Llorar por tristeza, dolor o impotencia es muy distinto a cuando esas lágrimas son el producto de una emoción que brota desde lo más profundo del corazón de una mamá.
Doña María Eugenia Montenegro puede dar fe de eso, porque Alajuelense le dio un regalo por adelantado del Día de la Madre.
Un presente que para ella tiene un valor incalculable y que no se puede medir en términos de dinero, que la conmovió y que le deparó uno de esos días que atesorará por siempre.
Hace casi 11 años, ella dio a luz a una niña que se llama Mariana Quiché Montenegro.
El pasado 5 de agosto, doña María Eugenia y su esposo, don Santiago Quiché, decidieron ir al Estadio Fello Meza para presenciar el juego entre Cartaginés y Alajuelense.
Querían disfrutar en familia y llevaron a Mariana, quien fue captada por el lente del fotógrafo de la Liga, Rubén Murillo, entre los miles de aficionados que acudieron al estadio.
La niña estaba en su silla de ruedas y su papá la tapaba con una sombrilla.
Aquel partido fue intenso y los manudos derrotaron a los brumosos por 2-3 en la Vieja Metrópoli.
En las imágenes de la celebración de ese último gol que consiguió Alex López, el fotógrafo de La Nación Rafael Pacheco no solo logró que se viera el festejo del catracho con Barlon Sequeira, Allen Guevara, Jonathan Moya y Jonathan McDonald.
La fotografía, que sirvió de portada para la versión impresa de este diario, también captó a Mariana con una expresión de euforia en su rostro por esa anotación y, en ese momento, la que sostenía la sombrilla que la cubría era doña María Eugenia.
Responsabilidad social
El departamento de comunicación de los rojinegros usó sus redes sociales para encontrar a Mariana y sus familiares y cuando la búsqueda surtió efecto, los invitaron a que fueran el sábado pasado al Estadio Alejandro Morera Soto, un escenario en el que la niña nunca había estado presente.
“Nosotros vivimos en Cipreses de Oreamuno, en Cartago, no todo el tiempo tenemos la posibilidad de ir al Fello Meza y vamos especialmente cuando Cartago juega con la Liga, porque nos queda más cerca de la casa. Fue una experiencia muy linda, fue toda una odisea poder encontrarnos”, contó doña María Eugenia entre risas, pero con los ojos llenos de agua.
Su emoción tenía una sola razón de ser, porque al ver a su hija ahí, en la gramilla híbrida del recinto erizo, se sentía literalmente la mamá más feliz del mundo.
“Me siento muy contenta, esa alegría que a uno como mamá le da al ver a los hijos felices es inexplicable y qué mejor premio, qué mejor regalo que este. Para mí es una bendición de Dios también, saber que Mariana disfrutó ese día".
Pero antes de saltar a la cancha hubo otro momento emotivo, que tanto la niña como sus familiares esperaban con ansias.
“Mis ojos se llenaron de muchas lágrimas al notar la emoción de ella cuando estuvo con los jugadores, le encanta verlos por tele y personalmente mucho mejor. Fue increíble. En la semana le pasamos diciendo: ‘Mariana, vas para el estadio, vas a ver a tu equipo’ y sonreía”.
Uno de esos días, observaron en la televisión una nota sobre la Liga.
“Vimos que estaban entrevistando a Kenner Gutiérrez y cuando le dije que lo iba a conocer ella hizo un suspiro que le salió del alma. Cuando ya la estaba alistando para irnos al estadio estaba muy contenta, muy alegre de venirnos. A veces la gente piensa que ellos no se dan cuenta de las cosas, pero Mariana es muy inteligente y muy capaz para entenderlo todo”.
Doña María Eugenia cuenta que a pesar de que la niña va muy poco al estadio, eso no mide su nivel de liguismo.
“Ella siempre está frente al televisor viendo los partidos, ella grita. Ella no habla, pero la única palabra que dice es gol y lo disfruta, ella sabe cuando hay un gol y lo grita. Nosotros también nos emocionamos mucho viendo los partidos, creo que así lo aprendió”, reseñó.
Verse ahí, con Mariana y con el corazón hecho un puño es algo que ella cataloga como “un sueño hecho realidad”.
“Siempre en algún momento quise que el señor le diera la bendición de que Mariana pudiera conocer a los jugadores de Alajuelense y disfrutar de un partido y por eso la llevamos ese domingo al Fello Meza y a pesar de que los vio a una distancia un poco larga, se emocionó mucho de verlos allá y con eso yo me sentía muy realizada. Imagínese cómo me siento después de esto, no sé cómo explicarlo, para mí es algo maravilloso”, apuntó doña María Eugenia, quien es maestra de Religión en la Escuela Cipreses de Oreamuno.
