Cuando un equipo como Herediano pasa el candado a su portería, hay cinco llaves capaces de abrir el cerrojo.
La teoría señala que la amplitud, las jugadas individuales, la bola muerta, el remate de media distancia y el juego aéreo son recursos que conviene tener a mano si el rival se planta con defensa reforzada y se impone en cada balón dividido. Los manudos buscaron por todas partes, pero en muchos momentos con las llaves equivocadas.
1. La amplitud
Se entiende por amplitud “abrir la cancha”, aprovechar el máximo de terreno, en la mayoría de casos con jugadores pegados a las bandas. Así, al cuadro defensor le costará más cerrarse, sobre todo si el atacante aplica cambios de juego de un costado al otro. Alajuelense lo intentó, alternando ataques por el centro con llegadas por los costados, pero pocas veces sus laterales lograron llegar cómodos hasta el último cuarto de cancha.
Herediano se plantó bien atrás y con la socidedad defensiva Burke-Fuller impidió que la Liga hiciera daño por donde suelen ingresar Lassiter y Meneses. A los manudos no les quedó más remedio que lanzar centros desde media distancia, infructíferos ante la fortaleza herediana en la pelota dividida, el buen juego de área del guardameta Alvarado y la ausencia de grandes cabeceadores en la alineación rojinegra.
2. Individualidades
Cuando el juego colectivo no basta, la individualidad cobra valor. En Alajuelense, sin embargo, no abundan esos jugadores encaradores, de gambeta corta en velocidad hacia al frente, al estilo del saprissita Randall Leal, capaces de desbordar a uno o dos rivales, provocar un poco de caos entre los zagueros, generarse la opción de gol o sacar faltas cerca de la portería.
Aunque muchos ven a Ariel Lassiter como el llamado a cumplir ese rol, el joven, veloz como pocos en el fútbol nacional, letal en espacio abierto, carece de ese regate en corto de los Jimmy Marín o Daniel Colindres.
Marco Ureña lo intenta, pero su velocidad supera a su conducción de balón. McDonald, en tanto, no ha sido ni será un goleador de los que dejan desparramados rivales: lo suyo es pelear la pelota dividida y definir. Quizás Guevara es quien más se acerca al “encarador”, si bien, en comparación con años atrás, hoy busca más las asociaciones que la incursión individual.
Carevic buscó la llave de la individualidad con el ingreso de Barlon Sequeira en lugar de José Miguel Cubero, incluso a costa de quedarse sin contención nato. Aunque Sequeira intentó encarar, no le bastaron los 29 minutos en cancha, ni el ritmo de juego en una temporada con pocas participaciones.
3. Remate de media distancia
En un equipo como Alajuelense, acostumbrado a llevar la pelota hasta el área rival, el remate de media distancia no abunda. Un repaso a los 52 goles rojinegros en el presente torneo arroja un dato revelador: 45 conquistas con remates dentro del área y solo siete desde afuera.
Ante defensas cerradas como la herediana, cobran valor los cañoneros capaces de doblegar el muro desde lejos. De eso se acordó Henry Figueroa quien, de no ser por la gran estirada del guardameta Esteban Alvarado, le habría devuelto a la Liga una llave que no suele usar.
En todo el torneo, Alajuelense solo ha logrado tres tantos con remate de media distancia: un trallazo de Lassiter ante Pérez Zeledón, un potente disparo de Alex López ante Limón en el Nacional y un remate de Cubero en el Saprissa que, aparentemente inofensivo, se le escapó a Aaron Cruz.
4. Jugadas de bola muerta
Alajuelense tuvo en sus manos la llave, pero no logró hacerla girar, ante 16 oportunidades a balón parado en el último juego. Tiros de esquina (8), tiros libres indirectos (7) y un tiro libre directo (1) no bastaron.
Paradógicamente, fue ese el recurso con que doblegó al Herediano en la fase regular. En el primer duelo, un cabezazo de Kenner Gutiérrez en tiro de esquina cobrado por Anthony López abrió el camino del triunfo; el mismo Anthony se encargó del definitivo 3 a 2 con otro cobro, esta vez de penal. En el segundo duelo, bastó un tiro de esquina de Alex López, cabeceado por José Miguel Cubero, para poner el definitivo 1 a 0 en el Rosabal Cordero.
¿Cómo explicar, con ese antecendente, la impotencia padecida por la Liga ante el Team? ¿Cómo entenderlo de un equipo con 14 goles de táctica fija en el torneo (el 27% de sus tantos)?
Dos respuestas parecen asomarse: a la conocida fortaleza defensiva de Herediano para repeler la táctica fija rival, se une un dato revelador: la Liga tiene en banca a su mejor anotador en bola muerta y al lanzador con más conquistas. Se trata de Kenner Gutiérrez, con cuatro goles de cabeza, en tiros de esquina o libres indirectos, y de Anthony López, con tres asistencias en tiros de esquina y una en cobro indirecto, además de un par de goles propios, de penal y tiro libre directo.
Si le añadimos al también suplente Bernald Alfaro, anotador de un tiro libre directo, tendremos que en la alineación manuda solo quedaron dos anotadores en jugadas de balón parado (excluyendo penales): José Miguel Cubero (dos de cabeza y un cierre con el pie) y Marco Ureña (un remate desde fuera del área tras un rebote en un tiro de esquina). Luego, aparece McDonald con tres penales.
Aunque Alex López cobró ante Herediano un tiro libre que más de un aficionado coreó como gol, el hondureño no logró su primer gol de tiro libre en el torneo, ni la Liga aprovechar las ocasiones a balón parado. Para el Team fue poco riesgo frenar con faltas lo que se escapaba a su buen planteamiento.
5. Juego aéreo
Ante la escasez de caminos abiertos, Alajuelense llenó de centros el área de Herediano, donde Randall Azofeifa, Esteban Granados, Esteban Alvarado y compañeros casi siempre salieron airosos.
De nuevo, la llave manuda parece haberse quedado en el banquillo: de ocho goles de cabeza logrados por Alajuelense en el torneo, seis son obra de Kenner Gutiérrez (4) y Jonathan Moya (2), suplentes ante Herediano. El zaguero se quedó sin jugar y el atacante ingresó de cambio en el minuto 50.
Su presencia obligó a Carevic a deshacer la dupla McDonald-Ureña y enviar a un costado al exmudialista, a cambio de empezar a ganar algunos balones arriba. Moya logró pivotear en un par de centros y, en otras ocasiones, compañeros suyos, como el mismo McDonald y hasta Guevara, conectaron de cabeza. El ingreso del 9 se combinó con el de Anthony López, como un recurso más para lanzar balones, tarea que recaía en Cristopher Meneses y Alex López.
Alajuelense mejoró, si bien el juego aéreo es más virtud de Herediano que suya.