Cuando Pablo Arboine llegó a Saprissa su esposa, Carolina Estribí, se metió a las redes sociales del club morado para ver los comentarios de la afición sobre su esposo... Y para ella fue decepcionante.
A Arboine, aunque nadie lo había visto jugar con la camiseta morada, no lo querían en la institución.
“A todos los nuevos les decían cosas bonitas, pero a él no. Yo vi los comentarios y por dentro me decía: ‘ojalá que Pablo no veo los comentarios’, porque yo sabía que iba a ser un impacto fuerte”, afirmó Estribí.
Al final, Arboine nunca se dio cuenta de esos comentarios y con el torneo encaminado la percepción cambió radicalmente y ya es común leer en redes opiniones positivas del morado, a quien hasta en la órbita de la Selección Nacional han metido.
la situación de Kevin Chamorro y Pablo Arboine en Saprissa da para un documental (especialmente de la de Kevin)
— dj vinichusmorao' (@vinichusmorado) October 24, 2022
no convencían a nadie, sus fichajes se criticaron muchísimo (con razones) y terminaron siendo fundamentales para estar donde estamos hoy, que increíble
Contrario a lo que muchos pensarían el joven rudo que ahora defiende los colores del Saprissa es fuera de la cancha una persona sensible, un ser humano que no tiene problema en ceder su bocado para que otros coman antes que él.
Por su estilo de juego hay una percepción que este futbolista es confrontativo, colérico y hasta mal encarado fuera del campo. Aunque él es un verdadero antónimo de lo que muchos piensan.
“Es dulce, amable, cariñoso. Sí le puedo decir que es demasiado ceñido cuando quiere algo, muy perfeccionista, no se queda nunca con lo que ya logró, él da una milla extra”, relató la persona que más lo conoce.
De hecho, Estribí, Arboine y su pequeña Esmaly de seis meses componen su familia y cuando la hija llegó al mundo, el jugador demostró sus ganas de ser padre y un esposo ejemplar.
En el pasado pecó de colérico en algunas ocasiones, empero la paternidad le cayó como anillo al dedo para mejorarlo como persona.
Luego de tres años intentando ser padres, por fin ahora disfrutan de su bendición.
“Él se encarga de absolutamente todo, desde la cocinada hasta bañar a la bebé. De hecho Pablo son los ojos de la bebé y ella los de él, yo ya dejé de existir”, reveló entre risas.
Los últimos meses para Arboine y su familia han sido de disfrute, sobre todo después de días en los que parecía que la tormenta nunca se acabaría.
El deportista se tuvo que reponer al fallecimiento de dos primos y un hermano, duelos que no pudo conllevar de la forma más sana.
En una ocasión tenía partido el día siguiente, por lo que fue a una vela en la que estuvo hasta las 4 a. m. para seguidamente hacerle frente a un viaje con el Santos de Guápiles, mientras las otras dos veces él estaba en Noruega y no pudo despedirse de la forma que hubiera querido.
Carolina aseguró que la llegada de su hija al mundo fue la sonrisa que la vida le había negado al jugador después de tantos golpes.
“Sinceramente yo no sé cómo Pablo salió adelante en aquellos momentos, porque era una mala noticia tras otra mala noticia y cualquiera cede ante esa presión y se va en cosas que no están bien. Solo Dios, solo Dios...”, recalcó con voz entrecortada.
El propio jugador añadió en una entrevista con La Nación en febrero del 2019 que él siempre tuvo a sus familiares en mente, al punto que cuando alcanzó la meta de irse a Europa fue una forma de rendirles tributo.
Pese a los golpes, el defensor nunca cedió y se volvió un amante de ver atardeceres en Puntarenas, un pasatiempo que hace con regularidad, ya que según sus más cercanos es una forma de trasladarse y tener comunicación con las personas que hoy extraña.
En cuanto al fútbol, el exjugador del Santos de Guápiles es amante del balón desde que tiene uso de razón. Gracias a la ‘pecosa’ fue que forjó su mejor amistad, la del volante del Santos, Denilson Mason.
Ambos son oriundos de la Francia de Siquirres, un pueblo que ha dado otros talentos al balompié tico como Roy Myers.
Mason describe a su ‘hermano de vida’ como un futbolista entrador, con un carácter intratable y a quien le gusta imponerse en el campo con su físico.
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“Una vez nos metimos a arrancar unas yucas en una finca y las arrancamos y se las vendimos al que era el dueño, pero es que necesitábamos ¢3.000 para seguir jugando. Carajillos sí éramos la muerte”, recordó entre risas.
Luego de muchas experiencias, hay un punto en común que señalan sobre Arboine y es el papel preponderante que ha pasado a tener Dios en la vida del morado.
El seleccionado menor siempre ha tenido a Dios presente, pero ahora, además de tenerlo en mente, también se comunica y disfruta su tiempo con Él.
“Yo no creo en las coincidencias, pero viera como todo se ha acomodado desde que tenemos esta relación”, declaró la pareja del futbolista.
Pablo Arboine disfruta hoy de algo que se le había negado: los momentos dulces, los tiempos que le sacan sonrisa. Hoy es clave en Saprissa, consiguió cambiar la opinión de quienes lo crucificaban y es considerado por su círculo cercano como un profesional a costas de su dolor.