La gran sorpresa
“Yo dije qué está pasando, porqué nos están buscando y la gente nos mandaba mensajes y nos decía. Nos llamaban por teléfono y, es más, hay gente que ni conozco y nos mandaba mensajes por Messenger y yo lloraba y temblaba de la emoción. Empecé a buscar a don Ferlin Fuentes, hasta que lo localicé y él me llamó en la noche. Yo no creía que eso nos estaba pasando”, recordó.
Esta iniciativa de la Liga le llamó la atención porque ella cuenta que llegó aquel domingo como cualquiera de los aficionados que van al estadio. Y la búsqueda no fue compleja: demoró solo 30 minutos, según expresó el director de prensa de los erizos, quien primero contactó al papá de Mariana.
Mucho rato después fue que ella también le escribió por Facebook al comunicador manudo. “Ahí en ese partido descubrieron a mi hija y para mí eso es muy grato. Yo me siento muy contenta y muy emocionada porque yo no esperaba esto de verdad. Yo le dije a mi mamá que esto era un regalo para mí adelantado, porque ver a un hijo feliz, ver a un hijo bien es una satisfacción muy grande para una mamá”.
Doña María Eugenia detalló que Mariana sufre parálisis cerebral. “Toda la parte psicomotor no la puede dominar, no la mueve del todo, pero cognitivamente ella es muy inteligente. Se supone que nació así, pero nosotros nos dimos cuenta hasta que tenía seis meses de nacida y entonces para mí fue un golpe muy grande”, manifestó.
Y agregó: “Cuando nosotros fuimos al doctor y me dijo que tenía parálisis cerebral, solo cosas malas me anunciaba sobre todo lo que iba a pasar. Por ejemplo, me indicó que iba a tener epilepsias muy fuertes y grandes y de verdad pasó, pero Dios hace el milagro y Mariana tiene casi tres años de que no da una sola convulsión”.
Si doña María Eugenia pudiera regresar el tiempo, ella elegiría volver a ser la mamá de Mariana, porque desde que nació el 31 de agosto de 2007 se convirtió en su gran ejemplo y prueba de amor.
“Para mí es muy duro, pero yo me serené y hablé con Dios. Le dije: ‘Señor, si tú me la diste aquí estoy para ayudarte en este regalito que me concedió’. Mariana ha sido un regalo, una bendición. Usted no sabe las cosas hermosas y bellas que hemos pasado gracias a ella”.
“Es una prueba de amor, es muy duro, no le digo que no, porque yo trabajo. Tengo el apoyo de mis papás y mi mamá siempre me ayuda con ella y me la cuida en los ratitos que yo voy a trabajar. Todo se puede y la sonrisa que Mariana me da al despertar y al anochecer es una satisfacción y una razón para seguir adelante”, amplió.
A pesar de que la Liga perdió ese partido en su cancha híbrida por 2-3 contra Carmelita, doña María Eugenia asegura que el resultado no opacó la alegría de Mariana, porque ella simplemente es feliz viendo al equipo de sus amores y que independientemente del resultado, siempre sonríe cuando el árbitro pita el final de los juegos.
Otros detalles de la Liga para las mamás
Aparte de la historia de Mariana Quiché, Alajuelense también tuvo un detalle que llamó la atención hasta de los críticos más empedernidos de los rojinegros y es que los jugadores en sus camisas llevaban el nombre de su mamá.
También, la homenajeada del juego en el que la Liga celebró por adelantado el Día de la Madre fue doña Julieta, la fiebre manuda que camina con bastón y que se robó los aplausos al completar la Liga Run, el pasado 9 de junio.
Con 78 años y caminando a su ritmo con un bastón que utiliza desde hace un año, ella estuvo presente en la cuarta edición de la carrera de la Liga, prueba que completó con un tiempo de 1:03:52.
“Siempre vamos a la Liga Run, nos gusta porque somos fiebres, en mi casa amamos a Alajuelense y no podemos faltar nunca. Aunque sea de las últimas en llegar, soy de las primeras en inscribirme", mencionó en aquella ocasión a este medio.
Y también contó: “Si le soy sincera, le voy a decir que estuvo muy dura la carrera, tenía dos cuestas muy pesaditas, pero yo nunca me di por vencida. A pasito lento iba y lo logramos. Mi hijo me iba dando ánimos y a ratos me iba remolcando, porque en esas cuestas sin remolque no hubiera podido yo (ríe a carcajadas…)".