El tema de Pablo Campos Araya y su ligamen con depósitos y retiro de dinero de la Asociación Deportiva Guanacasteca no es un chisme periodístico.
Tampoco puede reducirse a una simple coincidencia que un contador privado, Henry Jiménez Dalorzo, aparezca nombrado en los movimientos bancarios del equipo pampero y sea el encargado de las finanzas del conjunto florense. No, es que don Henry es el tesorero en la junta directiva de la sociedad Fuerza Herediana.
La Nación ha sido explícita en demostrar, con detalle, que Campos fue puesto de fiscal en Fuerza Griega cuando Pablo Salazar pasó a ser tesorero de esa entidad, o que tiene el mismo cargo en LAJAF S.A, la sociedad que preside Jafet Soto y que estuvo involucrada en el pago de acciones de la sociedad griega.
Igual ha puntualizado que Campos Araya es fiscal en Artículos Deportivos Pirma S.A., en la que coinciden Jafet Soto y Flavio Davino, a quien se conoce en este país, entre otras cosas, como uno de los dueños de Guadalupe.
También fue socio de Jafet en Agencia Moreliana S.A. y fiscalizó Fuerza Florense S.A, en la que aperan accionistas Soto Molina y el actual presidente de Fuerza Herediana, Juan Carlos Retana.
Esto no se trata de un mensajero sirviendo a dos equipos de futbol separados por más de 205 kilómetros de distancia. Sino de quién o quiénes están detrás suyo y con qué intereses lo ponen o lo utilizan en puestos y tareas que no debería ocupar ni hacer.
La denuncia que don Roy Barrantes ha puesto en la FEDEFUTBOL tampoco puede tomarse como la pataleta de un presidente que se niega a ver a su equipo descendido. No. Quienes dicen que pretende ganar en la mesa lo que perdió en la cancha, simplemente se hacen los tontos para no imaginar, al menos eso, lo que precisamente pudo haber ocurrido en partidos que pensábamos exentos de toda malicia.
El fanatismo de unos, el negocio de otros, la comodidad de muchos, no puede estar por encima de la pureza del futbol. Yo no quiero seguir como simple espectador lleno de dudas. Allá los medios que ignoran el tema, los fanáticos que prefieren atacar a los pocos periodistas que buscan y opinan con valor, o los dirigentes que evitan investigar para mantener el caudal de votos en la próxima elección. Me niego a jugar al papel del bobo engañado.