Contra un rival débil, sí, en un torneo de poco prestigio, también, pero para Saprissa era imperdonable hacer algo diferente ante el Arcahaei de Haití en las semifinales de la Liga de Concacaf.
La obligación estaba y tomando en cuenta eso, el club morado cumplió con su tarea, al ganar sin apelaciones, 5-0, en el Ricardo Saprissa.
Los goles aparecieron rápido, poniendo en claro los papeles de los equipos: uno con oficio y otro con pocos recursos. Lo que decía la teoría se trasladó a la cancha casi sin ninguna novedad.
La semifinal le dejó a Saprissa mejores apuntes y le dio un respiro, pero como bien dice el dicho, no se puede tapar el sol con un dedo.
Hubo puntos altos y uno bajo, y en ese último tampoco hablamos de sorpresas. En ocasiones, a Wálter Centeno le disgusta escuchar nuevos cuestionamientos a su aparato defensivo, aunque estos parecen eternos.
La parte defensiva se mostró endeble en ciertos momentos. La portería terminó en blanco, diría el timonel morado... y con total razón. Hasta ahí todo bien. El problema es que la zaga pasó dos o tres apuros ante un rival con poco o nada.
Previo a este juego, Paté reconoció que “han pecado un poco” cuando pierden el balón. Exculpó a la defensa como la única responsable y habló de un funcionamiento en su totalidad.
Algo así pasó. Saprissa perdió la pelota en media cancha, cuando el equipo intentaba salir y puso a su portero, Aarón Cruz, en un mano a mano que el morado resolvió (24′).
Volvió a darle chances al rival tres minutos después, cuando el equipo estaba tirado arriba pero dejó grandes espacios entre la defensa y ataque. También en el 40′, el equipo intentó jugar hacia atrás y eso terminó en un remate desviado de los haitianos.
Eso fue todo lo que ofreció Arcahaei. Es decir, se acercó cuando el cuadro tibaseño lo permitió.
Por lo demás, Saprissa le enseñó a Alajuelense sus armas. Ya lo han dicho los jugadores morados: harían mal en darlos por muertos durante esta temporada y su primer reto para demostrar eso será la final del próximo 3 de febrero en el Morera Soto.
En Saprissa aprovecharon el juego de este viernes para varias cosas: hacer goles, algo que al mismo tiempo genera confianza; utilizar a su favor el balón parado, tener al Christian Bolaños protagonista y que Ariel Rodríguez levante la mano en su tarea más importante.
Los cinco tantos, aunque puedan parecer obvios por lo visto en cancha, le permiten a Centeno y compañía darse un poco de tranquilidad en medio del flojo inicio del año. Probablemente con un marcador de 2-0 o incluso 3-0, diríamos que fue poco.
Dentro de la goleada también resalta lo necesario que era para jugadores como Jimmy Marín aparecer en las redes.
La primera anotación apareció en la cabeza de Esteban Espíndola (su segundo gol vestido de morado), luego de un tiro de esquina, convirtiendo en fortaleza la pelota quieta, en cobro de Barrantes.
Después apareció la figura de Bolaños, quien se encargó de realizar dos asistencias del partido y un gol. ¿Algo más?
El atacante jugó arrecostado a la derecha, su posición más recurrente en el Clausura 2020, cuando fue el goleador del equipo con 18 goles y dio siete asistencias.
Esta vez hizo de todo, como en el pasado, porque cuando se colocó en el centro añadió la cuarta anotación. Sin importar donde estuviera, mostró lo determinante que puede ser para la S. Eso, sin duda, es la mejor noticia para los tibaseños.
También lo es contar con un delantero ‘9′ aliado al gol. Es temprano tal vez para ponerlo como goleador, pero Ariel ya aportó en dos partidos consecutivos y ese es el desempeño del que urge Saprissa.
Su principal examen empezará ahora, es cierto, pero Saprissa cumplió.