vengan".
Ahí tienen doce iglesias, dos católicas y diez evangélicas, también está la escuela y una universidad.No todo es color de rosa, pero los narcotraficantes tienen el pacto de respetar a los turistas siempre y cuando nadie se meta ellos.
Los visitantes lo saben y más que todo ingresan ahí para ver la realidad en la que viven, esa otra cara de Río de Janeiro, más allá de lo que fue el Mundial, lo que dejan estos Juegos Olímpicos.