A Hernán Medford le sobra experiencia. Currículo tiene para llenar páginas, con títulos en Costa Rica, Guatemala y Honduras. Posee logros para presumir, con el título de Concacaf y el tercer lugar en el Mundial de Clubes en lo alto de la vitrina. Le falta, sin embargo, ese estado de gracia en el que está Wálter Centeno, perdonado por la afición, apoyado por los dirigentes, acuerpado por los jugadores.
Goleados los dos en Concacaf, eliminados, sin atinar en la estrategia para mantener la ventaja conquistada en casa, uno perdió el puesto y el otro recibió una palmadita en el hombro de su club, “por jugar un fútbol valiente y sin complejos” (citando textualmente el Twitter del presidente morado Juan Carlos Rojas).
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Hace tres años y cuatro meses, a Douglas Sequeira lo marcó una paliza en Concacaf, el 6 a 1 ante el Santos Laguna, un gol más del recibido por el Saprissa del Paté. Para entonces, por más que el jerarca de Horizonte Morado intentó no maltratar a su novel técnico, dejó claro que “después de un marcador como el del martes, nadie está satisfecho con algún dirigente, técnico o jugador de Saprissa”. Aquella vez, Rojas incluso definió lo sentido con tres sustantivos hoy inimaginables en un “Twi” suyo sobre la reciente derrota en México: “frustración, enojo, vergüenza...”
Es otro el discurso. Y no lo critico. Casi lo entiendo. Incluso admito que los periodistas, en términos generales, hemos dado un trato diferente a Centeno. Quizás nos gusta que dé de qué hablar. A lo mejor la puesta en escena de un sistema de juego tan definido como riesgoso le da sabor al torneo. Probablemente todos queremos ver en qué termina la promesa de un fútbol de ensueño que amerita algunos traspiés en el camino.
No sé qué ha pasado con el Hernán Medford de los laureles, sin el éxito acostumbrado en sus tres últimas experiencias como técnico, pero nadie va a discutir que más allá de la posición en la tabla, los 20 puntos de Saprissa contra los 12 de Herediano, hoy no tiene otras ventajas de Wálter Centeno. Ni él, ni nadie, en una realidad tan clara como injusta.
Pienso en técnicos con la maestría de Carlos Watson, preparados como Johnny Chaves, capaces como Óscar Ramírez, acusiosos como José Giacone... Todos saben que el estado de gracia tiene sus vaivenes; la capacidad, no.
p. d. Quién dice que en esta vida todo el mundo recibe el mismo trato. Lamentablemente, no. El propio Centeno lo sabe: él tuvo que pasar por Puntarenas y Grecia antes de llegar a Primera; otros exjugadores llegaron directo al banquillo morado. Hoy, en cambio, él goza de un crédito que otros técnicos merecen.