Las aficiones más grandes del país no la pasan bien. Saprissa no ha nivelado en todo el Clausura 2022 y Alajuelense no termina de aprovechar las oportunidades para despegarse en la cima. Pero nos enfocaremos en el bando manudo.
La afición rojinegra tiene la cabeza de Albert Rudé en la mira y la gran mayoría ya hubiesen tomado la decisión de cesarlo. Sería una medida tomada con la cabeza caliente y el hígado en la mano.
Desde mi óptica, salta una pregunta: ¿el gran tema es el técnico o son los jugadores?
Mi respuesta, y confieso que bien meditada, es que el peso de la inestabilidad rojinegra recae sobre los jugadores. Y me explico:
Alajuelense es un equipo que se caracteriza por una oncena que se sobrepone a sus rivales en cuanto al volumen de juego; es quien pone las cartas ofensivas sobre la mesa y, por lo general, el rival es quien suele ser calculador a la hora atestar un contragolpe, anotar por la táctica fija o aprovecharse de un error grueso (este último apartado es recurrente).
Está claro que en el fútbol un gol cae, en la gran mayoría de los casos, por un error, y la Liga es víctima de los suyos, y por cierto, son mayúsculos.
Le pasó en el último clásico donde fue enormemente superior, pero un despiste en un tiro de esquina los dejó hincados.
Ante Santos fue lo mismo y no pasó del empate ante Sporting por la misma razón.
El martes anterior, ante Sporting, el león llegó al área visitante en 29 ocasiones y 75 minutos de dominio absoluto, con poco tino y con muchas imprecisiones. Mientras el rival llegó al menos cinco veces, donde una fue gol, una al palo, una atajada extraordinaria de Leonel Moreira y otra, donde para suerte de los liguistas, el balón le pegó en las piernas.
¿Culpa de Rudé? No lo creo.
Está claro que el líder del equipo es el técnico y es la figura que adopta los errores ajenos y los hace suyos. Solo Jeaustin Campos se salió de ese molde tras perder ante el Cartaginés, al menos de lo que recuerdo.
Todos tenemos claro que la paciencia del aficionado manudo es mínima. En los últimos tiempos la cantidad de títulos son escasos y eso lleva a que no soporten un traspié ni tan siquiera en la fase regular.
Sin embargo, en los momentos en los que la dirigencia entró en ese frenesí de cambios de técnicos, las cosas no salieron bien.
Después del paso más exitoso de la historia del club, de la mano de Óscar Ramírez, entre el 2012 y el 2019 pasaron 15 técnicos y cero títulos (antes de la 30); esto demuestra que la inestabilidad en los banquillos no trae un buen resultado.
Los jugadores rojinegros deben hacer un mea culpa sincero y tener en la cabeza que el mejor respaldo para un entrenador no es en los micrófonos. El verdadero respaldo es en la cancha. Ya ustedes dejaron claro que no quieren para el español la misma suerte que tuvo Luis Marín.
A los aficionados, no olviden que en las series finales del mes de mayo del 2021, tras el enorme invicto, Alajuelense quedó fuera por no poder meter un penal. En el pasado mes de diciembre fue lo mismo. Que no se les olvide...
El mayor porcentaje de la culpa no es de Rudé.