Para que mi mundito futbolístico goce de buena salud, es preciso el alineamiento de tres circunstancias, tal el alineamiento planetario conocido como zyzygy, esto es, cuando tres o más cuerpos celestes se posicionan en línea recta en el firmamento. Mi zyzygy futbolero acontece cuando Saprissa, el Real Madrid y la gloriosa Selección de Brasil son campeones. El pasado 16 de junio, viví una de estas extáticas experiencias. Saprissa campeón nacional por trigésimo quinta vez, el Real Madrid le arrebata el título al Barcelona para quedarse con la liga, y Brasil ganó el año pasado la Copa América, sin Neymar, y con un equipo que venció y convenció, goleando a varios de sus rivales y deshaciéndose 2-0 de Argentina.
No hay un cuadro nacional que le haya dado mayores satisfacciones a su afición que Saprissa. No hay un equipo español que le haya dado mayores gozos a su torcida que el Real Madrid. No hay una selección mundialista que le haya dado mayores alegrías a sus seguidores que la Verdeamarela con sus cinco títulos (ganados en buena lid, sin los chanchullos perpetrados por otros “campeones”).
Hay gente que se enoja conmigo cuando proclamo estas verdades (no son opiniones sino cifras, estadísticas: por mucho que les duela, los números no son torcedores de ningún equipo: podemos confiar en ellos). Pretenden estos señores que yo cultive mi saprissismo de manera subrepticia, cual un narcotraficante. Pero yo jamás he dicho no haya otros equipos de loable trayectoria en el fútbol nacional: me limito a hacer público mi fervor por la noble divisa morada: ¿qué hay de reprensible en ello? Y el Real Madrid, ¿no fue votado el mejor equipo del siglo XX? Y Brasil, ¿no ostenta la inalcanzada proeza de sus 5 cetros mundiales? Y su legendaria versión de 1970, ¿no fue declarada la mejor selección del siglo XX?
Lo siento amigos: ¡larga vida al Deportivo Saprissa, al Real Madrid y al épico estandarte Auriverde y sus cinco radiantes estrellas!
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