A estas horas, se necesita suerte, aún con prescripción médica, para conseguir en la farmacia pastillas de autoengaño. Están agotadas. Arrasaron con ellas liguistas y saprissistas, después de una semifinal loca, emocionante y plagada de errores, en la que unos y otros prefieren las mentiras piadosas.
No más despertaron, los unos de su pesadilla, y lo otros de su jolgorio, salieron todos desaforados en pos de ellas, como cuando se avecina ‘el fin del mundo’ y los supermercados quedan desabastecidos de papel higiénico y atunes.
Los aficionados rojinegros, heridos en el alma, necesitan culpar al tanto en posición prohibida de Bolaños, al anulado gol de Arreola, canjeado por un penal infructífero a falta de ‘ley de la ventaja’, a los minutos de más jugados por Guzmán, porque debió ser expulsado antes de anotar el gol decisivo. Prefieren culpar ‘a la cochinada de formato’ del campeonato nacional.
En el fondo saben que mientras Bolaños anotaba su penal, su equipo fallaba tres de las cuatro penas máximas disfrutadas ante Saprissa; que su portero estrella recibió un gol más propio del jovencito aquel al que una vez culparon de perder otra final y que, para terminarla de hacer, le pegó un codazo en el pecho, no a Mariano Torres, sino a la esperanza liguista. Que, otra vez, no le bajaron el ritmo al juego a administrar la ventaja. En el fondo lo saben.
Los aficionados morados también se engañan un poco. Felices de la vida (tienen derecho, se lo ganaron), quieren negar el paupérrimo desempeño en las restantes 22 fechas, su ingreso a semifinales con apenas el 44% de desempeño, el peor cuarto lugar de los últimos 20 torneos, desde que se juega con cuatro clasificados.
—¡¿Y qué?! —dirá más de uno, satisfecho con el triunfo sobre el archirrival, la Súper Liga, la invicta, la del 5 a 0 en el clásico anterior, la mamá de Tarzán—. ‘Le vale’ el pasado tanto como el futuro: nada. ‘Le vale’ si termina perdiendo el campeonato. Si cada vez hay más velitas en los queques de Michael Barrantes, Christian Bolaños, Daniel Colindres y Mariano Torres, capaces de ser figuras hoy, mañana también, y pasado mañana quién sabe. ‘Le resbala’ si los pilares van de salida y los reemplazos apenas se asoman.
Hasta su presidente, don Juan Carlos Rojas, asegura eufórico que menospreciamos a Saprissa. ¿No será que Saprissa no estuvo a la altura de Saprissa en el resto del campeonato? Porque haberle jugado de tú a tú a una Liga errática como nunca en el torneo no borra la realidad. Al contrario, Saprissa triunfo pese a ella.
El mérito es de Wright y sus muchachos que, en medio de un mal torneo, lograron aprovechar la oportunidad que les abrieron el formato de juego, la colección de accidentes en la semifinal y los yerros manudos. En el fondo todos saben que Saprissa tiene problemas, como delatan los 21 puntos de diferencia con el líder de la primera fase y el acta de nacimiento de sus valuartes.
Alcanza, claro está, con un par de semanas con pastillas de autoengaño, una cada ocho horas hasta agotar la cajita.
Si no surte efecto, consulte a su médico.